La doctrina del optimismo
El Gobierno intentará aunar como dos conceptos inseparables el optimismo dogmático con la idea de patriotismo con el fin de anular cualquier crítica a la gestión socialista
Uno de los aspectos más relevantes del informe España 2050 es volver a poner sobre la mesa la doctrina del optimismo político, social, económico y cultural, que en su día desplegó el presidente Rodríguez Zapatero para abordar la crisis financiera que estalló en EEUU en el año 2006.
En el 37º Congreso del PSOE celebrado en el año 2008, el presidente Rodríguez Zapatero apeló al optimismo como instrumento válido para encarar la crisis económica: «Ser optimistas es algo más que un acto de racionalidad, es una exigencia moral, un rasgo de decencia y, si me lo permitís, hasta de elegancia».
Mientras que la apelación al optimismo de Zapatero se basaba en negar la realidad de la crisis económica, la de Pedro Sánchez pretende estimularlo para poder afrontar la crisis, no negándola, sino intentando responder ante ella.
El capítulo Redescubrir el optimismo del informe España 2050 constata que “los datos nos hablan de una ola de pesimismo que se está apoderando de la población europea y española”. Hay que motivar a los ciudadanos para que vean en los logros conseguidos desde la transición en España que hay capacidad para superar los desafíos severos que deberá afrontar en el presente y futuro la sociedad.
Un optimismo que ha de servir como palanca para movilizar a la sociedad contra los pesimistas y sus profecías de lo inevitable”. El aspecto positivo de activar el optimismo que se quiere promover desde el Gobierno es que muestra, basándose en datos concretos, que la sociedad española está en condiciones de encarar el futuro con sacrificios.
El aspecto negativo es que, como bien observa el historiador John R. Saúl, “el optimismo, en su aplicación social, elimina el poder consciente del individuo para la crítica, el rechazo y la duda”.
Para conseguir culminar con éxito las reformas económicas que se deben afrontar en los próximos años, el Gobierno español debe evitar la tentación, cosa que no hizo en el pasado el presidente Rodríguez Zapatero, de alinear el término patriotismo con el de optimismo para señalar como malos patriotas a todas aquellas personas que critican que el país no va en la buena dirección.