La Barcelona ‘high-cost’ seduce al millonario Mittal

Escribí en una ocasión que prefería un Xavier Trias que miles de Artur Mas. No es una adhesión inquebrantable ni acrítica. El Ayuntamiento de Barcelona se equivoca en no pocas ocasiones, pero por comparación con su vecino de plaza siempre sale ganador. Diría más, eso sucede con el gobierno presente y era habitual con casi todos los anteriores.

Así, mientras los apocalípticos se quejan amargamente de que Barcelona adopte un modelo de ciudad low-cost por cómo se había configurado su aeropuerto y una parte del turismo suceden cosas que facilitan ver el vaso medio lleno.

Me refiero a la macroboda que una heredera del magnate mundial del acero Pramod Mittal celebrará en la capital catalana. Por los detalles que se han conocido de ese evento, el ayuntamiento ha puesto la ciudad a disposición del high-cost, de una actividad que requiere un trato especial, como si fuera casi una olimpiada, un congreso de móviles o equivalente.

 
Barcelona no es sólo un destino para cruceristas, rusos ricos y borracheras nocturnas

La colaboración del consistorio con los organizadores es una muestra de que lo público y lo privado se alían dando frutos para la ciudad. Todo se articula desde el Hotel Arts, de la cadena Ritz-Carlton, que a través de su directora Rivero Delgado (encargada de alojar a Michelle Obama en Marbella en agosto de 2010) coordina buena parte del acontecimiento. La cooperación era necesaria cuando se están realizando movimientos de invitados con cifras sorprendentes.

En esta ocasión, la terminal de vuelos privados de El Prat, las tiendas de Paseo de Gràcia y Rambla Catalunya, los restaurantes con estrellas Michelin, los hoteles de mayor lujo, las joyerías, las empresas de traslados de VIP, las firmas de seguridad… trabajarán más que de costumbre. Barcelona también es eso, no sólo un destino para cruceristas de día, rusos que pagan en efectivo a cualquier hora o turismo low-cost de borrachera y nocturnidad.

Barcelona tiene flexibilidad contrastada y acontecimientos como el que nos ocupa pueden desarrollarse en su seno sin riesgo contaminante para la morfología de la Ciudad Condal. Al contrario. Los ingresos que la boda producirá son una actividad productiva nada desdeñable. No está mal que el lujo legendario de cualquier punto del mundo y los millonarios del siglo XXI puedan enamorarse de Barcelona, sus hoteles más emblemáticos, sus calles, su seguridad, su clima y su paisaje. Ese nuevo potencial turístico hay que mimarlo. Y el interés debe ponerse tanto en los activos propios de la capital catalana como en su imagen ante todo tipo de públicos.