La Fira y Constantí Serrallonga, ¿el espacio posible?
Fira de Barcelona, una de las instituciones que mejor funcionan en Cataluña, desde que José Luis Bonet decidiera reiventarla en el año 2000, con una gestión profesional, amparada por las administraciones públicas y la Cambra de Comerç, ha renovado a su director general. Tras el legado de Agustín Cordón, un ejecutivo serio, discreto y capaz, el consejo de administración ha elegido por unanimidad –Seeliger y Conde mediante— a Constantí Serrallonga, un profesional con un perfil similar al de Cordón.
Los vocales de ese consejo, desde Núria Basi, al propio Luis Conde, Jordi Clos, Pedro Fontana, Enrique Lacalle o Carles Vilarrubí, tenían otras propuestas sobre la mesa. De hecho, al puesto se presentaron varias solicitudes. La decisión, por unanimidad, ha tenido el visto bueno del Consejo General, en el que están reprentadas las dos patas: el poder político, con el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, –Ada Colau y Felip Puig– y el empresarial, con la Cambra de Comerç, en la persona de Miquel Valls.
¿Qué ha pesado más? El criterio profesional se mantiene. Pero, además, ese perfil se enmarca en un espacio posible, el que ha gestionado Cataluña desde la transición, con más luces que sombras, Y es que Constantí Serrallonga no se puede considerar como un ‘convergente’. Tampoco un socialista. Pero se ha movido bien con políticos de los dos colores, desde la profesionalidad, cosa que no debería parecer tan extraña.
De hecho en el mundo de la gestión es, de nuevo lo repetimos, el espacio posible, aunque Cataluña haya experimentado una gran transformación en los últimos años. Serrallonga ha sido el gerente del Ayuntamiento de Barcelona en la etapa de Xavier Trias, un convergente enmarcado en esa corriente originaria que tanto destacara en su momento Jordi Pujol: la socialdemocracia. Pero el nuevo director general de la Fira, anteriormente, fue consejero delegado de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), con Jordi Hereu, socialista, como alcalde de Barcelona.
La alcaldesa Ada Colau, que ha crecido con la gestión socialista en Barcelona, destacó la elección de Serrallonga, alabando su experiencia en gestión pública y el conocimiento de la ciudad. Colau es consciente de que si quiere seguir gobernando, además de cintura política, necesitará contar con los mejores cuadros y profesionales, que no tiene en Barcelona en Comú. Es cierto que le envió un mensaje a Serrallonga, al recordar que la Fira debe «revertir en toda la ciudad los beneficios de su actividad». Pero sabe que no puede dejar de lado a personas como él.
La Fira no pierde el perfil profesional de Agustín Cordón. Al revés. Lo potencia. La gestión público-privada que impulsó en su día José Luis Bonet, está asegurada, con ese equipo de ejecutivos que controla el consejo de administración. Pero además gana con una apuesta por un espacio que ha dado muchos frutos, aunque algunos consideren que todo se debe desbaratar para crear un país nuevo. Se han cometidos muchos errores, pero hay todavía espacios posibles.