La caza del león y el cante púnico de Granados
¡Qué tranquilidad! Como si el mundo se hubiese parado. Que mataron un león en Zimbabue (África) y los españoles pensamos lo peor. Habían filtrado que era español. Y, ¡zas! Casi todos pensamos lo mismo. Ya Juanito (Juan Carlos I) hizo otra de las suyas. Pensamos en aquel safari organizado por la rubia princesa para celebrar no se sabe bien qué, si comisiones del AVE o algo más personal. De tal manera que su caída de la cama fue el principio de su caída del trono. El destino. Pero esta vez, no. Menos mal que no. Ya han descubierto quién fue el asesino. Un dentista norteamericano. ¡Qué descanso!
Descanso es el pretendemos realizar cada verano. Pero éste parece que no nos lo va a permitir. ¡Qué cantidad de noticias! Hasta Mariano está cansado de tantas. Y se fue a su pueblo pontevedrés a olvidar, o mejor, a no pensar en lo que se avecina. Porque la ‘Púnica’ se extiende como río de lava. Y se lo lleva todo. Lo arrasa. Y Mariano está temblando. Que si Aguirre se va antes que la lava la arrastre. Que si ‘canta’ Granados. No Granada, que no tiene voz, ni conocimientos musicales para ello. Francisco Granados, el todopoderoso segundo de Espe. Que está cabreado en su celda viendo cómo Esperanza y González, el de la coleta blanco y a quien nadie votó de Madrid, se lo pasan pipa. Y él está entre rejas. Que se va a soltar. A largar casi todo lo que sabe. ¡Ay, madre!
Porque Granados está pensando en la venganza. Está que arde por cómo se ríen de él su amiga Espe y González. Que siguen limpios. Porque lo mismo se lanza este verano a cantar de la mano de su represente en las tertulias, el Inda de todos los saraos periodísticos. Y entonces se va a armar. Y gorda. Y a alguna pelirroja le tiemblan ya las rodillas. Y algo más. Y el Mariano no sabe cómo contrarrestar la erupción del volcán Granados. Y elige la línea dura. En Valencia coloca a Isabel Bonig en lugar de Fabra.
Y en Cataluña, para dar motivos de conversación, ha puesto a un cabeza grande para competir con el cabezota de Mas. Ha puesto al terror de los inmigrantes, el exalcalde de Badalona Xavier García Albiol, cuya cabeza no cabría en los billetes de 100 euros si fuese rey. Y por si éramos pocos a opinar del tal Albiol aparece el ‘chico nuevo’ del PP, Javier Maroto, y larga que Albiol «ha tenido la valentía de hablar de lo que se hablaba en la calle de una forma sosegada y moderna». ¡Qué hombre! Le gusta al ‘chico nuevo’. Seguro. De paso se quita de en medio a la ‘morro de pato’, digo a la Alicia de aquella tierna comida con la exnovia de un Pujol donde comían y tragaban a la vez rabo de toro pujoliano con huevos estrellados sin patatas. Las patatas quedan para los cinco magníficos expoderosos.
Esto, como dicen los entendidos, no ha hecho más que empezar. Lo bueno está en los siguientes actos. Lo bueno está por llegar. Estaremos atentos.