Juntos pero no revueltos
He de confesarles que he vuelto a las andadas. Salí de casa y me salió también esa vena de periodista que llevo dentro y que provoca que cuando quedo con mis amigos algunos me acusen de entrevistarlos en lugar de entablar con ellos un diálogo. Como uno es más de hacer preguntas que de responderlas, me dije “venga, hombre, aprovecha el tirón y a ver con qué te encuentras”, así que en una esquina me planté y en la fiesta me colé, eso sí, con Coca-Cola solo para mí que el calor apretaba lo suyo.
Hasta que conseguí cien respuestas no paré. Sangre y lágrimas no me costaron, sudor un poco, pero me fui contento al haber realizado mi propia encuesta sobre la intención de voto para el próximo 21-O. Sé bien que mi estudio no es representativo, que no atiende a variables de sexo ni edad y que es más adecuado para una república bananera que para esta nosa terra, pero ya les dije que me hacía ilusión.
Descarté los votos en blanco y los nulos, y aquí les presento mis resultados –que me dejaron con la boca más abierta que la O del 21–: Feijoo se llevaría el 69% de los votos, Pachi el 22%, Jorquera el 1% y el resto el 8%. Aclaro que lo de resto no me lo invento yo, sino que es la palabra que mejor resume la idea generalizada «de esos que se fueron del Bloque», sí, «esos que todavía no tienen nombre», dicen.
Hombre, yo ya les había dicho que esto tiene de científico lo que Buda de católico, pero si Feijoo lo lee igual le sirve de consuelo, porque yo creo no las tiene todas con él. A su seguridad de obtener una mayoría absoluta le ha pasado como a las telas de araña, que son muy consistentes en su origen, pero que poco a poco diversos factores las van desestabilizando. Doy por supuesto que ya todo el mundo sabe que, al igual que pasa en España, en Galicia el PP solo puede gobernar si obtiene la mayoría absoluta (o si entra en el Parlamento gallego UpyD y se alía con él), así que eso deriva en que el resto de fuerzas vaya a hacer lo que haga falta para quitarle a Feijoo su Monte Pío y dejarle gobernado como a cualquiera por un bipartito, un tripartito o un partito de los que sean.
Cierto es que la experiencia bicéfala, se comenta, nos ha dejado escarmentados para un tiempo, pero también es cierto que las cosas se olvidan muy rápido y cosas que Nunca Máis haríamos hoy quedan más que prendidas de algunos hilillos.
Es normal que esto de que la gente no tenga demasiada memoria a Feijoo no le haga mucha gracia. Lo digo también por Mario Conde, que hasta el día 15 no sabremos si estará su nombre en las papeletas, pero aunque su opción no ahogue sí que aprieta y ya es otra más de muchas.
Pero Feijoo es claro. Él quiere que se le valore por lo que hizo, por cómo nos cogió y por cómo nos dejó. Si dijo de Rajoy que era el bombero del incendio provocado por Zapatero, a él le llegó con apagar su propio fuego y tampoco está por la labor de mezclar los cuerpos de bomberos. A Rajoy España, y a él Galicia.