JxCat tiene una alma, no dos, y encima desalmada
La lucha entre Junts y ERC por la hegemonía, o sea, por señalar y dirigir el rumbo de la Cataluña creyente se dirimirá en el campo de los servicios que sean capaces de prestar a las clases medias y, subsidiariamente, a los que mueven los hilos de la economía o pretenden moverlos
Vaya con el numerito final del congreso de Junts. De cara a la galería, confirman la presidencia casi a perpetuidad de Laura Borràs incluso si es juzgada y condenada. De cara a la misma galería, se ciscan en el diálogo, en la mesa y en los colaboradores del PSOE. Mientras, de espaldas a la galería, o sea en la práctica realidad en la que más les valdría fijarse, despojan a su entronizado icono presidencial de toda capacidad operativa en las candidaturas del partido para las municipales.
Y es que, como ya descubrió León III de Bizancio, el primer emperador iconoclasta, las imágenes están para ser idolatradas y no son más que reminiscencias del paganismo, contrarias por ello a la verdadera fe. Idolatradas, en el pedestal, implorando la misericordia divina con la mirada en las alturas. Y mejor si el fuego de los perseguidores le chamusca un poco, no demasiado, los tobillos. Santa Laura Borràs, icono y mártir del independentismo recalcitrante, maniatada y amarrada a la hornacina. Invocadla, creyentes, mientras en la sacristía se refuerza, domina y decide la única alma de Junts, la operativa, o sea la convergente, reencarnada en Junts por obra y gracia de la metempsicosis.
Borrás «sustituye a Puigdemont»
¿Qué ocurre con la resiliencia convergente?, le pregunté a uno de sus primeros y entonces más jóvenes adeptos, uno de los que jamás ha dejado de sentir y respirar como tal. ‘Pues que muchos como yo ya eran convergentes sin saberlo, desde antes de la fundación del partido’. Convergentes nacieron y convergentes morirán. Y aunque el partido expire a manos de Mas y Puigdemont, la palingenesia, aliada a la citada transmigración, puede más que todos los mecanismos de muerte inducida aplicados con saña simultánea.
O sea, que mientras la mesocracia local no deje de existir, habrá en Cataluña un partido formado por dos categorías complementarias, los pragmáticos medio soñadores y los soñadores medio pragmáticos. Sin la menor emoción, ni favorable ni contraria, sino desde la pura racionalidad analítica, comunico a los lectores de este digital que Laura Borràs no es ni una cosa ni la otra. Como icono, sirve. Como icono sustituye a Puigdemont. Nada menos. Nada más.
Un Puigdemont que, dejando aparte los asuntos judiciales que a estas alturas ya no tienen traslación política, rabia por partida doble. Por los celos, ya que cuando se compara a santa Laura Borràs no deja de advertir las abismales diferencias entre sus ‘méritos’ y los ‘deméritos’ de ella. Y más aún se da a los diablos al comprobar como el alma convergente que creía enterrada se ha apoderado hasta los tuétanos del partido que fundara con la pretensión de hundirla para siempre en el barro de la vergüenza catalana.
A estas del artículo, mis colegas, editorialistas incluidos, que todavía andan preguntándose sobre las dos almas de Junts como si trataran del sexo de los ángeles, otro envenenado legado bizantino a la cristiandad, deberían de haber comprendido y asimilado la verdad, a saber que JxCat dispone de una sola alma, y que encima es vieja, de prestado, pero sabe. Sabe por vieja y por lo otro.
Por lo que la lucha entre Junts y ERC por la hegemonía en su campo, o sea, por señalar y dirigir el rumbo de la Cataluña creyente, no se dirimirá como imaginan los que no pasan del 110 de IQ en el campo de la legitimidad independentista sino en el de los servicios que sean capaces de prestar, en primer lugar a las clases medias y subsidiariamente a los que mueven los hilos de la economía o pretenden moverlos.
De ahí que tenga más importancia política, y por supuesto electoral, la supresión de los impuestos de sucesiones y patrimonio propuesta por Junts que todas las portadas de periódico y noticiarios que todavía presentan a Laura Borrás no como el icono-tapadera a la que la han reducido los convergentes, sino como lideresa de los partidarios del no surrender, encima con opciones para desviar el ancho río convergente de Junts al molino del independentismo exprés de modo sus aspas vuelvan a girar, ahora ya a imparable velocidad.
Si, resuelta para ellos a costa de la santificación de Borràs, desean adelantarse a los próximos pasos de Junts, no los que va dar con seguridad sino los que debería dar a fin de avanzar en su objetivo, fíjense en la sustitución de Miriam Nogueras como número uno del partido en las próximas generales. Nogueras también va de icono, icono parlante, con disco rayado pero al fin parlante. Pero en Madrid necesitan un negociador serio, creíble y hasta donde pueda ser temible, no un abanderado de la impotente caballería de la secesión.
Asimismo, y ahí puede residir la madre de las batallas, el conseller Puigneró, en vez de amilanarse como hizo en el frustrado episodio del aeropuerto, debería volver a la carga, pactar de nuevo una propuesta a lo grande con AENA, defenderla a por todas y denunciar a ERC si sigue oponiéndose por cobardía y temor izquierdosos, como traidora, no a las aspiraciones celestiales sino a los intereses de todos los catalanes. Incluidos los de los defensores a ultranza de la Ricarda que asisten impávidos a la degradación del Delta del Llobregat.