La anciana de Reus y los líos de familia

El fallecimiento de la anciana de 81 años que estaba sola y que murió en la madrugada del pasado día 14 en Reus al incendiarse el colchón de su cama, naturalmente ha causado un gran revuelo. El fuego fue provocado por una vela con la que la octogenaria señora iluminaba su vivienda debido a que hacía dos meses que le habían cortado el suministro de electricidad, aunque por lo que parece no le habían cortado el gas. Se dijo que esta mujer vivía sola y a mí me pareció que eso indicaba que no tenía familia. Me equivoqué.

Después de lo ocurrido y del revuelo ocasionado, ayer salió una abogada, Ángeles Alegre, en representación de la bisnieta de la mujer muerta y acusó al Ayuntamiento de Reus de dar información «sesgada» del expediente personal de su bisabuela para justificar la incompetencia municipal. Con la aparición de la bisnieta, el caso se complica, por lo menos para mí, desde un punto de vista humanitario. La anciana tenía familia.

En declaraciones a Europa Press, Alegre explicó, además, que al revelar datos de la situación personal de la anciana «se ha vulnerado el derecho a la intimidad» y por ello ha presentado una instancia ante los servicios sociales del consistorio para pedir que se abstengan de dar cualquier información personal. Para la abogada, se ha producido una tragedia en la que se cortó la luz a una anciana sin preaviso, «es ahí donde está el problema», por lo que la bisnieta pide que las informaciones se centren en estos hechos. ¿Es ese el único problema?

Me parece que la bisnieta no quiere que se discuta por qué a una anciana, que según las informaciones posteriores, compartía la vivienda con una nieta mayor de edad —que no obstante la noche de autos no estaba en el domicilio— se le puede cortar la luz sin que su familia esté al tanto. A la familia le atendían los Servicios Sociales de Reus, según fuentes cercanas al caso, por estar en situación de vulnerabilidad. Añadamos a eso que el arrendador del piso había interpuesto una demanda judicial de desahucio por impago del alquiler, según las mismas fuentes, para que el cuadro sea penoso.

La bisnieta, según su abogada, «estuvo en Reus, se hizo cargo de la bisabuela, la lloró, pagó el entierro y se fue, sin ruido, sin dar información (y tiene mucha), sin decirle al consistorio dónde había fallado, sin hablar ni dar ningún detalle de la vida de su amada Rosa». Por lo visto, la chica también recrimina al Ayuntamiento de Reus que no la haya ayudado en nada en este trance. ¿No le está pidiendo demasiado a la administración?

En el caso de que fuese necesaria la ayuda que reclama, entonces la administración tiene derecho a saber por qué y los ciudadanos también. La responsabilidad social colectiva debe ir acompañada de la responsabilidad individual.

Comoquiera que las mujeres son más pobres que los hombres, incluso aunque trabajen, lo que no es solo una opinión mía, pues eso ha quedado demostrado en numerosos estudios, no dudo que lo que ha pasado en Reus es otro episodio de la iniquidad estructural que una sociedad liberal no debería permitir jamás. Las administraciones están obligadas a luchar contra la pobreza y la desigualdad siempre. En Cataluña, por ejemplo, en el mes de marzo del presente año el parlamento aprobó la Resolución 17/XI sobre la situación de emergencia social, la reactivación económica, la gestión pública y la necesidad de una respuesta institucional después de un pleno monográfico que dio bastante de sí. Se aprobaron 273 medidas a tomar y en setiembre pasado el grado de cumplimiento había alcanzado el 76%.

No nos ciñamos a las estadísticas, porque en todos los casos parecidos a lo ocurrido en Reus hay un drama humano que no se puede reducir a un porcentaje. La muerte de la anciana es una tragedia, no cabe ninguna duda, y un fracaso social. Pero hay algo más. Aunque sólo dispongamos de retales de lo que era su vida, el comunicado de la abogada de la bisnieta pone de manifiesto que la vida familiar tampoco debía ser ningún regalo. Es por eso que la bisnieta no quiere que el Ayuntamiento airee la información que tiene en sus manos sobre el caso de la Sra. Rosa. Mi opinión es que, les guste o no a los de siempre, no podemos limitar la responsabilidad social solo a la responsabilidad institucional. La tentación es dejar lo íntimo en manos de lo público simplemente con la excusa de que ese es el derecho adquirido con el Estado del bienestar.

No estoy propugnando que volvamos al siglo XIX, cuando la familia suplía el bienestar que el Estado no ofrecía y que se obtuvo con sangre, sudor y lágrimas. El papel del sector público en la lucha contra la pobreza y la exclusión social debe ser determinante. Pero también es verdad que muchos casos de vulnerabilidad entre las mujeres ancianas que viven solas están motivados por abandonos familiares, peleas y un sinfín de líos difíciles de imaginar. No digo que este sea uno de esos casos, pero el comunicado de la abogada de la bisnieta infunde sospecha. Nadie ha aclarado todavía dónde está la nieta que se supone que vivía con la anciana pero que justo aquella noche no estaba. Tampoco sabemos si esa nieta es la madre de la bisnieta, etcétera, etcétera.

Luchemos para que los casos como el de Reus no se vuelvan a repetir, pero seamos honestos cuando abordemos la cuestión. Lo fácil es quedarse con lo superficial, que es lo que pasa con algunos tertulianos, sin que de esa manera se arregle nada. Puede que a esos frívolos tertulianos les sea útil leer los trabajos realizados por una treintena de expertos sobre la cuestión y que dio a conocer el pasado jueves el Departamento de la Vicepresidencia, de Economía y Hacienda de la Generalitat. El documento constata, entre otras cuestiones, que el «marco autonómico» que rige la política económica y social del Govern provoca que Cataluña «no tenga capacidad» suficiente para hacer frente a la pobreza y las desigualdades.

Esas cuestiones son tan importantes como dilucidar las responsabilidad de cada cual en lo ocurrido en Reus. Sin dinero no se puede luchar contra la pobreza ni aminorar las desigualdades. Pregúnteselo a los vascos si no me creen. En un país dominado por la derecha, el ranquing del bienestar es muy superior al nuestro. Algo tendrá que ver su régimen financiero, ¿verdad?