En la campaña de Bill Clinton contra George Bush (padre) en el ya lejano 1992, uno de los asesores del candidato, James Carville, con el fin de mantener la atención de su equipo, pegó un cartel en las oficinas centrales de Clinton con tres puntos escritos: (1) Cambio Vs. más de lo mismo, (2) la economía, estúpido, y (3) no olvidar el sistema de salud.
Las tres son frases que deberían encajar, o ser encajadas si no lo están ya, perfectamente en las cabeceras intelectuales de líderes políticos como Artur Mas o Mariano Rajoy. No hace falta decir que gente de la capacidad intelectual y la demagogia mediática de Rodríguez Zapatero o incluso Carmen Chacón, son incapaces de entender incluso el concepto de cartel; por lo que no perderemos el tiempo en hablar de ellos. Nunca debemos olvidar que sólo debemos criticar a aquellos que creemos pueden mejorar.
Como concepto éste no será el primer artículo donde hablemos de que la tendencia del mercado de trabajo, tal como lo entendemos, tiende a cero. Esto implica que si queremos conservar el sistema debemos pensar, como dice el primer punto, en un cambio. Actualmente nadie duda de que las recetas que se están aplicando no dejan de ser las clásicas de las escuelas de economía y escuelas de negocios. Incluso peor, subir impuestos, como ha hecho Rajoy, además de traicionar a su programa electoral es un sinsentido ya que desactiva el consumo.
Ahora estamos confrontando una economía basada en el trabajo del siglo XX con una economía del siglo XXI donde la base debe ser el consumo. Miremos el Presupuesto General del Estado, prórroga del 2011, donde vemos que la práctica totalidad del sistema en España está basado en las aportaciones del trabajo. Los cerca de 18 millones de trabajadores ingresan en cotizaciones unos 55 000 millones de euros en el Estado, es decir una media de unos 250 euros al mes. Por contra, los casi 5 millones de parados, obviamente aquellos que cobran prestación, están gastando una cantidad cercana.
Decía el último fin del semana el Financial Times que a España le hacia falta “valentía”. Sumemos la imaginación y como escribía Carville es ¡la economía, estúpido!. Pero y aquí debería haber una novedad. No la de la economía de la escuela de negocios, ni la de la gran banca (¡curiosamente coherente!), sino simplemente la economía de la lógica y del bolsillo de los ciudadanos. En el 2012 cuesta encontrar trabajo, el mercado es poco flexible y las cuotas sociales de más del 30-35% por cada contratación no son el mejor incentivo.
Nadie duda que sin contratación no hay consumo. Tampoco con más impuestos, como ha hecho Rajoy, hay más consumo. Apliquemos la lógica simple de la economía simple, y como dice el Financial Times pongamos valentía. ¿Qué pasaría si las cuotas sociales de los trabajadores y autónomos pasaran de una media de 250 euros a una cuota fija de por ejemplo de 90 euros al mes?. Los ingresos del trabajo en el Estado se reducirían en un tercio pero los trabajadores y empresarios tendrían un dos terceras partes más de capacidad de consumo e inversión. Sueldos de 1000 euros pasarían a 1400 euros al mes y empresas con pagos de decenas de miles de euros al mes bajarían sus cuotas a cantidades más competitivas.
El beneficio de final de año de las empresas sería mayor y los ingresos por impuestos de sociedades aumentarían. Y sobretodo más dinero en los bolsillos aumentaría el consumo. Pero quizás, ¿eso no sería más de lo mismo?. Demos una vuelta más y ¿por qué no hacer que fueran los trabajadores los que pagarán esa cuota única de 90 euros al mes al Estado por el derecho a trabajar?.
Giremos el sistema. ¿Por qué debe pagar la empresa cuando es la que genera empleo?. ¿No es más fácil responsabilizar a los trabajadores de su cuota mensual?. ¡Cerremos más el círculo!. Sin esa cuota pagada no es posible acceder a un puesto de trabajo. Es decir, es el trabajador quien toma el mando del mercado. Él decide pagar cada mes 90 euros lo que le permite trabajar en cualquier actividad, bien autónoma bien a cargo de terceros. Luego paga sus impuestos según sus ingresos y sobre todo según su consumo (impuestos indirectos).
¿Cuántos lectores empresarios contratarían personal si la única necesidad fuera que éstos llevarán su cuota al día?. No habría tantos “empresarios explotadores”, ya que esa cuota daría flexibilidad al trabajador para trabajar y cobrar según sus intereses. Los cotizantes subirían vertiginosamente, y con la redistribución de los sueldos, debido a la reducción de lo que se queda el Estado, el consumo también aumentaría. Los bancos cobrarían su hipoteca, y cada uno sería más responsable de sus propios actos.
La clave de la economía es aumentar los puestos de trabajo en un entorno donde el trabajo precisamente escasea. Debemos pasar de un Estado fuerte a unos ciudadanos fuertes. ¿Por qué avanzar a un Estado el 30-40% de nuestro esfuerzo si la experiencia nos indica que no lo gestionan bien?. El Estado ya no debe ingresar por avanzando, privando de muchas oportunidades, sino por consumido.
Entre todos debemos mantener el sistema y es el momento de simplificarlo al máximo cual la misma economía. Muchas escuelas, muchas teorías, muchos másters, pero al final lo que cuenta es que ingresemos más de lo que gastamos. Apostemos, pues, por una economía simplificada con una cuota mensual que nos permita tener trabajo, y pagar impuestos de forma directa o indirecta (la recaudación del IVA aumentaría también vertiginosamente). Con más dinero en el bolsillo de todos podemos aumentar nuestro consumo. La recaudación indirecta, tipo IVA, se convertiría en clave de la recuperación.
Como sé que muchos lectores van a cargar contra una visión tan liberal y anti-trabajadora, les propongo un último ejercicio. A aquellos trabajadores por cuenta ajena, incluidos funcionarios ¿Qué prefieren que cada mes cobren como hasta ahora 1200 euros (hay que recordar que por ese sueldo la empresa paga unos 1700 euros al mes)? o ¿cobrar 1600 limpios, pagar su cuota de 90 euros y organizar ellos su dinero, en vez de que lo haga el Estado?. Con esos 400 euros de más consumirían mejor y pagarían más impuestos indirectos que son los necesarios para el Estado.
Hablamos de un sistema simple y abierto donde cada uno es responsable de sus actuaciones. Cada uno es libre de decidir donde invierte su dinero. Es más, seguro que mucha gente pagaría esos 90 euros aunque no trabajara sólo como base de cotización futura. Obviamente, el Estado debería ser más fuerte en sus pilares; educación, sanidad y justicia y reducir al máximo el resto. Por ejemplo, subvenciones a patronales, sindicatos, partidos o avales a bancos deberían desaparecer.
El gran cambio de la crisis es que la economía ya no debe vivir del trabajo, sino del consumo. Y el consumo debe incentivarse poniendo más dinero en cada bolsillo, y permitiendo libremente que sean los ciudadanos quienes lo destinen a su gusto. En el siglo XXI no tiene lógica alguna que para contratar a alguien se deba pagar un 30-35% al Estado como si fuera un impuesto de esclavitud. Al final la economía no requiere de dos tardes como intentaron explicar a Zapatero. Quizás requiere simplemente mirar el entorno y pensar que las cosas pueden cambiar sólo cuando queremos que cambien. Releyendo la frase de Carville, Presidente Rajoy, Ministro Guindos, Ministro Montoro “es la economía, ejem ¡sólo economía!”.