La coherencia de Cayetana

Muestra de la coherencia berroqueña de Cayetana Álvarez de Toledo es que ha sido tan desleal con Pablo Casado como con Mariano Rajoy

Nadie podrá decir que Cayetana Alvarez de Toledo sea una persona incoherente, y muestra de esa coherencia berroqueña es que ha sido tan desleal con Pablo Casado, que se jugó el bigote para nombrarla portavoz parlamentaria tras las últimas elecciones, como en su día lo fue con Mariano Rajoy.

También ha sido coherente Cayetana a la hora de elegir la forma de hacer pública su desafección, ya que para ello ha elegido siempre los medios de comunicación en lugar de defender sus posturas de forma abierta en los órganos internos de su partido. No se ha equivocado nunca, siempre ha elegido el medio a través del cual podía hacer más daño a quienes apostaron por ella. Pura coherencia.

Sorprende ver estos días en medios y redes sociales una sospechosa procesión de dolientes viudas y plañideras de Álvarez de Toledo que no se cansan de loar las muchas virtudes de la finada, especialmente cargos públicos de Vox y periodistas cercanos a quienes no se les conocían veleidades cayetanistas previas. Y es que en este país, como decía Alfredo Pérez Rubalcaba, enterramos estupendamente.

Sorprenden también sus argumentos en favor de la señora marquesa, muchos acuñados por ella misma: que si quería encabezar la batalla cultural contra la izquierda, que si tenía una brillante estrategia de oposición que no le han permitido desplegar, que si su indiscutible liderazgo, que si su inteligencia, que si su preparación, que si había leído mucho…

La verdadera explicación de la caída de Cayetana es más sencilla. Como ya dijo en su día fray Guillermo de Ockham, «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable», y en este caso la explicación más sencilla es que la señora Alvarez de Toledo trató de echar un pulso a la dirección de su partido, midió mal sus fuerzas y perdió, tan simple como eso.

Ni más dureza contra el Gobierno, ni más acuerdos, ni más centro, ni más derecha, ni estrategias diferentes, ni giros ideológicos; nada de nada, solo una durísima (y legítima) pelea por el poder. Eso es todo.

La arrogancia no es muestra de aguda inteligencia, sino placebo y espejismo de la misma

La señora Alvarez de Toledo creyó que el grupo parlamentario del PP era una especie de club privado británico en el que era ella y solo ella quien imponía las normas, decidía las estrategias y nombraba y cesaba a su personal subalterno, olvidando de forma imperdonable para su inteligencia que el grupo parlamentario es un mero ejecutor, un brazo armado en las Cortes del partido político que se ha presentado a las elecciones, y no a la inversa.

No me entiendan mal, pero miren ustedes, una persona muy lista y bien formada no tendría por qué recordárselo a todo el mundo todo el tiempo. Suena raro. Tampoco parece muy inteligente tropezar dos veces con la misma piedra; es decir, enfrentarse con el aparato de un partido mayoritario tratando de hacerles comulgar a base de hechos consumados y salir trasquilada de ambos envites.

Las personas extremadamente cultas que conozco, que son unas cuantas, son tremendamente empáticas, huyen de la soberbia intelectual, y adaptan su lenguaje y modos a su audiencia. Nada que ver con doña Cayetana. Porque al contrario de lo que piensan algunos dolientes cayetaners, la arrogancia no es muestra de aguda inteligencia, sino placebo y espejismo de la misma.

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