La CUP y Aznar allanan el camino
El próximo día 22 se producirá la desconexión navideña. Me acuerdo de la cadencia armoniosa de los niños de San Idelfonso en mi infancia; monótona retahíla de números en la radio hasta que aparecía alguno de los premios importantes. Entonces se producía un in crescendo. La ceremonia no ha variado mucho. Con ese pistoletazo de salida, esperaremos a la noche de reyes para recuperar la vida activa. Un paréntesis largo, muy largo, hasta que tengamos que acostumbrarnos a la cifra de 2017 para fechar nuestras cartas –quiero decir emails, ya nadie escribe cartas, solo nos envían facturas– y comenzar a agotar otro año de nuestra existencia.
La prensa no es ajena a esta parálisis que se avecina. Estos días solo se habla del padre de Nadia, de Juan Luís Cebrían y de los quemafotos de la CUP. Fue ocurrente el presidente de PRISA al aludir a la frecuencia de sus masturbaciones. El papá de Nadia es un genio de la maldad. Y los quemafotos de la CUP son esencialmente cansinos.
Es más difícil encontrar espacio para dar cuenta de la actividad parlamentaria del PSOE; le ha doblado el brazo al gobierno, aparcando el veto de Rajoy a la reforma de la LOMCE. Empieza a dar rédito la estrategia del PSOE, mientras el culebrón de Podemos sigue acaparando toda la actividad de este partido. Se van a quedar sin ombligo de tanto observarlo.
Hay alguna vieja novedad renovada. José María Aznar reaparece para arremeter contra la política catalana de Mariano Rajoy. Otra vez le llama débil. Le parece al ex presidente que buscar una solución para Cataluña es bajarse los pantalones. Me acuerdo ahora de la confesión de José María de hablar catalán en la intimidad. Y de tantas cosas.
Por primera vez creo que la llamada cuestión catalana tiene posibilidades de solución mediante una salida negociada. Puigdemont está haciendo un papelazo, agarrado por donde más le duele por la CUP. Con esos cuates es imposible ir a ningún sitio. ¿Puede la Cataluña que tanto hemos admirado, que ha estado a la vanguardia de los cambios en España, estar secuestrada por la CUP?
Veo las cosas así: probablemente la CUP y José María Aznar van a ser fuerzas que se neutralicen. Los unos están en el monte y el otro en la nostalgia autoritaria. En ese escenario, a los independentistas catalanes se les está acabando el tiempo. Ni siquiera les queda margen para el postureo. Lo dijo el lehendakari vasco: «en este mundo globalizado no hay sitio para la independencia». A ERC es al único que le salen las cuentas. Le ha dado el sorpasso a la antigua Convergència, convertida ahora en un geriátrico sin futuro. ¿Están a tiempo de recuperar la centralidad catalana los herederos políticos de Pujol?
El presidente Puigdemont necesita ayuda para salir del atasco en el que ha metido a las instituciones catalanas. Ahí es donde las fuerzas enfrentadas de la CUP y de José María Aznar pueden ayudar a encontrar la solución. Si la independencia es imposible, ¿qué pueden obtener los que tanto han apostado por ella?
Europa se ha puesto muy complicada. Los populismos son una amenaza a la que hay que cerrar la puerta. Y devaneos separatistas es lo que menos puede aliviar la situación.
Entiendo que el PP por primera vez ha cogido el toro por los cuernos. Y en ese difícil camino hacia una solución en Cataluña va a estar apoyado por el PSOE, por Ciudadanos y, no menos importante, por el PNV.
No es fácil para Carles Puigdemont dar marcha atrás. Necesita un puente de plata. Y es precisamente por donde puede llegar la solución. Una financiación a la medida para que los secesionistas catalanes lleguen a la misma conclusión que Iñigo Urkullu. La independencia no es importante y además es imposible. Lo importante es el desarrollo económico y social.
Ahora que hay un proceso de solución iniciado no hay que tener prisa. De momento tenemos hasta el 6 de enero de paréntesis. Para que las cosas se hagan bien, no se puede ir rápido. Dejemos que se agiten los muchachos de la CUP, para que le creen a Puidgdemont un poco de sensación de vergüenza. Dejemos que Aznar saque pecho. El resto vendrá por el lógico sentido de la historia.