La coeducación frente a la educación diferenciada
Cataluña arremete de nuevo contra la educación segregada. ¿Acaso los padres que apuestan por ella no pagan impuestos?
Por enésima vez, la coeducación arremete contra la educación diferenciada. Nota bene: en el lenguaje del progresismo coeducativo, la educación diferenciada se conoce como educación segregada. Una notable diferencia si tenemos en cuenta que -como señala el DRAE- “diferenciar” es “hacer distinción” o “conocer la diversidad de las cosas”, mientras que “segregar” es “separar y marginar a una persona o a un grupo de personas”.
La embestida de la Generalitat de Cataluña
En esta ocasión, el ataque proviene de la Generalitat de Cataluña. Resulta que el Ejecutivo catalán anuncia que el próximo curso no renovará los conciertos escolares de los centros educativos –un total de 11 centros y 4.000 alumnos- que imparten la educación diferenciada en la ESO y el Bachillerato. Así se ahorran 15 millones de euros y, de paso, como asegura el consejero de Educación de la Generalitat de Cataluña, se corrige una “anomalía en pleno siglo XXI”.
La escuela progresista coeducativa catalana, como las instituciones relacionadas con el asunto, han recibido la noticia con general alborozo. Así, la Asociación de Maestros Rosa Sensat ha declarado que “ya era hora [de la cancelación de los conciertos] porque es una incongruencia. Estamos educando para hacer una sociedad lo más integradora posible. No tendríamos ni que estar discutiendo esto. Lo más alarmante es la segregación por clase social”.
Por su parte, la Fundación Bofill, apuesta por la supresión de la “segregación”: “La evidencia científica desmiente cualquiera de los argumentos habituales de los centros que separan por sexos, como que por separado rinden mejor, o que las niñas con niñas se empoderan».
«Te pueden mostrar estudios sueltos que dicen lo que sea, pero la revisión científica concluye que el modelo no aporta ninguna ventaja académica ni educativa a chicos o chicas”. Concluye: dicha educación impide “la oportunidad de coeducarse en un marco igualitario y prepararse para unas relaciones sociales, de amistad, de pareja o profesionales mixtas”.
Finalmente, la formación democristiana Units afirma que la cancelación del concierto “es un ataque al derecho de las familias a escoger escuela”. Y la patronal de la escuela concertada (FAPEL, Federación de Asociación de Padres y Madres de Escuelas Libres), se remite al mensaje de Ramón Espadaler, secretario general de Units y diputado del grupo PSC-Units en el Parlament, que dice que son las familias, y no la Administración, las que deben decidir la educación que quieren para sus hijos.
Vale decir que la prohibición de concertar con las escuelas diferenciadas se encuentra en la LOMLOE (2020), de la nunca bien ponderada ministra Isabel Celaá.
¿Los niños con las niñas? ¿Los niños con los niños? ¿Las niñas con las niñas?
Llegados a este punto, uno se pregunta con quién han de estar los niños y las niñas en la escuela. ¿Juntos? ¿Separados? ¿Juntos y revueltos? ¿Juntos pero no revueltos?
Si quieren que les diga la verdad, no tengo criterio definido al respecto. Y si quieren que les siga diciendo la verdad, no me fío ni de los pedagogos, ni de los sindicatos de la enseñanza, ni de las AMPAS o Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos.
Más: sospecho que los pedagogos, las AMPAS –no hablo de las familias, sino de los padres que deciden tomar el mando en la escuela- y los sindicatos -cada uno con sus filias y fobias- tienen un alto grado de responsabilidad en el mal estado de la educación en España. Sí me fio, en cambio, de un profesorado que suele padecer lo inimaginable dentro y fuera del aula.
Los unos frente a los otros
A un lado, la coeducación:
“Poner de manifiesto aquellos aspectos que creemos imprescindibles para el futuro de una escuela democrática… que cree las condiciones para que sean posibles las relaciones de respeto, de responsabilidad y de autonomía en niñas y niños… que sea cuidadosa con la construcción de las identidades … que observa y analiza las discriminaciones para poderlas contrarrestar, que anula las limitaciones que reflejan claramente los estereotipos de género y que potencia la educación en conocimientos, actitudes, valores y comportamientos en el desarrollo íntegro de las personas en el mundo laboral, en la vida doméstica y en la participación ciudadana”.
Enfrente, la educación diferenciada:
“El mismo currículo académico para chicas y chicos; los mismos recursos materiales y técnicos… partiendo de su radical igualdad en dignidad y derechos, todas las personas nacen sexuadas: son hombres o son mujeres. Esta realidad les afecta biológica y psicológicamente y, por ello, toda educación inteligente ha de atender a esas diferencias».
«En este sentido, puede decirse que los alumnos y las alumnas son iguales, pero diferentes… los datos reflejan que el componente sexual es determinante en las cifras de fracaso escolar, cada vez mayor entre los chicos… se están potenciando experiencias de educación diferenciada como medio para reducir el fracaso escolar y mejorar los resultados de los chico”.
El tijeretazo a la libertad de elección
Contrariamente a lo que pretende la Administración, son los padres quienes deciden en qué escuela matriculan a su hijos. ¿Por qué el Estado –la Generalitat de Cataluña en nuestro caso- se empeña en no renovar los conciertos con las escuelas diferenciadas?
Preguntas: ¿acaso los padres de los alumnos de la educación diferenciada no pagan impuestos? ¿Fobia hacía determinada prelatura que dirigiría alguna escuela diferenciada? ¿Por qué se castiga a unos y se premia a sus opuestos? ¿Una cruzada inversa? ¿Quizá el miedo al elitismo que evidencia algunas carencias?
La cancelación del concierto o el tijeretazo –económico e ideológico- a la libertad de elección
¿Una obsesión freudiana? ¿Una manera -así se rompe el libre mercado- de encarecer el recibo mensual de la educación diferenciada en beneficio de la pública y la concertada económicamente más asequibles para la ciudadanía?
La cancelación del concierto a las escuelas diferenciadas tiene su efecto colateral perverso: la libertad de elección tiene un precio. La cancelación del concierto o el tijeretazo –económico e ideológico- a la libertad de elección.