Kosovo no y no

Kosovo es uno de esos agujeros negros que absorben negativamente la energía y el tiempo, también el tiempo histórico. En Catalunya, la reciente manipulación de la sentencia del Tribunal de la Haya sobre la declaración de independencia de Kosovo ha sido muy singular. Pero todavía más singular que ese desliz escabroso del activismo independentista es considerar que Catalunya y Kosovo tengan algo en común.

Es difícil concebir que alguien equipare realidades históricas y jurídicas tan opuestas que constituyen un ejemplo en cualquier manual de la antítesis. Aún así, el independentismo de cada vez más “freakie” entona su letanía en “twitter”: “La Haya, La Haya, La Haya”.

En realidad, de pretender verazmente propagar la idea del secesionismo, un slogan más adecuado sería: “Kosovo no y no”. Simplemente, porque si la ciudadanía se interesa por lo que es, fue y posiblemente seguirá siendo Kosovo, tal vez todavía desee una Catalunya con derecho a decidir pero –claro- para decidir algo que sea lo más remoto y distinto al Kosovo que es un pseudo-Estado y además mafioso.

En el avispero balcánico, los albano-kosovares proclamaron unilateralmente su independencia de Serbia en 2008. La agresividad serbia es considerada el origen de ese afán de secesión, aunque en la ex-Yugoslavia nadie tiene la exclusiva de la violencia y la masacre. Frente al separatismo de Kosovo en manos del Ejército de Liberación, Belgrado había reaccionado de forma brutal. Serbia fue castigada por los bombardeos de la OTAN. A continuación, Kosovo pasó a ser un territorio bajo administración de las Naciones Unidas. En consecuencia, la minoría serbia en Kosovo –poco grata a la mayoría kosovar- obtuvo su autonomía policial, aunque compartía instituciones locales con los albanos, según un acuerdo propiciado por la Unión Europea. Actualmente, la minoría serbia -100.000 habitantes, según la BBC, frente a los dos millones albanos-kosovares- vive en zonas acotadas por las tropas de la OTAN.

¿Qué parangón hay entre Kosovo y Catalunya? Quienes invocan el precedente de la declaración de independencia kosovar o bien ignoran tanta tradición de odio y de limpieza étnica o bien siguen en la inconsciencia de confundir realidad con deseo obviando selectivamente lo que es Kosovo.

En el Estado mafioso de Kosovo, las Naciones Unidas detectaron el tráfico de órganos humanos, instrumentado por el Ejército de Liberación, del mismo modo que por ahí la droga entra en Europa. El crimen organizado albano-kosovar traspasa fronteras. La corrupción y la violencia son una pauta de la vida kosovar. Las denuncias de la fiscal Carla Del Ponte son claras. El terror se usa para aplastar la minoría serbia. En Kosovo, la ley es una ficción. Una Sicilia balcánica. Otra Colombia de las FARC. Aunque solo fuera para su propio interés, el independentismo catalán haría un acto de inteligencia olvidándose de Kosovo.