La CEOE, el empresariado y Cataluña
Hablar de política en este país resulta a menudo cansino, muy cansino. Si, además, este país lo circunscribimos a Cataluña, la conversación puede derivar directamente en algo poco saludable y desde luego nada conveniente. Así están las cosas y hasta aquí hemos llegado.
Con estos presupuestos, puedo llegar a entender la pereza que invade a las organizaciones empresariales a la hora de hablar de política, si no es de una manera puramente gremialista. Y cuando el material a debatir es la situación actual creada por el desafío soberanista liderado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, entonces esa pereza se convierte ya en puro terror y les paraliza mentes y gargantas.
La semana pasada la CEOE reunió a su junta directiva en una convocatoria rutinaria, nada especial. Salvo un detalle: hacía apenas dos semanas que se habían celebrado las elecciones autonómicas catalanas. El resultado, de sobras conocido, ha dibujado un inquietante escenario desde el punto de vista empresarial, y para muchos ciudadanos, peor a priori del que veníamos.
Estos comicios y las propuestas ya nada disimuladas de iniciar un camino hacia la independencia que iban en los programas electorales de la fuerza que ha resultado vencedora fueron en su momento motivo de un artículo firmado por el presidente de la propia CEOE, Juan Rosell, y del presidente del Consejo Español de Cámaras, Josep Lluís Bonet, en el que alertaban contra el riesgo de inestabilidad y confrontación que encerraban. El artículo fue asimismo protagonista de una movida reunión de la cúpula patronal.
Pues bien, en la reunión de la semana pasada, la situación en Cataluña no mereció ni una palabra en el discurso del presidente Rosell. Nada por aquí, nada por allá. Ni una mención digna de recuerdo. ¿Cataluña ya no es un problema para el marco de estabilidad que necesita la actividad empresarial? ¿El reto de Mas a las instituciones españoles, a la justicia, no supone ya una quiebra del orden constitucional?
Ni una palabra de Juan Rosell. Y eso que la organización de la que proviene, y una de las más importantes del entramado representativo patronal, Foment, vive una crisis interna derivada, en mayor o menor medida, de la presión soberanista, como desveló también esta semana Economía Digital.
Tampoco hubo palabras sobre este asunto del siguiente orador, José Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía de la CEOE. Feito, en su exposición, pareció más bien un portavoz del Gobierno que el peso pesado que en realidad es de la patronal de patronales. Todo maravilloso, todo en el buen camino. Si acaso China –ay, China, tan exótico-, como amenaza.
El paro que corroe nuestro sistema productivo, la deuda pública, la fractura institucional, la debilidad política… Nada. Nimiedades, parecen pensar los dirigentes empresariales. Y, así, consumieron una jornada más, una junta directiva más y, como se dice en Cataluña: qui dia passa, any empeny (quién pasa un día, empuja un año).