Junqueras no es el doctor Mengele
Una noticia publicada en Economía Digital la pasada semana, titulada Junqueras cree en las diferencias genéticas entre españoles y catalanes y que compartí en mi perfil de Twitter, fue durante 24 horas un motor generador de RT, como si hubiera puesto en el horno la levadura de una hogaza de pan. Picado por la curiosidad miré cuantas personas la habían compartido en la fuente original y me encontré ¡con más de 31.000! Vamos, que se convirtió en un artículo viral en las redes.
La inmensa mayoría de los comentarios eran vitriólicos contra Oriol Junqueras porque al hablar de genética, como si de la ley gravitatoria se tratara, se cae en ese lugar común de racismo, y en concreto de nazismo. Lo cual no deja de ser una barbaridad. No sólo por una cuestión de principios.
Nunca insulto con los apelativos de fascista o nazi por una razón fácil de entender: usar y abusar de palabras tan gruesas devalúa y banaliza el significado de las mismas. Decir que Junqueras es un aprendiz del doctor Josef Mengele, investigador médico en el campo de exterminio Auschwitz, es una caricatura de humor grueso que no descalifica a Junqueras, sino a quien insulta tan groseramente al separatista.
Nada más lejos de mi voluntad exonerar a Junqueras de su mayúsculo error, pero no me gusta usar sal gruesa en la política. Este tipo de exageraciones sólo le están permitidas a los caricaturistas tipo El Roto o Forges, no a los columnistas. Lo que funciona en un dibujo no vale para la letra impresa.
No voy a dedicar muchas palabras para desmentir la tontería del ex seminarista. Baste fijarse en el listín telefónico para comprobar que esa afirmación es imposible de estudiar científicamente porque incluso la abuela paterna de Aixó es una dona, Marta Ferrusola, era de Zaragoza. Su tercer apellido es Pascual, de Daroca. En el 2001 firmó en el libro de honor de su ayuntamiento, que le agasajó por su raíz aragonesa paterna…
Lo de doña Marta es una anécdota, porque los dos primeros apellidos que tiene son tan catalanes como los de su marido. Echando un vistazo rápido al listín telefónico se advierte de que es imposible buscar genéticamente una pureza de sangre imposible de encontrar porque la misma dosis de sangre tiene el primer y segundo cognombre (palabra en desuso pero aceptada por la RAE), que el tercero o el cuarto.
Afortunadamente, aunque en los orígenes del catalanismo el doctor Robert, que tiene un busto de mármol en una plaza de Sitges, dijo que los catalanes puros tenían una masa craneal mayor que los distinguía del resto de peninsulares, esta idea demencial no se propagó y no pasó como en el balbuciente PNV de esa época, en la que para militar en el partido nacionalista no hacían falta ocho apellidos vascos, sino que era suficiente sólo con cuatro. Repito: esa obsesión de la pureza racial no cuajó en Cataluña.
De hecho, en la nuestra, como en todas las comunidades, el apellido más común es el de García, con tilde o sin ella. Y los ocho siguientes acaban con el sufijo ‘ez’. Hay que llegar al número 26 para encontrar el primero genuinamente catalán: Vila. Por eso no puede tener ninguna base científica la afirmación de Junqueras.
Parafraseando lo que el filósofo Julián Marías dijo en una conferencia sobre el miembro de la generación del 98, periodista y escritor Ramiro de Maeztu: Tenía la razón, pero la perdió… Vale para quienes califiquen a Junqueras como nazi.