La demolición de Cataluña y su ineluctable decadencia
La superestructura ideológica y jurídico-política del nacionalismo catalán es la que, en última instancia, hunde a la economía catalana
En la fachada del edificio de la Social Science Research de la Universidad de Chicago puede leerse la siguiente inscripción: “Si no puedes medir, tu conocimiento es escaso e insatisfactorio». Ferran Brunet, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha medido, de forma meticulosa, en su trabajo Economía del separatismo catalán (2022), el coste del “proceso”.
Un trabajo que, a la manera de la Rayuela de Julio Cortázar, puede leerse empezando por el capítulo que usted elija y continuando por los capítulos que usted prefiera. Un trabajo que funciona como vademécum y diccionario. Un trabajo académico-divulgativo que pone al descubierto el proceso de demolición e ineluctable decadencia sufrido por Cataluña durante el decenio negro independentista que va de 2012 a 2022.
La infraestructura y la superestructura del `proceso´
Ferran Brunet ofrece datos. Y algo más: nos brinda el hilo conductor que, en última instancia, por decirlo a la manera de Karl Marx, explica lo ocurrido en Cataluña durante el último decenio. Si para el filósofo alemán la economía es la infraestructura sobre la cual se levanta la superestructura ideológica y jurídico-política; si para para Karl Marx ello es así, para nuestro economista –que invierte el esquema marxista- la superestructura ideológica y jurídico-política del nacionalismo catalán es la que, en última instancia, hunde a la economía catalana.
Traduzco: la ideología independentista con su derecho a decidir, así como la Ley del referéndum de autodeterminación de Cataluña y la Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República Catalana, explicarían el golpe o putsch –fracasado: una “ensoñación” o “quimera”, según el Tribunal Supremo- que habría implementado el independentismo catalán con la consiguiente “demolición de Cataluña y su ineluctable de decadencia”, afirma Ferran Brunet.
Conviene aclarar que, en el lenguaje de Ferran Brunet, la superestructura ideológica y jurídico-política del nacionalismo, no es otra cosa que la voluntad del independentismo catalán por mantenerse en el poder a cualquier precio. Un mantenimiento en el poder que –afirma nuestro autor- incluiría también el mantenimiento de unos 4.000 cargos –¿una clase o casta política?- de la Generalitat de Cataluña.
El régimen separatista
Ferran Brunet –que se vale de una amplia e inestimable bibliografía- formula una certera caracterización del “proceso” entendido como desafío, laberinto, espejismo, enigma, fantasma, fantasía, ilusión, utopía, disparate, locura, marasmo, malestar, pleito, accidente, resbalón, catástrofe, crisis, fiebre, hoguera, suflé, desgracia, tragedia, drama, comedia, farsa, trampa, golpe de Estado del siglo XXI o posmoderno o líquido, revuelta, rebelión, aventura, problema, cuestión o síndrome.
El separatismo catalán es definido como nacionalismo tardío, egoísmo fiscal, victimismo, enemigo exterior, odio étnico, xenofobia, supremacismo, clasismo, élite extractora. Por su parte, el régimen separatista es sinónimo de ingeniería social y psicosociología, pensamiernto único, propaganda, posverdad, hechos alternativos, fake news, desinformación, redes sociales, populismo y falsificación del pasado y del futuro.
Finalmente, la Generalitat separatista se asocia a corrupción, malversación, despilfarro, desprecio de la lengua materna de la mitad de los alumnos catalanes, adoctrinamiento escolar, ideológico y mediático, y mal gobierno.
Los datos de la demolición y la decadencia
Señala el autor que el coste directo del “proceso” –el cálculo abarca de 1980 a 2020-, el dinero invertido, alcanza 6.300 millones de euros al año. Dinero que se gasta en subvenciones a las entidades y grupos que organizan el “proceso”, en subvenciones a TV3 y a la prensa y la radio regionales, en gastos de los departamentos de la Generalitat e instituciones y agencias, en gastos de las competencias impropias que duplican las del Estado.
A lo que hay que añadir los costes indirectos –consecuencias negativas y oportunidades perdidas- del “proceso” como la huida de inversiones (vean los datos más abajo) y empresas –durante el “proceso” en Madrid se crearon un 20 por ciento más de empresas- o la reducción -12 por ciento- de las ventas catalanas al resto de España.
