La economía útil

Jacinto Ros Hombravella plantea que la economía con retorno social tiene que buscar el beneficio de la sociedad

Acabo de leer “Economía ¿Ciencia útil?” de Jacinto Ros Hombravella, catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universitat de Barcelona. En el trabajo, pleno de referencias eruditas que todo estudiante de economía y dirigente empresarial muy formado agradecerá, se debate el conflicto entre economía teórica y aplicada.

Ros denuncia el mainstream actual de la Economía matemático-deductiva, dedicada mayoritariamente a modelos teóricos de escasa o nula incidencia social. Esta ausencia de la economía en el campo de juego real facilita que hoy las políticas económicas caigan en manos de inaprensivos populistas o inútiles escribas al dictado de los oligopolios. O simplemente, funcionarios o profesionales del Derecho y otras carreras no económicas.

“¿Cuál es el retorno social de los miles de millones destinados en los presupuestos a formar economistas?” se pregunta Ros; que, por otro lado, constata como la mayoría de profesionales dedicados a la empresa o las finanzas o al sector público abjuran de las enseñanzas académicas recibidas por su ineficiencia.

Una buena historia económica crítica puede ser una fuente de inspiración de cara a aquello que hay que hacer

Esto sin entrar en las supuestas capacidades previsoras y anticipadoras que han conducido después de años de fracasos a la divulgación de aquel chiste sobre los economistas como interpretadores del pasado. Y yo añadiría: ojalá fueran críticos interpretadores del pasado, y no reinterpretadores del pasado en función de la historia de los ganadores. Como mínimo una buena historia económica crítica puede ser una fuente de inspiración de cara a aquello que hay que hacer. Cuando se tergiversa la historia económica se hace siempre en beneficio de alguien. Y este no suele estar al bando de los perdedores.

Ros es partidario de una economía aplicada con alma. La metodología tiene que ser científica, pero no es verdad que cualquier científico social no actúe bajo valores. Y quien dice que no tiene es porque cuenta con los dominantes. Por eso, Ros se proclama socialdemócrata con toques liberales, porque cree que el objetivo y el objeto de una economía aplicada con retorno social tiene que ser el bienestar de la mayoría y las políticas para lograrlo. Una cosa es la metodología y la otra la ideología.

Una economía aplicada con retorno social tiene que ser el bienestar de la mayoría y las políticas para lograrlo

Ros se muestra partidario de una economía útil, con retorno social de los recursos que se dedican en docencia y en investigación; adecuada para racionalizar empresas y gobiernos y enfocada a la mejora social, con una cierta capacidad de previsión. Pone un ejemplo: un estudiante de Económicas de la Universitat Pompeu Fabra cuesta 8.000 € por curso, de los que la familia abona 1.200 €.

Por el contrario la tendencia desde los años 70 es al alejamiento de estos objetivos con predominio de los ejercicios matemáticos y el cultivo de la coherencia interna de la materia, en detrimento de la externa. Se ha llegado aquí por la emulación acomplejada de las ciencias duras como la física y las matemáticas y el alud tecnológico. Pero sobre todo, porque desde el mainstream endogámico del poder académico se garantiza la capacidad reproductora de la ideología dominante conservadora y se limita el paso a las visiones críticas.

Ante este panorama Ros plantea la necesidad de reformar los planes de estudio y la distribución de los recursos de cara a la preparación para la vida profesional real sea en sector privado o público. La necesidad de reformar los criterios por los programas de investigación priorizando el retorno social. La mejora de los criterios de promoción profesoral con visiones más abiertas que las dominantes y donde la Economía destinada a la transformación pese como mínimo tanto como la destinada a la especulación intelectual.

Pequeño gran libro del maestro Ros Hombravella que no por casualidad es el auténtico pionero de los estudios que denunciaban el maltrato estructural de los ciudadanos de Cataluña por parte del Estado español desde una óptica socialdemócrata. Por el lado liberal ya lo había hecho el malogrado Trias Fargas.

La Cámara de Comercio de Barcelona presenta un demoledor estudio sobre la mentira de las inversiones de Rajoy en Cataluña

Redacto el artículo el mismo día que la Cámara de Comercio de Barcelona acaba de hacer público un demoledor estudio sobre la mentira de las políticas de infraestructuras de Rajoy en Cataluña. Inversión inasumible e inviable por dificultades contractuales y de gestión administrativa. Ni dinero, ni papeles, resumía el Presidente. Continuidad de los proyectos discriminatorios: El Prat retrasado y el corredor Madridterráneo. A la denuncia se ha añadido el Instituto de Tecnología de la Construcción (ITEC) que habla de obras inviables por haber prioritzado en las adjudicaciones los precios a la baja. Jugada típica de las grandes constructoras de los oligopolios para matar los competidores menores y después cobrárselo con ampliaciones de facturación por la vía de incidentes no previstos.

Los gabinetes de estudios de las cámaras son de los pocos ámbitos, mientras no los intervenga este Estado autoritario, donde todavía se respira la economía aplicada crítica, después de la fulminación progresiva de la capacidad crítica de los añorados gabinetes de estudios de algunos bancos, los trabajos de los cuales eran una referencia para hacer políticas públicas o, como mínimo, para interpretar las del pasado.

Ni siquiera quedan algunos de los informes del Círculo de Economía, convertido en una especie de alcoba del poder, tan lejos de sus fundadores, el 1958, los empresarios Mas y Cantí, Ferrer y Salat, Güell de Sentmenat y Suqué i Puig, bajo el patrocinio del historiador Jaume Vicens i Vives. Este último quizás se escandalizaría, ahora, de una disciplina económica que mayoritariamente se mueve entre el entretenimiento de los sudokus académicos y la ficción de las mentiras estadísticas al servicio del poder.