La dependencia de…China

¿Somos soberanos? En la última década se ha constatado que la conexión global es cada vez mayor, y que el crecimiento económico depende de una serie de factores y de unos pocos actores. La Bolsa de China se desplomó este lunes y las autoridadades chinas la acabaron cerrando, por primeza vez en su historia. Son las nuevas normas regulatorias, que exigen el cierre si se llega al 7% de pérdidas. Hasta ahora se permitía un máximo del 10%.

¿Por qué ocurre? La dependencia de China ahora, por parte de todos los países, es mucho mayor. El conocimiento de que el índice manufacturero ha sido del 48,2, frente al 48,6 del pasado mes, y por debajo del 49 esperado, ha dejado constancia de que China se puede enfrentar a una contracción económica. Eso sucede si ese índice se queda por debajo del valor 50.

El menor dinamismo de China repercute directamente en el precio del petróleo, un descenso del crudo que beneficia a países como España, –un posible ahorro de más 10.000 millones de euros– pero que perjudica claramente a los productores y exportadores. Eso, junto con la apreciación del dólar, lleva a un descenso de la mayoría de materias primas, esenciales para los países emergentes. Un porcentaje, que ofrece The Economist, lo explica todo: Brasil podría cerrar 2016 con una economía un 8% más pequeña que la que gozaba a principios de 2014, con todas las consecuencias que ello comporta.

La economía está globalizada, y ello repercute en el crecimiento de todos los países, y de las propias empresas internacionales. Inditex fue este lunes una de las grandes perjudicadas en su capitalización, porque China es su mayor mercado internacional, con 501 tiendas. Es, para Inditex, el segundo mercado sólo después de España.

Las autoridades chinas son conscientes de esa ralentización. Necesitan incrementar el consumo interno. Una de los datos que más escalofrio provoca en los responsables políticos y económicos chinos es que la población activa se reducirá en las próximas tres décadas en un 20%. Eso significa una pérdida de mano de obra mayúscula, como reflejaba The Economist en su libro El Mundo en 2050. Y esa realidad llevará a China a concentrarse en su población, a reorientar el mercado laboral para atender, también, a más ancianos. La necesidad de concentrar recursos internamente será muy evidente.

De cómo evolucione la economía china dependerá una inversión directa global de más de un billón de dólares por todo el mundo en 2020, como explica David M. Lampton en su libro A dónde va China (Stella Maris) que se pretende destinar a «mercados avanzados como Estados Unidos».

Esa es la realidad global, que los responsables políticos no saben o no quieren explicar. En cada país el margen de maniobra será limitado. También en España, que debe cumplir con sus compromisos adquiridos con la Unión Europea.

Ahora bien, es mejor tener gobierno que no tenerlo. Es mejor ofrecer una cierta estabilidad política que no convocar elecciones de forma reiterada. Y eso vale para Rajoy y Sánchez, y para Artur Mas en Cataluña.