La fuerza que dirige el ‘proceso’ es la mentira

Los mismos que fracturan la sociedad catalana son los que mienten alegando que los valores democráticos están amenazados

El título de este artículo es la paráfrasis de un texto de Jean-François Revel (“la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”) que, a su vez, es la paráfrasis de una cita de Simón Bolívar (“la primera de todas las fuerzas es la opinión pública”).

Desde el siglo XX, Jean-François Revel corrige al Simón Bolívar del siglo XIX. Los dos –hijos de su tiempo- tienen razón. Simón Bolívar percibe el valor político y social de la información veraz y Jean-François Revel advierte que dicha información o conocimiento es un obstáculo para acceder al poder y consolidarlo.

Hoy en día existe una industria dedicada a la producción de mentiras

Por eso –arguye el francés-, el poder, para mantenerse y subsistir, ha de mentir.  Y en eso estamos hoy.    

Paradoja: en las sociedades libres y abiertas la información veraz se oculta, se tergiversa, se manipula. Tan es así que hoy existe una industria dedicada a la producción, distribución y difusión –gabinetes de comunicación, dicen- de medias verdades, falacias y mentiras.

Una industria que fabrica, empaqueta y propaga una mercancía informativa -averiada o trucada por encargo- que responde a diversos intereses. Con frecuencia, quien encarga la producción, fabrica también –con el auxilio de los asesores correspondientes- sus propias falacias y mentiras.

El objetivo de la difusión de mentiras es el control de las personas y de las ideas

De resultas de todo ello, hay sociedades en que la información veraz desaparece sustituida por la propaganda y surge la censura o autocensura.  

Detalle: la autocensura es más efectiva que la oficial y hay sociedades en que ni siquiera puede hablarse de una falsa objetividad, porque la objetividad ha sido secuestrada.  

Una vía abierta al totalitarismo en que una minoría está en posesión de la verdad. Objetivo: el control de las personas y las ideas.  

La digresión que ustedes acaban de leer viene a cuento de la respuesta de algunos líderes secesionistas o asimilados ante la calificación penal de los encausados por el ‘proceso’.

Las mentiras del ‘proceso’

Vuelvo al inicio de estas líneas: la fuerza que dirige el ‘proceso’ es la mentira. A saber:

Que si “la venganza contra un gobierno, un parlamento y buena parte de la población”.

Que si “hoy poner urnas en el Estado español se ha convertido en el peor crimen que se puede cometer”.

Que si “Europa corre el riesgo de perder credibilidad como espacio que protege libertades y derechos”.

Que si la “regresión democrática del Estado español”.

Que si “no hay anhelo de justicia sino de venganza” y “no hay ningún delito”.

Que si la “criminalización de los adversarios políticos y la degradación democrática”.

Que si “los valores democráticos se encuentran amenazados” y “no es un tema de independencia, sino una cuestión democrática”.

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont durante un conferencia en la Universidad de Lovaina, al norte de Bélgica. EFE

la mentira del ‘proceso’

Los independentistas, los que pretenden dinamitar el Estado de derecho, son los que llenan el espacio mediático de mentiras

Y todo eso lo afirman Ellos.

Los que se victimizan -del expolio a la represión del Estado- de manera falaz y mendaz para impulsar la secesión y consolidar el poder.  

Los que patrimonializan y fracturan Cataluña y gobiernan para la mitad de los ciudadanos.

Los que, amparándose en un mandato popular inexistente, incumplen sistemáticamente las resoluciones de los Altos Tribunales.  

Los que, con deslealtad, vulneran sus propias leyes y pretenden dinamitar el Estado democrático y de derecho.

Los que impunemente tergiversan el Derecho Internacional en beneficio propio.

Los que son incapaces de asumir las consecuencias de sus propios actos. 

Ellos, que se autocalifican de demócratas.

Decía antes: ocultación, manipulación, tergiversación, falacias o mentiras perfectamente empaquetadas, distribuidas y difundidas. Autocensura y secuestro de la objetividad. Una vía abierta a la sociedad cerrada.   

Advierte Jean-François Revel que en situaciones como las descritas “la mentira tapiza y acolcha la vida pública en su totalidad”. En Cataluña, por ejemplo.

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