La atracción independentista por las fechas
Del mismo modo que imponer fechas históricas ha permitido al independentismo ganar electoralmente, se ha confirmado que sin plazos no puede sobrevivir
La nueva doctrina independentista se está forjando ahora sobre la base de no concretar fechas en el calendario que no se puedan cumplir, y mucho menos fechas/ultimátum.
La nueva estrategia se centra en exponer a la opinión pública que el objetivo sigue siendo el mismo, la ruptura con España, pero ralentizando el proceso y adaptándolo al calendario español.
La nueva recaída señala elecciones autonómicas inminentes
El tiempo ha establecido que las amenazas del independentismo al Estado español, marcando fechas precisas que no se han cumplido, han provocado que sus representantes sean ahora señalados como traidores a la causa. El calendario/boomerang ha sorprendido al cazador cazado.
Poner fechas imposibles de cumplir se había convertido para el independentismo en una estrategia imprescindible para tener credibilidad; el resorte psicológico que se accionaba en sus votantes era poner una fecha para dar crédito a sus creencias y corroborar que el milagro era viable.
Las fechas eran como el sello de calidad que vemos en muchos alimentos para animarnos a comprarlos frente a otras propuestas gastronómicas.
Sin embargo, la nueva doctrina independentista basada en decir “no a los plazos cerrados”, e inicialmente aceptada por todos, incluso por la ANC, de nuevo se ha visto truncada. Nos encontramos ante una nueva recaída que señala nuevas elecciones autonómicas y nuevas divisiones en el corazón del independentismo.
En menos de un mes, el presidente de la Generalitat ha pasado de certificar como positivo el proceso de diálogo con Pedro Sánchez a pedirle, sí o sí, un plazo para realizar un referéndum de autodeterminación.
Quim Torra sólo ha necesitado un primero de octubre para entrar en el juego de los últimátum
En menos de un mes, el presidente de la Generalitat ha pasado de invitar a los catalanes a discutir la constitución de la República, proceso constituyente, a informarles, vía un acuerdo con ERC, que la legislatura probablemente se termine cuando se sepa el veredicto de los juicios por los acontecimientos del 1 de octubre.
El presidente de la Generalitat sólo ha necesitado un nuevo 1 de octubre para entrar en el fatídico juego político de los ultimátum y fechas a cumplir sí o sí. Los plazos imposibles de cumplir funcionan como la tinta de calamar, accionada cuando éste se ve amenazado para confundir a aquellos peces que lo quieren cazar.
Sin plazos no hay supervivencia
La tinta de calamar permite ocultar o dificultar la visión de las contradicciones independentistas. Las acciones de los CDR tendrán que ser ahora investigadas por los mossos d’esquadra. Las cargas policiales de los mossos ahora son criticadas por el independentismo más intransigente.
La estrategia de Junts per Catalunya sobre cómo hacer cumplir los requerimientos del juez Llarena, en referencia a los derechos parlamentarios que disponen los presos en prisión y los huidos a Bruselas, no es coincidente con la de ERC.
Una cosa parece clara y es que, del mismo modo que imponer fechas históricas les ha permitido ganar electoralmente, sabemos también que sin plazos el independentismo político tampoco puede sobrevivir.
Ahora sabemos también que el independentismo de Junts per Catalunya puede perder la mayoría parlamentaria para impulsar la República, dejando en el limbo, sin fechas señaladas, a sus votantes.