La fortuna de Pedro Sánchez está en entredicho
Sánchez quería por un lado ocupar todo el espacio de la moderación y por otro cubrirse de la acusación de vendepatrias al servicio del independentismo
Hasta que le llegó el revés de la Junta Electoral, el líder socialista no había cometido ningún error de bulto. Acostumbrado como está a transitar por la maroma, iba dando pasos seguros, certeros, prudentes, nada de zancadas, hacia la meta del 28-A.
Pero la Junta le torció los planes. Pretendía debatir a cinco y no a cuatro, también con Vox, para usarlo de espantajo ante el electorado, igualando el PP y Ciudadanos a la extrema derecha. De este modo, y previo anuncio de la intención de no pactar con los independentistas, pretendía por una parte ocupar todo el espacio de la moderación y por otra parapetarse antes la acusación de vendepatrias al servicio de los que quieren romper España.
A tal fin, y dado que la televisión pública no ha dejado nunca de estar al servicio de los gobernantes, eludió el debate en RTVE para anunciar su asistencia al de Atresmedia. Un debate es mejor que dos debates. Un debate a cinco es muchísimo mejor que un debate a cuatro. Cuanta más división de la derecha mejor (lo veremos al final del artículo). Cuanto más solos los socialistas en el centro, mejor.
Le salió mal. Y la primera reacción fue peor. En vez de imitar los usos y costumbres de los países con mayor y mejor tradición democrática, en los cuales el respeto a los votantes prima sobre las conveniencias de los candidatos, sus equipos de campaña le aconsejaron asumir el deterioro que significa escurrir el bulto.
El motivo es bien simple, el cálculo que anda detrás de tanta racanería mediática no tanto. Pedro Sánchez sabe, o teme, o intuye, que su ascenso en intención de voto toca a su fin.
A partir del ecuador de campaña puede mantenerse en lo alto o iniciar un descenso, de manera que le aconsejan hacer lo posible para conservar las inmejorables –pero asimimso ‘empeorables’– perspectivas que le otorgan los sondeos.
El debate a cuatro se presenta como un todos contra Sánchez
En estas circunstancias, participar en debates que no tenga ganados de antemano como el que incluía a Vox, es un riesgo que prefieren no asumir, aún a costa de que los demás se lo afeen.
En un debate a cuatro, los tres rezagados, PP, Cs y Podemos, no pueden hacer otra cosa que arremeter contra el que posee la mayor bolsa de votantes, a ver cuantos le arañan. Del mismo modo que la presencia de Vox le facilitaba el reinado en exclusiva sobre el centro, el de cuatro se presenta como un todos contra Sánchez. Tres al ataque y Sánchez a la defensiva. Malo.
De ahí la añagaza de usar una vez más la televisión de todos, o sea su televisión particular, como parapeto para imponer un solo debate en vez de dos. La coincidencia de la fecha, cambiada por RTVE para que coincida con la de Atresmedia, no fue más que una excusa y dejó en evidencia una grave alergia a subir al ring de la confrontación directa.
Motivos no les faltaban. Son egoístas y desconsiderados con sus propios electores (el resto les importan poco o nada) pero no por eso dejan de ser motivos. El cálculo, según el cual más vale voto molesto por su escasa disposición a confrontar ideas y propuestas que voto trasladado a otras formaciones, puede ser calificado de mezquino. No veremos si también es eficaz porque el candidato ha rectificado. ¡Al fin!
El debate sobre el debate no favorece a Sánchez, cierto, pero menos le favorece el debate real a cuatro candidatos. Mientras se hable del debate no se hablará, o no se hablará tanto, de lo que verdaderamente le preocupa y le desgasta, que es su connivencia con los independentistas.
Llegamos así al ecuador de la campaña. División en el bando ganador, mientras una parte de sus consejeros se pone las manos a la cabeza, sus más afines aplauden su inclinación por el riesgo, Máxime cuando el primer debate, el bueno, el que más audiencia e incidencia va a despertar, tendrá lugar en su televisión, con su moderador, sus cámaras y sus mezcladores de imagen.>>
[Escuche a Xavier Bru de Sala en ‘La plaza, con Juan García’]
>> La cuestión, para sus asesores, era no dar un traspiés, y si lo daba, que fuera el menor posible. Ahora que va ganando, se trataba de mantener el equilibrio durante unos pocos días, que se le van a hacer eternos. El panorama está lleno de indecisos (o de falsos indecisos), de manera que hay lugar para sorpresas desagradables.
Tal vez por eso, Sánchez ha enmendado la plana a sus equipos. Irá a los dos debates porqué es amante del riesgo y porque cuenta con muchas ventajas…
La mayor de las cuales no es mérito propio sino demérito ajeno: con dos puntos más de votos, la suma de las tres derechas, PP, Cs y Vox, arroja una veintena menos de diputados en el Congreso que la suma de PSOE y Podemos. Regalo de la ley electoral bipartidista al que acierta a concentrar el voto.
Aunque las derechas remonten, la ventaja socialista seguirá siendo grande. Y, mucha atención, mayor cuanto más igualados queden los tres partidos de derechas.
Apuesten a que en los dos debates Sánchez va a intentar ayudar a Cs, y en alguna y taimada medida a Vox, para repartir mejor el voto de la derecha, no tanto en perjuicio de Pablo Casado, que también, como en provecho propio.