Ítem más: durante el golpe de 2017 –entre septiembre y diciembre- huyeron de Cataluña 31.399 millones de euros en depósitos. El crédito vivo se redujo en 15.982 millones de euros. Desde diciembre de 2017 hasta abril de 2020, se recuperaron 22.000 millones. Pero, el crédito se redujo en otros 6.000 millones. Y el turismo: en otoño de 2017 la reserva se contrajo en un 60 por ciento.
Un dato significativo: el PIB actual de Cataluña es un 4,6 por ciento inferior al que existiría sin el lance separatista, cosa que supone 1384 euros menos al año por catalán y una pérdida de 10.894 millones de euros y de 117.000 empleos. Detalle: el PIB absoluto de Cataluña es 236.814 millones de euros y el de Madrid es de 240.130 millones de euros, pese que Cataluña tiene un millón más de habitantes.
Otro dato significativo: Cataluña impone los mayores recargos en los tramos autonómicos de impuestos estatales (IRPF e impuestos especiales) así como 15 tributos propios (la segunda región en tributos propios tiene 6). Pese a ello, la Comunidad de Madrid, con un millón menos de habitantes, con unos tramos menores que los de Cataluña, recaudó en 2019 1.100 millones más que Cataluña con el IRPF.
Un último dato significativo: el índice europeo de calidad de gobierno sitúa a Madrid en el puesto 113 y a Cataluña en el puesto 117; y el índice de progreso regional europeo sitúa a Madrid en el puesto 110 y a Cataluña en el puesto 165.
Un detalle: el rating de la Generalitat cayó a bono basura y la deuda de la Generalitat fue rescatada por el Estado.
La inevitable comparación con Madrid
El crecimiento del PIB de Cataluña acumulado desde 2005 es un 11,2 por ciento menor que el de la Comunidad de Madrid. La proporción del PIB catalán sobre el total español se mantiene en un 18,5 por ciento, mientras que la de Madrid ha escalado hasta el 19,1 por ciento. La renta per cápita de un catalán era en 1981 un 21 por ciento mayor que la media de España y hoy es un 19 por ciento, mientras que la de un madrileño era un 19 por ciento mayor y hoy es un 35 por ciento mayor.
Madrid recibe el 85,5 por ciento de la inversión extranjera directa en España y Cataluña el 5,5 por ciento. Durante el período 2010-2019, la inversión extranjera en Madrid es de 104.443 millones de euros y la de Cataluña de 30.866 millones. Inversiones públicas entre 2011 y 2016: Cataluña recibe 2.180 millones de euros y Madrid 1.566.
La competitividad de Cataluña entre las regiones de Europa estaba, en 2010, en el puesto 103, mientras que en 2019 estaba en el puesto 161 (Madrid está en el puesto 98). Cataluña está en el puesto 6 para hacer negocios entre las Comunidades Autónomas y Madrid está en el puesto 2. Madrid es la comunidad de mayor contribución fiscal neta al Estado: aporta el doble de Cataluña. La seguridad social tiene en el pago de las pensiones en Cataluña un déficit de 3.000 millones al año.
Ferran Brunet: “Madrid es la principal competidora de Cataluña y la principal beneficiaria de los desmanes separatistas”.
El falso paraíso independentista y el DAFO de la economía
La previsión de nuestro economista: el coste de una hipotética Cataluña independiente, el “falso paraíso”, sería –en términos de PIB: el autor calcula también el impacto en el comercio, el empleo, las pensiones, la sanidad, la educación, las finanzas, la deuda, el déficit, la deuda, los salarios, la inflación, las rentas, las propiedades- de un 9,3 por ciento en el escenario bajo, un 16,1 por ciento en el escenario medio, y un 24,4 por ciento en el escenario alto.
En un DAFO –el análisis de las fortalezas y debilidades así como de las amenazas y oportunidades de una empresa o economía-, Ferran Brunet indica las oportunidades de la economía catalana: Estado de derecho, ser parte de España y ser parte de la Unión Europea. Refem Catalunya!, concluye. Pues, eso: rehagamos Cataluña. En primer lugar, huyendo de sus debilidades: déficit de legalidad, inestabilidad política, déficit de competitividad y fractura social, En segundo lugar, huyendo de sus amenazas: desafío separatista, huida de empresas, caída de inversiones extranjeras, y descenso de las ventas en España, del PIB, del empleo y de la renta per cápita. Dicho queda.