La conjura de Podemos

Errejón no se lo va a poner fácil a Iglesias: o los podemitas le secundan en su plataforma o tendrán que medirse en las urnas con listas enfrentadas

La reunión del Comité Central de Podemos (llamado Consejo estatal) tuvo cierto aroma de funeral. Como si se les hubiese acabado el amor de tanto usarlo. Sin reponerse aún de los efectos de una huida de Iñigo Errejón que plantea un pulso a su secretario general, el cónclave tenía que decidir qué hacer en las próximas campañas electorales en Madrid

En el trasfondo de la reunión más hermética que han mantenido en toda su historia, planeaba sobre todo un juicio a Errejón. De traidor a aliado. Por sentencia del mismo Pablo Iglesias que decidió, a través de línea telefónica, hacerse omnipresente en la reunión. Y abrió su puño para tender la mano. Pactar en lugar de competir. Y hacer de la necesidad, virtud.

Sin Carolina Bescansa, Luis Alegre, Errejón o Ramón Espinar, Podemos se va quedando sin banquillo. Y con pánico a que la crisis de Madrid acabe extendiéndose como una mancha de aceite, impregnando a otros territorios en las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo. Y se confirme la tendencia que van presagiando las encuestas, salvo el CIS: que Podemos se desliza por una empinada pendiente sin freno hacia el desplome electoral.

Errejón aprovechó la baja paternal de Iglesias para hacerle un jaque

Una marca que para Errejón era ya un lastre. Por eso, aprovechando la baja paternal del líder, movió su pieza principal con nocturnidad, alevosía y empanadillas. Jaque a Pablo. Y el señalado está buscando una solución a este agujero provocado por su ex compañero de fatigas. No le valdrán remiendos. En la reunión dejó marcada la hoja de ruta. Lo deberían decidir las bases.

Como marcan sus estatutos. Tendrá algo que decir la dirección colegiada de Madrid, que se quedó sin liderazgo desde la marcha de Espinar. Pero Iglesias manejará sus hilos. No tiene fuerza para competir por la alcaldía de Madrid. «Carmena no es lo que fue pero es lo más útil que hay» dijo un resignado Iglesias.

Pero en la comunidad, sabe que si Podemos no se presenta, la marca desaparece. Primer paso: candidatura propia. Segundo paso: pactar con IU y Equo. Y, de postre, pactar con quien ha huido de Podemos para presentar una marca electoral diferente.

Iglesias teme que Errejón pacte con el PSOE y Ciudadanos

Pero Errejón no se lo va a poner fácil a Iglesias. O los podemitas le secundan en su plataforma Más Madrid o tendrán que medirse en las urnas con listas enfrentadas. Errejón no hubiera sacudido el tablero para volver, como hijo pródigo, a ponerse a las órdenes de los que confeccionan las listas del partido que fundó.

El temor que tiene Pablo Iglesias es a quedarse fuera de juego. Si Errejón pacta con el PSOE y ¿quién sabe? con Ciudadanos. Al socialista Gabilondo le gusta esa combinación. ‘Tres en raya’ que desplace a lo que queda de Podemos.

Pero mientras esté Pedro Sánchez al frente del PSOE se antoja difícil esa alianza. Si el inquilino de la Moncloa sigue apoyándose en los independentistas catalanes, entre otros, para seguir gobernando, su acercamiento al partido de Albert Rivera no se contempla.

Iglesias teme que su formación vaya a sufrir más goteos. Más bajas. El amago de rebelión de los líderes territoriales no le da tregua. Necesita a Errejón para mantener su presencia. Pero no puede evitar manifestar cierto desprecio hacia sus movimientos.

En un tono que recuerda al empleado por Santiago Abascal cuando se refiere a sus antiguos compañeros del PP como «la derechita cobarde», Iglesias habla de la ubicación de Errejón en una «izquierda amable». Porque ha dejado ya el comunismo trasnochado que iba a asaltar los cielos y que, en cinco años, se ha dado de bruces con el suelo enmoquetado.

Falta de proyecto de país

Podemos se encuentra en un callejón sin salida. Sin otro proyecto que el reclamo a la movilización contra la derecha. Pero esa bandera ya la enarbola el Partido Sanchista (PSOE). Quedan lejos ya los tiempos de ensoñación del ‘sorpasso’ al socialismo.

Carolina Bescansa, la primera declarada en rebeldía, ya avanzó el diagnóstico de la enfermedad que aquejaba a Podemos: la falta de un proyecto para todo el país. Una carencia que ha provocado no pocas crisis en varias comunidades autónomas y que se cobró las bajas forzadas y dimisiones de sus principales activos en el Parlamento de Cataluña.

Tal como está el panorama, Errejón sería su única solución para renovarse. Pero no está claro que Iglesias quiera una renovación. Quizás tan solo pretenda mantenerse con sus siglas.

A pesar del lastre.

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