La colosal factura de la incompetencia

Como consecuencia de la parálisis de Sánchez e Iglesias, España también se enfrenta hoy a la peor recesión de los países afectados

El Gobierno de Pedro Sánchez ha hecho de la mentira y el engaño su razón de ser. Mintieron en su día sobre el número real de muertes que ha causado el coronavirus y mienten ahora cuando dicen que lo peor de la crisis económica ya ha quedado atrás. El tiempo, sin embargo, dejará en evidencia esta aberrante campaña de marketing, cuyo único objetivo es ocultar la trágica realidad a los españoles a fin de minimizar el posible desgaste electoral que sufrirá el PSOE.

La incompetencia que ha demostrado el Ejecutivo socialcomunista en la gestión de la pandemia ha sido de tal calibre que España sufre, como resultado, la peor crisis sanitaria y económica del mundo. El país encabeza, por un lado, la tasa de mortalidad a nivel global, con más de 600 fallecidos por millón de habitantes al cierre del pasado mes de julio, tan sólo superado por Bélgica, cuya estadística, a diferencia de la nacional, también incluye los casos sospechosos de contagio.

Pero si se tomasen como referencia los datos del INE, junto con los registros oficiales de las comunidades autónomas, los muertos superarían ampliamente los 40.000, con lo que España, sin duda, lideraría este trágico ranking, a una gran distancia del resto de países.

La nefasta combinación de inacción, improvisación y profunda irresponsabilidad que ha protagonizado el tándem que conforman Pedro Sánchez y Pablo Iglesias desde que se declaró oficialmente la emergencia sanitaria a nivel global disparó, en primer lugar, el número de contagios, con el consiguiente colapso de hospitales y residencias, a pesar de que la enfermedad ya había golpeado gravemente a Italia en febrero.

El Gobierno no sólo no hizo nada durante las semanas previas a la declaración del estado de alarma, sino que llamó a la calma y recomendó a la población no llevar mascarilla, pese al evidente riesgo de contagio. Y todo para poder celebrar su particular aquelarre feminista el 8 de marzo. Si se hubieran adoptado las medidas básicas de prevención antes, tal y como sí hicieron muchos países, la mortalidad habría sido muy inferior y, posiblemente, se habría evitado el confinamiento.

El problema, sin embargo, es que, como el Gobierno actuó muy tarde y mal, tuvo que decretar el cierre casi total del país, siendo una de las cuarentenas más largas y estrictas del mundo, para tratar de frenar la oleada de pacientes. Y, como consecuencia de esa parálisis, España también se enfrenta hoy a la peor recesión de los países afectados.

En realidad, lo que ha empezado es la crisis económica

El PIB se despeñó un 18,5% en el segundo trimestre, la mayor caída desde la Guerra Civil, hasta el punto de duplicar el desplome de EEUU y muy por encima del golpe acaecido en Italia (-12,4%), Francia (-13,8%) o Alemania (-10,1%), mientras que la tasa de paro se sitúa ya en el 15,6%, a la cabeza de Europa, superando incluso a Grecia.

Ante tales cifras, el Gobierno se escuda en que ya ha comenzado la recuperación, cuando, en realidad, lo que ha empezado es la crisis económica. La “nueva normalidad” exige el control constante de la infección para eludir una segunda ola, de modo que el sector servicios, especialmente el turismo, la restauración y muchas actividades relacionadas con el ocio, se mantendrán a ralentí durante los próximos meses.

Con el principal motor productivo a medio gas y la perjudicial política económica que pretende aplicar Sánchez, basada en el despilfarro de dinero público para comprar votos y una histórica subida de impuestos, el panorama a corto y medio plazo poco o nada tendrá que ver con la reactivación y sí mucho con la caída en una depresión cuya certeza es cada vez más probable.

Toda acción tiene consecuencias y, en este caso, la incompetencia de PSOE y de Podemos durante la crisis del coronavirus pasará al conjunto de los españoles una de las facturas más onerosas de la historia, tanto a nivel sanitario como económico y social.

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