La calle, el mejor escenario para la izquierda

La vuelta de la izquierda populista a la calle podría ser una tentación y la única opción para frenar el avance de la derecha en las encuestas

Nadie cree en una ruptura del gobierno de Pedro Sánchez, al menos a corto o medio plazo. Todo indica que puede agotar la legislatura y llegar a 2023, tal y como repite desafiante el inquilino de la Moncloa. Este ejecutivo es el fruto de una alianza contra natura integrada por diferentes que, menos por el bien común, se mueven por todo tipo de intereses. Lo que una moción de censura unió, que no lo separe un adelanto electoral.

Lo hemos visto en la negociación de los Presupuestos Generales. Cada uno ha ido a lo suyo. Cada uno ha hecho su papel. Con Sánchez vivíamos mejor, recordarán algún día, por eso prefieren que ese día tarde en llegar. Especialmente para los nacionalistas del PNV, ERC y sobre todo para Bildu. Ya lo dijo Otegi cuando habló para los suyos y dejó claro que lo mejor para sus presos es que Sánchez agote la legislatura y, a ser posible, repita una más.

Sin embargo, la derogación parcial, total o mediopensionista de la reforma laboral del PP dibuja un escenario diferente para Unidas Podemos y todos los círculos que giran en esa órbita. La debilitada figura política de Pablo Iglesias, Ione Belarra, Irene Montero y Pablo Echenique contrasta con la creciente imagen de Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo mantiene un pulso con Nadia Calviño del que parece que saldrá vencedora aunque pierda.

Si consigue imponer su criterio y la derogación de la reforma laboral es total habrá metido a Sánchez en un lío. Ella habrá ganado, pero puede que Bruselas no acepte la situación y los necesarios fondos europeos no lleguen como se espera. La legislatura podría terminar abruptamente y pasarle seria factura al PSOE en las urnas. A su izquierda se habría erigido una nueva figura política capaz de disputarle el liderazgo en la oposición, en caso de que sea la derecha quien gobierne.

Si por el contrario Yolanda Díaz pierde, la derogación de la reforma laboral no se produce o tratan de embaucarla en una suerte de trágala que no acepta, la ministra de Trabajo tendrá en su mano retirar los apoyos que mantienen a Pedro Sánchez en la Moncloa. Nadie cree, como decía al comienzo de este artículo, que eso vaya a producirse. Pero hay algunos elementos que apuntan a que la vuelta de la izquierda populista a la calle podría ser una tentación y la única opción para frenar el avance de la derecha en las encuestas.

No es casual que el ministerio de Trabajo que lidera Yolanda Díaz haya aumentado en 17 millones de euros la subvención pública a los sindicatos para 2.022. Un incremento tres veces superior al del crecimiento económico previsto. De ese montante CC.OO. y UGT se llevan 13 millones. La central que lidera Unai Sordo aclamaba ¡presidenta, presidenta! a Yolanda Díaz en su último congreso federal, donde insistió en la derogación de la reforma del PP.

Parece claro que el proyecto político que la ministra gallega quiere construir, más allá de la cada vez más frágil marca de Podemos, cuenta con el apoyo de CC.OO. Después de tres años de letargo y con un horizonte económico complicado los sindicatos de clase amenazan con hacer ejercicios de calentamiento por la banda. Dicen que el disparatado precio de la luz exige movilizaciones. Pero de momento, nada de nada. Contra el gobierno de Pedro Sánchez no habrá protestas en la calle mientras en el consejo de ministros se siente alguien como Yolanda Díaz.

Otra cosa bien distinta sería que la derogación de la reforma laboral se quedara en agua de borrajas y la titular de Trabajo dijera “hasta aquí”. Romper el gobierno a un año y medio de elecciones generales y con algunas autonómicas de por medio no sería descabellado. Entre indemnizaciones, sueldos garantizados y patrimonio conseguido el roto económico entre los cargos de Podemos sería mínimo. Se puede decir que están amortizados. Y Pablo Iglesias lo sabe. Mientras que todos los grupos vinculados a Ada Colau, Compromís, Teresa Rodríguez, Iñigo Errejón, etc, esperan una señal.

Quedaría así poco más de un año para organizar de nuevo a la izquierda desde donde se muestra más fuerte: en la calle. Con un Pedro Sánchez “culpable” de plegarse ante la patronal y Bruselas y movilizando contra la derecha a todos los sectores descontentos, ahora sí, por el precio de la luz y lo que venga.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante la reunión que han mantenido este jueves, antes del inicio del Consejo de Ministros extraordinario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2022. EFE/Javier Lizón

Sin olvidar que PSOE y Podemos dejaron que ERC se saliera con la suya en el proyecto de ley de Convivencia Universitaria para que la organización de escraches, ya sea para impedir conferencias o para parar clases en las universidades, no sea ya delito.

Incluso la reforma legal para sancionar los recibimientos a presos de ETA (ongi etorris) ha quedado supeditada por el Gobierno al debate abierto en la UE sobre la “perspectiva de los derechos humanos” ya que «actuar contra estos homenajes puede colisionar contra el derecho a la libertad de expresión«.

Todo es muy tentador para Yolanda Díaz.