La cuadratura de Feijóo
Alberto Núñez Feijóo ha entrado con inmejorable nota en Ferraz, con el partido unido a su alrededor, del brazo de Juanma Moreno y con el silencio cordial de Isabel Díaz Ayuso
Hasta Donald Tusk le avala, pasando por alto los pactos con Vox. Excepción hispana a lo que no permiten los conservadores europeos partidarios del cordón sanitario a la extrema derecha. Alberto Núñez Feijóo ha entrado con inmejorable nota en Ferraz. Partido unido a su alrededor. Del brazo de Juanma Moreno. Silencio cordial de Isabel Díaz Ayuso. Cúpula dirigente sin contestación. Para empezar, no se puede pedir más.
Que a la hora de elegir nuevo presidente tras el trauma de las peleas de corral cualquier partido que no desprecie demasiado muestre unidad y disciplina alrededor del nuevo líder es de libro, incluso para el caso de misal. Pero Feijóo no es solamente el beneficiario de lado bueno del péndulo. No es solamente la esperanza de llegar a La Moncloa más pronto que tarde. No es solamente un talante con pocas aristas. Es mucho más.
Es, ha conseguido y solamente él representa un tesoro inigualable para los populares, algo parecido a la cuadratura del círculo, algo imposible en geometría euclidiana y muy raro, rarísimo en política, pero no imposible.
Dicha cuadratura consiste por un lado en autorizar, no ya los pactos establecidos entre PP y Vox al estilo de Andalucía o Madrid, herencia a la que nadie podría renunciar, sino la entrada de la extrema derecha en el Gobierno de Castilla y León. A un lado, Vox, por el otro seguir encarnando el centrismo sin despeinarse.
Hasta los últimos estertores, su antecesor Pablo Casado se debatía entre la dureza e incluso la ferocidad, las posiciones y los tonos más extremos, pero luego daba un giro al centro a fin de no perder comba, fuelle y electores por este lado. Hiciera lo que hiciera, siempre le salía mal. Si se acercaba a Vox, daba razones a muchos de sus votantes para pasarse a Vox. Si se alejaba, daba alas a los mismos electores para votar a Vox a fin de que tirara del PP hacia la derecha pura y dura.
La pelea con alguna tregua pero sin cuartel entre Casado y Ayuso no bastó para la defenestración. Esto fue la puntilla. Lo malo eran los vaivenes, las dudas, el hecho de comprar y creerse la especie importada de Alemania y sus seguidores de que también en España resulta contradictorio ser de centroderecha y al mismo tiempo encamarse con Vox hasta el punto de formar un gobierno de coalición.
Eso tan difícil, el escollo contra el que chocaba una y otra vez la nave capitaneada por Casado, Feijóo lo sortea mediante la hábil finta de los pactos de estado. Una cosa, se da por entendido, es aliarse con quien se preste a fin de gobernar (al fin y al cabo Pedro Sánchez no se corta un pelo a la hora de conseguir apoyos a mucha mayor distancia ideológica y emocional) y otra muy distinto abandonar el centro.
El caso Ayuso fue la puntilla para Casado. Lo peor eran los vaivenes, las dudas, creerse de centroderecha y al mismo tiempo pactar con Vox
Feijóo ha sido, es y será un moderado por definición. En el tono y, enseguida se verá, en la disposición al entendimiento con los socialistas en asuntos de interés general, en atención a la situación excepcional que nos arrastra. En vez de agresividad más o menos modulada, iniciativa, alternativas, ofertas, propuestas para avanzar, a menudo razonables, que pondrán en aprietos a un PSOE obligado a ponerse de perfil o rechazarlas.
El primer ejemplo del nuevo talante, ofrecimiento de apoyo a Pedro Sánchez en las medidas de emergencia anticrisis a cambio de bajada de impuestos. Como si fueran tan fácilmente compatibles. Como si España no estuviera ya mucho más endeudada de lo que jamás se había imaginado. Como si los prestatarios europeos estuvieran muy dispuestos a aumentar el crédito a España.
Da igual que sea posible que o no lo sea. Lo importante es la actitud. El PP colabora. Lo que cuenta es el mensaje. El PP es partidario de bajar impuestos en cualquier circunstancia, por difícil que sea o parezca.
Sabido es, asumido está, que Sánchez va a llegar al final de la legislatura y que las elecciones generales podrían retrasarse hasta primeros del 2024. Tiempo sobrado para hacer campaña. Sinfín de ocasiones para mostrarse dialogante pero firme. Y algo más, algo que nadie en su partido puede disputarle.
Por muchas alianzas del PP con Vox que se produzcan bajo su presidencia en el PP, pocos van a tenerle miedo a Feijóo
Eso es la pérdida o severa aminoración de una de las principales bazas de la izquierda, compartida por todas las izquierdas. Una baza capaz de movilizar a la opinión pública, a la publicada e incluso a un buen número de votantes desilusionados: el miedo a la extrema derecha. Si no votas a izquierda, estás facilitando la entrada en el gobierno de la extrema derecha. Ya verás lo que haces.
Eso sí cuenta. Por muchas alianzas del PP con Vox que se produzcan bajo su presidencia en el PP, pocos van a tenerle miedo a Feijóo. La cuadratura. A la próxima ganará y gobernará el que menos rechazo provoque, y en esta competición Feijoo está muy bien situado.