La fotografía de Artur Mas y su Sociedad Civil

Esta mañana [viernes] tenía media redactada mi columna semanal. Como debería ser norma –no esta semana, por cierto– comía tranquilamente al tiempo que leía algunos diarios. Es una práctica que he vuelto a recuperar tras muchos años leyéndolos exclusivamente on line. Entre todos, y no por este orden sinó simplemente según la disponibilidad de los clientes del restaurante, tenía a mi disposición: El Mundo, El Periódico, La Vanguardia, La Razón y el Punt-Avui.

Reconozco que tal amalgama de páginas sólo me permiten una lectura superficial. Aunque siempre hay alguna noticia o algún enfoque que concita mi interés. Pero lo que hoy me ha hecho pensar ha sido una fotografía en la página 15 de La Vanguardia, firmada por Pedro Madueño.

En ella, el president Mas, nuestro President a día de hoy, es fotografiado mientras sale del Palau de la Generalitat en solitario. Dos Mossos, de nombre desconocido, le saludan entiendo reglamentariamente –aunque, la verdad, nunca he entendido porqué un policía o militar deben saludar marcialmente a un civil–. La instantánea capta, además, tres escenarios de fondo divergentes.

En primer plano, un grupo de personas que La Vanguardia denomina sociedad civil, seguidos de un cordón policial y, en tercer lugar, el pueblo alborotado con inmunidad de banderas. A mi, la verdad, me sorprende que siendo un acto organizado espontáneamente vía redes sociales algunos miembros de la sociedad civil haya podido atravesar la barrera del pueblo y la policía autonómica para salir en primer plano.

Esa supuesta escena debía ser en plan: “Agente, déjeme pasar que soy de la sociedad civil”, y el agente replicando con voz malhumorada “¿identificación?” Y la respuesta tan catalana con un tono de voz elevado a lo Rahola “¡pero usted no sabe quien soy!” y, claro, el agente ante la duda –también tan catalana, por cierto– le deja pasar libremente.

Si no ha sido así no se entiende como este grupo ha podido llegar hasta la puerta de la Generalitat a aplaudir en primera persona a nuestro Presidente en una acto recordemos espontaneo –por cierto, el alcalde de Vic supongo espontáneamente estaba de compras en Barcelona–. Claro, siempre habría otra opción. Sería tan sencilla como que el acto no fuera tan espontaneo y que estos personajes hubieran salido del Palau con anterioridad. Conspirando… no perdón, hablando del bien de todos.

En todo caso, eso no casaría con las informaciones referidas: “la transparencia de cualquier paso”. Algo no cuadra. Tampoco cuadra que la denominada sociedad civil –siempre en minúscula– irrumpa ahora delante del pueblo y detrás del cordón policial. Si, no se engañen. Es esa misma sociedad civil del Palau, de los Millet, de los Carulla, y tantos otros que, ante la sorpresa de muchos, ya se han puesto en primera fila.

Como hemos dicho en otra ocasiones, con el president Mas es posible llegar a abrazar la independencia y, desde esta columna, ni haremos un drama de ello ni tampoco tiraremos cohetes. Ambas actitudes serían más fruto de la ignorancia que de la virtud. Pero no olvide que no ha sido la sociedad civil, con la que se retrata en primera fila, sino el pueblo vigilado por su policía el que le ha llevado a esta situación.

Podremos estar de acuerdo o no con las formas, con los miles de entusiastas o si fueron cientos o millones de manifestantes el otro día. Pero si algo está claro es que esta historia de la independencia ya ha pasado por encima de su sociedad civil, de esa corte de cortesanos que le adulan hoy y mañana se llenan los bolsillos. Por mucho que algunos quieran aún hincarle titulares ese va a ser uno de los grandes cambios, por suerte, de este periodo en Catalunya.

Ahora piense entonces que su obligación es responder antes a los ciudadanos no ante reuniones de alcoba de algunos conspiradores anclados en pasados gloriosos. Un error que ya cometió Luis XVI antes de la Revolución Francesa. Se cuenta que el monarca tenía ganas de reformas pero se dejo llevar por los malos consejeros que sólo buscaban sus intereses y, al final, el propio pueblo lo devoró brutalmente.

President Mas, si de verdad es un líder demuéstrelo ya. Convoque elecciones y explique su idea de país, de Estado o eso tan moderno, su hoja de ruta. Pero por dignidad no vaya de correveidile entre acto y acto –ruego se lean la definición de dicha palabra-– porque así ni hace un favor a Catalunya, ni a su persona y mucho menos a su pueblo. Y recuerde que su pueblo le ha votado, pero que en un momento histórico como este su opción debe volver a ser bien refrendada o derrotada siempre en las urnas. Esto no formaba parte de su programa electoral.

Qué decir sobre la sociedad civil, ese invento de Diagonal para arriba que tanto ha soplado hacia un Francisco como hacia un Jordi, según intereses personales. Sólo quieren mantenerse, y les importa bien poco lo que sucede. Se apuntan a un bombardeo si es necesario, saltan cordones policiales –supongo, con invitación presidencial– y se hacen herederos de vete a saber qué puñeta de tradición.

Ya comentamos hace semanas que Oriol Pujol hacía virar a Artur Mas hacia la independencia, curiosamente ahora viran con él muchos nuevos independentistas que ven allí la oportunidad de mantener su estatus. Y dos errores de Mas seguidos deben, como mínimo, consensuarse en unas elecciones. Si el pueblo vota y deciden que este es el camino, no dude, adelante y estaremos con todos. Si por el contrario creen que esas uniones sólo van a ser más de lo mismo pero bajo otro nombre de país, humildemente, el President debería dedicarse a otra cosa.

Y como no quiero irme sin dejar de hacer una pequeña recomendación: president Mas, si quiere seguir el camino o una hoja de ruta rodéese de buena gente para sus fotos. Gente sana del siglo XXI. Hace semanas se equivoco tirando de Bañuelos, alguien que ha dejado mucha gente arruinada, y ahora de gente que representa ideas y hasta estructuras del siglo XIX como la sociedad civil. Si sigue este camino está a un paso de ver a Millet en el corro de los aplausos. Y el camino puede estar marcado o no, pero la forma de hacerlo caminar también es decisiva.