La ansiedad permanente es perjudicial

Kiev, Estambul, Atenas, el Cairo, Túnez, México, Burgos, Barcelona, Madrid, Río de Janeiro, Moscú, Bangkok y en otras ciudades del mundo se producen manifestaciones, revueltas y demandas que no nacen del vacío, sino de la acumulación de un descontento que ha inducido a muchos a convertirse en furia, en gente escéptica que no ve el fin de su angustia.

La eterna tranquilidad es excesiva. La ansiedad permanente es perjudicial. La gente sale a la calle pidiendo democracia y justicia, así como una buena educación y sanidad para recuperar la autoestima. Exige los recursos necesarios para una vida digna, libertad política y garantía de derechos.

Muchos son los factores que provocan estos movimientos: cambios en la sociedad, crisis económicas, tiranía, gobernanza, paro, corrupción etc. Sin embargo, no se ven las consecuencias de los errores y la apreciación de los gobernantes, sino que más bien se intentan ocultar o camuflar las causas y efectos de estos trastornos importantes y muchas veces prolongados.

Sea por la crisis o por el mal gobierno se está demostrando la gran brecha entre gobernantes y ciudadanía. La mayoría de los gobiernos han interpretado tarde y mal las crisis y sus consecuencias y las transformaciones de la sociedad. No hay otra opción que escuchar a la gente, se necesitan decisiones valientes que permitan el diálogo. No se puede ocultar la verdad.

Hoy en día, los ciudadanos empiezan a ser más libres para expresar su frustración y la condena a políticas de corto recorrido de sus gobernantes. A menudo se critica la ausencia de verdaderos planes de desarrollo, de reformas, el engañoso proceso de modernización y la negligencia en el cumplimiento continuo de las libertades civiles y los derechos humanos.

Hoy, muchos son los gobernantes que por temor a la voz de los ciudadanos empiezan a ceder a las demandas, asustados por las revueltas e incapaces de frenar las ansias de sus jóvenes que cuentan con un aliado inesperado: los nuevos medios y las redes sociales.

Sería mucho simplificar pensar que sólo es una crisis causada por la mala gestión financiera, la prima de riesgo, los altos precios y el desempleo galopante. Es posible que sea el descontento de la situación económica el detonante pero sería un gran error creer que la economía es la única causa de todo cuando el problema central radica muchos veces en la ausencia de libertades y derechos, la corrupción y la alternancia en el poder.

Los líderes deben analizar correctamente las lecciones de los acontecimientos si quieren evitar la crisis, así como el destino de otros gobernantes y de sus países. Los gobiernos deben responder de manera permanente y no temporal, o cada cuatro años, a las demandas y escuchar la voz de la gente. Deben continuar presentando iniciativas positivas y serias que contribuyan al restablecimiento de las reformas políticas, con el fin de reforzar los principios de la justicia social, los derechos humanos y proteger la dignidad de los ciudadanos, la libertad, la seguridad y no sus propios y estrechos intereses partidistas.

La democracia no puede ser concebida como un sistema político unido únicamente a la aplicación de unas elecciones multipartidistas. Es un proceso continuo. Su éxito es la disposición a respetar los derechos políticos, económicos, sociales y culturales, y su objetivo es la creación de una sociedad de bienestar, la estabilidad y el progreso.

En algunos lugares, el poder parece que sólo mejoró la capacidad de algunos gobernantes para dominar y ha disminuido su necesidad de evolucionar. Los ciudadanos están buscando una reforma o un cambio general del sistema. Quieren gobiernos decisivos capaces de agitar las ruedas del país hacia la modernización y la prosperidad.

Con la excepción de unos pocos gobiernos, muchos tienen que iniciar, y cuanto antes mejor, un verdadero proceso de cambio que ofrezca políticas sin trampa o tantas trabas, con transparencia, igualdad de oportunidades, más servicios de educación y  una sanidad de calidad. De lo contrario, seríamos testigos de muchas tormentas y no perfectas.

En la nueva relación con los ciudadanos se están dibujando mapas diferentes. Estamos frente a grandes interrogantes, de los que se esperan unas respuestas convincentes.