La «derecha populista» quiere seguir gobernando
En la democracia española, a lo largo de los años, se han asentado algunos supuestos que nadie discute. Uno de ellos, con el que ha jugado en la última legislatura el PP, es que la derecha siempre ha gestionado mejor la economía.
La afirmación ha calado tanto que era un latiguillo frecuente en los cafés justo cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero languidecía en la segunda mitad de 2011. Vendrá el PP, y la economía experimentará un cambio, seguro, ¿no ves que lo hicieron en 1996? Esa era una frase habitual.
Y, claro, después de un período realmente trágico, con millones de personas en el paro, con años negros como 2012 y 2013, el Ejecutivo de Mariano Rajoy pudo levantar algo la cabeza a partir de la segunda mitad de 2014 y a lo largo de 2015. El modelo productivo no ha cambiado, porque a corto plazo es difícil modificar las cosas, pero es evidente que España puede mirar con algo más de optimismo el futuro.
El mito edificado por el PP, por tanto, podría ser válido. Pero los economistas saben que eso no es exactamente así. Si en los últimos años ha sido el Banco Central Europeo el gran valedor de España, además, eso sí, de una reforma laboral del PP que sigue sin resolver el gran problema de la temporalidad, cuando José María Aznar llega al poder en 1996 ya se habían hecho muchas cosas para conseguir el crecimiento de la economía española.
La devaluación de la peseta en los primeros años noventa y las reformas que se emprendieron provocaron un crecimiento del empleo enorme, casi medio millón de empleos en términos anuales a partir de la segunda mitad de 1994, es decir, un año y medio antes de que llegara Aznar, como recuerda con todos los datos Miguel Angel Fernández Ordónez en su libro Economistas, políticos y otros animales.
La cuestión es que ahora el PP podría perder el poder, pero se aferra a la posibilidad –nada descabellada—de que el PSOE no logre un acuerdo para poder gobernar con ciertas garantías. Y el mundo económico se tira de los pelos porque todavía es incapaz de entender la «indolencia» de Rajoy desde la noche electoral del 20 de diciembre.
Las grandes empresas, las patronales, los expertos económicos, tienen muchas dudas sobre un gobierno del PSOE con Podemos. En realidad, no lo ven. Y tampoco lo quieren ver. Pero es que esa posición no implica que puedan estar encantados con un Gobierno del PP.
El gran asombro de muchos inversores, de institutos económicos, de personalidades del entorno europeo se produjo después de las elecciones de 2011, cuando, de forma inexplicable, Rajoy optó por esperar a las elecciones andaluzas –el 25 de marzo– antes de que presentar el presupuesto para 2012, que toda Europa esperaba con ansiedad.
En aquel momento el mundo económico europeo calificó al PP de «la derecha populista» en España, porque no se puso a trabajar desde el primer minuto, anteponiendo sus intereses partidistas para ganar las elecciones andaluzas. Además de no ganarlas, malgastó un precioso tiempo, que provocó la desconfianza de los inversores, con una prima de riesgo por las nubes.
Esos son los datos. Aunque todavía pueda prevalecer la idea de que ha sido el PP el campeón de la buena gestión económica en España. Otra cosa es que cambie. Sin embargo, por ahora, el PP mantiene sus características: presionar al adversario político, dejar claro que tiene una mayoría de bloqueo en el Senado, y una minoría-mayoritaria de bloqueo en el Congreso, y a ver qué pasa.
¿Hay alguien en el PP que entienda que debe actuar, alguna vez, en positivo?