La crisis socialista y el materialismo histórico

En la convención de la autodenominada Sociedad Civil Catalana un gurú, que pasará a la posteridad de la historia del pensamiento político, sentenció que no se podía ser de izquierdas e independentista. Ho Chi Minh, todavía tiembla en la tumba. Y lo decía, rodeado mayoritariamente por un público de la derecha y la ultraderecha españolista de Ciutadans, PP, VOX y miembros del Círculo ecuestre. Y en presencia de miembros de la dirección del PSC, como Rangel.

El mismo día que dimitía en bloque la mayoría del comité ejecutivo de los socialistas en Girona con gente de peso como los Nadal o la Pia Bosch, advirtiendo que sin un cambio radical en la dirección personal y política del partido, se encaminaban hacia la marginalidad.

Entre los desafectos que ya no creen en el partido que han votado toda la vida y los que aún creen, predomina el análisis que es la cuestión nacional y el conflicto Catalunya-España la que ha provocado esta necesidad de posicionamiento y, en definitiva, esta ruptura. Unos a favor de dejar lastre; otros en contra.

Al parecer, la izquierda mayoritaria ha perdido la capacidad analítica de las fuentes marxistas. Hagamos repaso: tenemos un conflicto en la supersestructura originado en cambios profundos en la infraestructura (economía)  y choques interclasistas. ¿Por qué la mayoría social catalana, compuesta por los trabajadores, la clase media y una parte de la burguesía, la productiva, ha pasado en poco tiempo a una postura favorable a la emancipación de España?

1. Porque en Catalunya, que es periferia del Estado respecto al poder, los cambios económicos y los choques sociales correspondientes, siempre llegan con tiempo de anticipación. Aquí se detectan los tsunamis antes de que lleguen o sus primeros efectos.

2. Porque la multiculturalidad de la sociedad y su mayor permeabilidad social, con el ascensor de la meritocracia privada muy por encima de los modelos castellanocéntricos, facilita una sociedad civil (la de verdad ) muy compleja e hipercrítica con el poder: el propio y aún más, lo ajeno.

3. Porque la identidad nacional diferenciada de la mayoritaria en el estado es un catalizador de los anhelos sociales y democráticos. Nunca un sucedáneo, ni un sustituto. Por el contrario, el nacionalismo de Estado ejercido desde el poder controlado por la casta tiene una finalidad de ratificación del orden establecido. De todo el orden establecido, no sólo de la estructuración del Estado.

Llegados a este punto, la pregunta es ¿cuáles son los cambios económicos, en la base infraestructural, que cuestionan la contemporaneidad de la estructura del Estado español? Y, ¿qué conflictos de intereses sociales nuevos aparecen y qué sectores sociales están vinculados con el antiguo régimen y cuáles son los emergentes?

El proceso de globalización económica inevitable, que tiene innegables aspectos positivos de una parte, tiene también efectos perniciosos de la otra. Los poderes económicos internacionales pueden lidiar las legalidades estatales para huir de obligaciones –es el caso de la ingeniería contable para evitar las diversas fiscalidades nacionales–. La gran delincuencia está totalmente globalizada (drogas, inmigración, proxenetismo, tráfico de órganos y bebés, tráfico de armas…) con conexiones opacas con la economía legal que es la que blanquea.

Ante esto, la persistencia de las dinámicas estatales económicas, fiscales o policiales demuestran ante los ciudadanos la inutilidad de los Estados frente estos poderes transnacionales.

La esperanza europea es de momento un sueño. La crisis ha mostrado como hasta ahora, Europa es un club egoísta de Estados. En este marco también se demuestra que la interferencia de los grandes poderes lobbísticos aumenta sobre los organismos más alejados de los ciudadanos. Un informe de esta semana pone la UE en el punto de mira.

Pero detrás de la UE, los Estados grandes y plurinacionales no reconocidos, sin contrapesos locales importantes, son las administraciones más corrompibles por las oligarquías (no vuelvo al discurso que conocen sobre la casta extractiva española). Sólo los estados pequeños, homogéneos y radicalmente democráticos dan una seguridad a los ciudadanos, asegurando un alto nivel de civismo y patriotismo. Y es en estos estados donde el municipalismo democrático (casos como Dinamarca o Suecia) con plenos poderes, acaban de demostrar que se puede abordar localmente cambios en modelos globales.

Piénsese, sino, en el tema energético. La UE bloqueada por los intereses contrapuestos de los grandes grupos de presión. España vendida a la oligarquía del kilovatio. Y en cambio, una multitud de municipios nórdicos han optado libremente por energías alternativas: solares, geotérmicas y eólicas; y se sitúan con superávit, al tiempo que generan miles de puestos de trabajo.

En estos momentos, debe quedar claro dónde está el conflicto de clase provocado por el cambio infraestructural: entre clases populares productivas y clases dominantes oligárquicas y burocráticas.

¿Y por qué el conflicto de clase peta primero en Catalunya? Porque es donde está la correlación más fuerte de clases populares no subsidiadas o dependientes. Porque es donde aparecen antes nuevos perfiles de emprendedores globales, de nuevos modelos cooperativos, de nuevos modelos de lucha social encabezados por plataformas de usuarios y consumidores…

¿Para que todo esto estalle en forma de movimiento independentista? Para memoria social e historia, 300 años de encabezar todos los movimientos reformistas españoles y las clases populares catalanas mayoritariamente saben que han dejado el bienestar, la libertad y la sangre. Y siempre, la casta se ha impuesto por la fuerza con modelos autoritarios escasamente democráticos y profundamente injustos socialmente. El hoy, fruto del pacto de sangre entre PSOE- UCD y PP en el 23F, es la continuidad de esta hegemonía oligárquica. Para nosotros, se acabó.

Un socialista de la tradición de Abdón Terrades, Martí i Julià, Campalans, Maurín, Comorera o Pallach seguro que entiende la coherencia de los eslabones de la cadena. Y por tanto, un socialista catalán desafecto al PSC, no abandona el socialismo. Es su partido el que la abandona de la mano de un PSOE integrado en el núcleo de poder oligárquico y retardatario.

Y una reflexión final. La oferta de win-win del Presidente Mas la entiendo como oferta a las clases populares españolas que con la libertad de Catalunya, se podrán plantear por primera vez sin excusas ni cabezas de turco (judíos, moriscos o catalanes) una lucha frontal contra su oligarquía. Porque si el win-win dirigía a la casta, con todos los respetos, el Presidente Mas no la ha acertado. La democracia de verdad tendrá un perdedor: aquellos que hacen negocio particular y de clase en impedirla.