La batalla de Barcelona

Barcelona va a afrontar el próximo mayo las elecciones más apasionantes de su historia. Bautizarlas con el nombre de la Batalla de Barcelona sería quedarse corto. Las elecciones se dirimirán en un cuerpo a cuerpo en cualquier calle de la ciudad. Nunca antes las posiciones habían sido tan ajustadas entre un número tan elevado de partidos. 

Para analizar bien el escenario debemos comenzar por algunos números. Las elecciones municipales tienen una participación de alrededor el 50% del censo electoral. Aunque es la institución más cercana al ciudadano, ésta no ha dejado de disminuir desde las primeras elecciones en 1979. Con estos porcentajes, estamos hablando de un número de votos entre 600.000 y 700.000. 

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Aquí encontramos el primer dato significativo. Para ganar las elecciones, considerando las cifras de las últimas elecciones municipales en 2011, las últimas elecciones en la ciudad (europeas 2014) y las dos últimas encuestas de las últimas semanas –La Vanguardia y El Mundopodemos afirmar con rotundidad que con 150.000 votos se podrían ganar las elecciones en Barcelona.

Una cifra que puede parecer al alcance de la mayoría de los seis partidos en liza. CIU alcanzó en las últimas municipales cerca de 180.000 votos. El PSC, acostumbrado a superar el listón de los 200.000 votantes hasta el 2007, quedó en las últimas en su cota más baja con poco más de 130.000 votos. El PP, con un voto fiel, estabilizado sobre los 100.000 electores –aunque en 1995, en la época de Aznar, llegó a superar los 150.000–. ERC, con un tope máximo cercano a los 100.000 votos, aunque alcanzara cerca de 130.000 en las últimas europeas. Finalmente, los outsiders como Barcelona en Comú –con la suma de ICV–, que podría moverse sobre unos máximos de 150.000 votos y, en menor medida, Ciutadans, que tiene su mejor registro sobre los 50.000 votos, aunque con una clara tendencia a subir. Las CUP con una candidata desconocida quedan descartadas en nuestra terna.

Los datos crean un escenario muy complejo. Tan complejo que incluso extrapolando los datos de las últimas europeas al Ayuntamiento –elecciones en 2014– ninguno de los partidos superaría las 10 actas de concejal. Prácticamente habría un triple empate a la cabeza sobre los 8-10 concejales entre CIU, ERC y Barcelona en Comú –hemos sumado votos de ICV y Podemos– y otro triple empate en la parte media –que no baja– sobre cinco concejales, entre PP, PSC e incluso Ciutadans –aquí hemos añadido los votos de UPyD–. Todos sabemos, sin embargo, que el voto en las europeas no tiene nada que ver con el voto en municipales, aunque sí es cierto que sirve para conocer las fidelidades en algunos partidos.

En las últimas encuestas publicadas tampoco vemos grandes cambios. Si acaso la bipolaridad manifiesta entre CiU y Barcelona en Comú. También el significativo descenso del voto de ERC hasta los niveles del resto de partidos. Se nota la pérdida de fuelle de su casi único argumento, la independencia. Pero esta gran igualdad es, sin lugar a dudas, la gran clave de las elecciones, lo que será la gran batalla de Barcelona. Debido a la Ley de Hondt un buen número de concejales bailarán en pocos miles de votos, e incluso, ya lo verán, en apenas cientos.

Cada voto será un tesoro. Los partidos deben luchar en un doble escenario. Por un lado, mantener al máximo la fidelidad electoral –es decir, movilizar a su electorado–. Y por otro lado robar, en cualquier calle, hasta el último voto posible. Un intercambio de votos poco flexible en Barcelona, pero que en esta ocasión tiene dos frentes bien abiertos: «un frente de la ideología» y «un frente de las banderas». Detrás, los dos grandes ejércitos a convencer: los votantes del PSC y CIU. 

El primer frente será violentado por Barcelona en Comú y Ciutadans. El objetivo es claro: conseguir para su causa el máximo de los votos del PSC. Vamos, robar al PSC sus votantes, para llevarlo a los límites más bajos de su historia en las elecciones de Barcelona. ¿Pero cuántos votos pueden llegar a robar?

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Como vemos en el mapa, de la diferencia de votantes entre las dos últimas elecciones municipales en Barcelona (2007-2011), el gran frente de combate estará en cuatro distritos: Nou Barris, Sant Martí, Eixample y Sants Montjuic. Curiosamente donde no viven la mayoría de sus candidatos. Como en la guerra, conocer el territorio es básico. No es lo mismo vivir o haber vivido que simplemente pasear a buscar votos. En esos distritos estará buena parte de la clave de las elecciones municipales. Mientras en otros, de donde sí son originarios (Ciutat Vella, Les Corts o Sarrià–Sant Gervasi) los movimientos serán menores. 

Otro frente abierto es el de las banderas. Aquí el objetivo es robar el máximo de votos de CiU. Tanto de los votantes descontentos con el giro independentista del partido –como incluso reconoce su alcalde– como de los defraudados precisamente por ese reconocimiento implícito de Xavier Trias. En este frente la pérdida de CiU sería doble. Por un lado, hacia Ciutadans y el PP, y por el otro, hacia ERC. 

Esta segunda batalla se librará en los distritos donde CiU tuvo y retuvo su mayoría en las últimas municipales. Pueden verlo en el siguiente mapa donde aparecen el partido más votado y el número de votos por distritos. El frente, alguno con muchos votos en juego, estará en la zona amarilla: Sarrià Sant Gervasi, Les Corts, Gracia, Eixample y Sants Montjuic.

 

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Como habrán deducido, hay dos distritos (Eixample y Sants–Montjuic) donde estarán situados los dos grandes frentes de la batalla de Barcelona. De los dos, por su volumen de votos en juego, el Eixample parece destinado a ser el escenario de la madre de todas las batallas. Ganar ese distrito no es por sí mismo ganar las elecciones. Pero, en una pugna tan ajustada, 5.000 o 6.000 votos de diferencia allí sí que serán la llave de la victoria electoral. 

Un sólo dato demoledor: el último ganador en Ciutat Vella –PSC– requirió de apenas 5.400 votos. Por su parte, el partido más votado en 2011 en Eixample logró casi 40.000 votos, es decir ocho veces más. En Barcelona todo voto tiene el mismo valor. Por lo que las zonas más densas disponen de un valor añadido para los partidos… Queda claro que algunas propuestas concretas deben centrarse en zonas bien específicas. Sumar votos allí es sumar el doble. 

En todo caso la batalla de Barcelona aún no ha comenzado. Los frentes siguen en silencio a pesar de algunos movimientos, como las listas, todavía de bajo calado. Eixample y, en menor medida Sants-Montjuïc, serán los grandes campos de batalla. Cualquier estrategia de los partidos pasa por sumar ese mínimo de 150.000 votos en la ciudad. Aunque algunos ya han errado en su análisis. Ganar una batalla sin conocer el territorio siempre es complicado. Que se lo digan a aquellos que lucharon contra el general invierno en la época de Napoleón o en la Segunda Guerra Mundial en las llanuras rusas. Por eso pregunto en voz alta… ¿cuántos de los seis líderes han nacido o viven en esos distritos donde tendrá lugar la gran batalla de Barcelona? Piensen la respuesta.