La avenida de las bombas y las pistolas de Barcelona
Si Ada Colau pretende recuperar la memoria de la ciudad, debería substituir el nombre de cualquiera avenida de Barcelona por éste
El nomenclátor de la ciudad nunca es inocente. El nomenclátor socializa y educa al ciudadano en una determinada concepción del mundo. En una ideología, si se prefiere. El nomenclátor muestra la historia y la memoria de la ciudad. El nomenclátor es el antídoto del olvido.
Escoger el nombre de una calle o plaza no es un acto administrativo, El nomenclátor, como se dice ahora, construye también un relato. Por eso, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, ha decidido eliminar, entre otros, la Avenida de Borbón del nomenclátor de la ciudad. Como antes -sigue el relato-, introdujo en el mismo la plaza de la República.
Todos nos preguntamos qué hará Colau con el Passeig Lluís Companys, pues éste dio un golpe de estado contra la República
Hay que reconocer que Ada Colau, a primera vista, no engaña, porque de todos es conocido que reivindica una memoria “republicana, popular y feminista”. Por eso, eliminó también del nomenclátor -ni republicanos, ni populares, ni feministas- al Almirante Cervera y al empresario Antonio López del callejero barcelonés.
Cabe suponer que, en breve, eliminará del callejero a un Sabino Arana que tenía muy poco de republicano, popular y feminista, y mucho de supremacismo racial. Y, ¿qué hacer con el republicano Lluís Companys que dio un golpe de estado contra la República?
Si prima la ideología de Colau, la plaza Karl Marx tendrá una larga vida en Barcelona
Al parecer, la avenida Príncipe de Asturias corre peligro y a la plaza Karl Marx se le augura una larga vida en Barcelona. La dictadura del proletariado por encima de la monarquía constitucional. Cuestión de afinidades.
En cualquier caso, desinteresadamente, con el ánimo de ayudar a la alcaldesa y colaborar en el asunto, tengo una propuesta -que dirijo a la ponencia del nomenclátor del Ayuntamiento de Barcelona- que espero reciba la atención que se merece y sea aceptada.
Se trata de substituir el nombre de cualquiera de las avenidas existentes en la ciudad de Barcelona -por favor, respeten a monárquicos, impopulares y no feministas: también forman parte de la ciudad de Barcelona- por Avenida de las bombas y las pistolas. Con ello, pretendo recuperar la memoria -toda la memoria- de la ciudad. Me explico.
Durante las cuatro primeras décadas del siglo XX, Barcelona –conocida como “la Rosa de Fuego”- fue la ciudad de las bombas y las pistolas. ¿Por qué -puestos a ser populares y republicanos- no recordarlo en el nomenclátor?
Al respecto, aporto un par de pruebas irrefutables que espero sean valoradas adecuadamente por los miembros de la ponencia del nomenclátor:
Texto de Feliciano Baratech:
“Las agresiones personales fueron haciéndose costumbre en las luchas sociales, primero utilizando el rudimentario medio de apedrear a los esquiroles y agredirlos a palos, martillazos y demás procedimientos contundentes”, relató Baratech.
El periodista aragonés añadió: “Luego se utilizaron los explosivos, reminiscencia de la actuación anarquista, y finalmente surgió el disparo como perfeccionamiento del ataque, dirigido ya no sólo contra obreros rompehuelgas, sino contra los patronos primero, luego contra las autoridades, y por fin contra todos los que se oponían a la parte que practicaba la violencia” (Los Sindicatos Libres en España. Su origen, su organización, su ideario,1927).
Breve resumen de trabajo del documentalista Miquel Mir Serra:
El autor recoge, en forma novelada, las memorias de un viejo militante anarquista, de nombre Josep, durante los inicios de la Guerra Civil en Barcelona. Resumen: secuestrar y ejecutar al enemigo; fabricar y explosionar bombas; robos en cases burguesas, bancos, gasolineras y empresas; asaltar, profanar, saquear, y quemar (Entre el rojo y el negro. Una crònica de la Barcelona anarquista, 2005).
La reivindicación de la memoria “republicana, popular y feminista” de Ada Colau es selectiva. Confunde la historia con la memoria. Exhibe la memoria que interesa y oculta la historia que no interesa.
El nomenclátor como instrumento de ideologización y adoctrinamiento ciudadano. El nomenclátor como elemento fundamental en la construcción de un relato a mayor gloria de las filias y fobias de quienes gobiernan la ciudad.
Si, como se decía al inicio, el nomenclátor es el antídoto del olvido; si eso es cierto, también lo es que hay recuerdos tramposos y olvidos benéficos.