La carnaza
Esta semana, mientras Rajoy toca la última de las cosas que dijo que no tocaría, las pensiones, el ministro Wert es el encargado, desde el ala FAESlangista del Gobierno, de lanzar carnaza a los leones. Y en España, ya se sabe, la carnaza es siempre catalana. La trayectoria política del ministro de Educación va desde Izquierda Democrática (cuando Franco ya había muerto) al PP pasando por UDC y PDP.
Es decir, desde la izquierda falangista a la derecha falangista. Y profesionalmente trabajando siempre dentro de los resortes de la oligarquía, sea burocrática o económica, en el entorno de Polanco o como adjunto al presidente del BBVA, Francisco González, cuando el Estado, desde Argentaria, asaltó el bastión de la burguesía vasca, como por ejemplo ha hecho con las cajas.
Con la excepción de algún ministro del PSOE a la altura, Wert cierra, por ahora, una alcurnia que empezó el 1939 con José Ibáñez Martín de la CEDA, quien decía: «Queremos una ciencia católica«. Después del lapsus de Joaquín Ruiz Giménez, vino Jesús Rubio Garcia- Mina, el de: «Estudiantes a estudiar«, miembro de Falange y Camisa Vieja; Lora-Tamayo, Villar Palasí, Julio Rodríguez, el de la reforma juliana, y finalmente, Cruz Martínez Esteruelas ministro hasta el 1975 y fundador de Alianza Popular. Estas son las raíces de Wert.
Pues bien, mientras los catalanes, y su lengua son carnaza para el circo españolista, continúa Rajoy con políticas de sacrificio para los ciudadanos y de beneficio para los suyos. Mientras Rajoy saca pecho soberano ante los catalanes, se muestra totalmente subordinado a los intereses de sus dueños con la promiscuidad entre altos cargos de la administración, responsables ministeriales y miembros de las direcciones del conglomerado oligárquico: banca, eléctricas, autopistas, grandes constructoras, medios de comunicación, telefonía…
Pero, la situación es tan evidente que crece la respuesta. La reacción de gente formada, de profesores universitarios, dirigentes de pymes, tecnólogos, no de gente alternativa y antisistema. Una sorda revolución de la clase mediana que empieza a plantearse su fuerza transformadora como consumidora.
Ahora mismo se ha puesto en marcha una iniciativa para ser entregada a Günter Oettinguer (Comisario Europeo de Energía ). Dice así: » Como ciudadanos europeos le pedimos que haga una investigación en profundidad para determinar los costes del sistema eléctrico que han dado origen al déficit tarifario a través de una Auditoría y utilizar los resultados de ésta para promover una modificación sustancial del funcionamiento del mercado eléctrico español.«
El modelo energético español está controlado por compañías eléctricas que, después de contratar con sueldos millonarios a los políticos que las han beneficiado, consideran insuficientes sus 6.000 millones de beneficios anuales. Mientras tanto, la factura de la luz se dispara, continuamos dependiendo de la compra exterior de combustibles contaminantes y en vez de apostar por las energías renovables, ecológicas en el territorio, los gobiernos consienten los abusos a los consumidores con facturaciones de las más altas de Europa y siempre llorando por el famoso déficit tarifario de las oligoeléctricas.
Junto a esta iniciativa ciudadana por la transparencia surgen propuestas alternativas a los oligopolios, como la cooperativa Somos Energía, sin ánimo de lucro, que reúne a miles de personas con el deseo de cambiar el modelo energético actual y trabajar juntos para lograr un modelo 100% renovable. Con un sistema moderno de microinversión para poner en marcha proyectos de generación a partir de fuentes renovables (Biogás, solar, viento, etc.) de manera independiente, bajo la forma de la copropiedad y garantizar un mejor servicio, con información veraz. Y sin el lujo oriental de los directivos y estructuras de los oligopolios.
Otra alternativa, en este caso en formato de microempresa, como la de Holaluz.com formada por tres ingenieros y que se aprovechan de los inicios de la liberalización del mercado y del malestar generalizado de los clientes. Su apuesta: ahorrar costes a los clientes con un servicio sencillo y próximo.
Este tipo de oligopolio, como el eléctrico, que basa sus ganancias en el derroche energético que hacen los clientes, es una empresa antisocial e insostenible. En el marco de la crisis global sólo tendrán sentido aquellas empresas que cobren por el servicio: temperatura suficiente o luz suficiente, que implicará ser muy cuidadosos al promover el ahorro en el consumo y la eficiencia de la instalación y de los edificios.
Gran nicho de creación de miles de puestos de trabajo junto con las renovables y de relanzamiento de trabajo por ingenieros/constructores en rehabilitaciones energéticas de edificios, si no fuera porque Gobierno que lanza la carnaza catalana a las fieras, como por desgracia, a veces también al que abandera el papel de víctima, es cómplice directo de los intereses de estos oligopolios, contrarios al progreso.