La broma macabra de Pedro Sánchez
No, los españoles no “salimos más fuertes”, sino gravemente heridos por una nefasta gestión cuyas consecuencias perdurarán en el tiempo
Acaba 2020 y con él uno de los peores años de la historia reciente. Posiblemente, uno de los ejercicios más trágicos que experimentará la presente generación debido al brutal impacto de la pandemia y sus dramáticas consecuencias.
De ahí, precisamente, que el lema por antonomasia que ha empleado el Gobierno durante la crisis del coronavirus, bajo el título “salimos más fuertes”, debería causar una profunda indignación entre la inmensa mayoría de españoles, ya que su mera formulación constituye un insulto a la inteligencia y un desprecio absoluto a los millones de víctimas que deja tras de sí esta catástrofe.
Ahora que se empiezan a administrar las primeras vacunas contra la Covid se puede afirmar, sin duda, que es el principio del fin, pero España, por desgracia, a diferencia de otros muchos países cuya gestión ha sido razonable, saldrá mucho más debilitada y frágil tanto a nivel económico como político y social.
Un balance trágico
En primer lugar, porque 2020 deja un balance de 50.000 muertos, según las cifras oficiales, y cerca de 80.000 si se observan los registros civiles.
España registra la mayor mortalidad por habitante de toda la UE y una de las más altas del mundo. Y todo ello sin contar las graves secuelas físicas y psicológicas que han padecido otros muchos enfermos, siendo España uno de los países con mayor incidencia acumulada de coronavirus.
El panorama económico
A los efectos sanitarios se suman, además, los económicos. Todo apunta a que el PIB sufrirá un desplome de dos dígitos, hasta el punto de duplicar la caída media de la zona euro, de modo que la economía nacional experimentará este año no solo la mayor recesión desde la Guerra Civil, sino una de las mayores contracciones del planeta.
La situación ya es grave per se, pero el hecho de que España mantenga inamovible una de las regulaciones laborales más rígidas y arcaicas de la OCDE amenaza con transformar la crisis económica en una profunda crisis social.
Los servicios públicos de empleo cerraron el pasado noviembre con un total de 3,85 millones de parados registrados, a los que habría que añadir algo más de 1 millón de trabajadores afectados por ERTE y cese de actividad.
Aunque los sectores más afectados, especialmente el turístico, se recuperarán de forma gradual en 2021, conforme el volumen de contagios se vaya controlando, la destrucción del tejido productivo y el pernicioso intervencionismo económico del Gobierno dificultarán la creación de empleo, condenando así al paro a muchos de los que han perdido su puesto de trabajo en los últimos meses.
Y el aumento del paro trae consigo más pobreza y desigualdad, los dos grandes problemas que tanto han prometido combatir PSOE y Podemos.
Las arcas públicas
Asimismo, la solvencia del Estado también ha resultado muy dañada. El déficit público, que cerró octubre por encima del 7% del PIB, es posible que concluya el año superando el 10%, mientras que la deuda ronda ya el 120%, su nivel más alto en más de un siglo. Lo único que mantiene la prima de riesgo bajo control es la laxa política monetaria del Banco Central Europeo.
Sin embargo, lo más preocupante a medio y largo plazo es el rápido e intenso deterioro institucional que está sufriendo la democracia española a manos de un Gobierno cuyo principal objetivo es controlar a su antojo los resortes del poder para que Sánchez se mantenga en la Presidencia a cualquier precio.
No, los españoles no “salimos más fuertes”, sino gravemente heridos por una nefasta gestión cuyas consecuencias perdurarán en el tiempo.