Judith Butler o la farsa del género

Judith Butler se ha convertido en la papisa de la teoría queer, término anglosajón que algunos traducen como raro y otros como ambiguo

La Generalitat ha concedido el Premio Internacional Catalunya a Judith Butler, profesora estadounidense que se presenta como filósofa ya que, dado que esta categoría abarca todo el espectro del conocimiento humano, sirve para darle autoridad a cualquier pensamiento.

Podría decir que este premio no me ha causado sorpresa teniendo en cuenta de quién viene. Embarcados los dirigentes catalanes en la defensa y promoción de todo lo que consideran novedoso, creativo y avanzado para diferenciarse de los “opresores españoles”, siempre más zafios, ignorantes y atrasados, han premiado a una de las representantes de la doctrina queer, lo más posmoderno que se puede encontrar.

La filósofa y profesora de literatura estadounidense Judith Butler. EFE/Frank Rumpenhorst

Los gobernantes actuales de la Generalitat, independentistas y promotores del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, que se erigen en los redentores de su patria alegando que representan al 80% de la población catalana (falsedad que ninguna investigación seria corrobora) son también los más conspicuos defensores de la paz, según la insólita declaración de Tánia Verge, la consellera de Igualdad. La dirigente ha afirmado en el acto en que han anunciado la decisión que “este galardón muestra el compromiso de Catalunya con la paz», en un momento en el que, con la tensión en Ucrania, se vive «una amenaza de la guerra en Europa». «Premiarla también es decir ‘no a la guerra'», ha asegurado la consellera.

Con esta absurda declaración, que dejará pasmada a la propia Butler, de la que no he leído nada que la pueda situar en defensora del pacifismo, pienso que la época actual ha entrado en una deriva demente.

Esa misma Generalitat me persiguió hace un año con una querella ante la Fiscalía de Odio de Cataluña, que me obligó a defenderme con numerosos escritos y documentos y a presentarme a declarar en persona ante ella por haberme atrevido a decir que el sexo biológico existe, puesto que la humanidad está dividida en varones y hembras igual que todas las especies mamíferas. Y que tanto la teoría queer como la ley Trans que el Gobierno se propone aprobar son un camelo monumental que forma parte de la filosofía del engaño que transmiten los poderes políticos, como demuestro en mi último libro, así titulado: La Filosofía del Engaño.

Pocas veces en el curso de las polémicas filosóficas se han traspasado tantas reglas de la lógica ni se han defendido tales despropósitos que se pretende convertir en leyes, reglas sociales, delitos punibles y acciones reivindicativas como en el momento actual con el llamado discurso del género.

Judith Butler, papisa de la teoría queer

Judith Butler se ha convertido en la papisa de la teoría queer, término anglosajón que algunos traducen como raro y otros como ambiguo. ¿Qué predica? Viene a defender en un libro, que se ha convertido en la Biblia de la doctrina queer (El género en disputa) que el sexo biológico no existe, que los seres humanos no están determinados por su papel reproductor desde el momento de la concepción, que los convierte en varones o mujeres, sino que pueden elegir desde la infancia el “género” que prefieran, que sustituye al sexo.

La ideología del género se inicia a partir del posmodernismo. La división sexual del trabajo se definía antes como la ideología sexista que sabíamos desde largo tiempo atrás atribuye al varón la preeminencia social, con toda clase de privilegios, y a la mujer el papel secundario y sumiso. A partir de las elucubraciones de Butler y otras ideólogas de su escuela que difunden el término en las universidades estadounidenses, de donde pasará rápidamente a las latinoamericanas y a las europeas, el término género se convierte en la expresión utilizada para todos las categorías tanto antropológicas (mujer, hombre) como marxianas (clase, explotación sexual, patriarcado).

La invisibilización del sexo biológico como condición fundamental de la clasificación de los seres humanos en hombres y mujeres y que justifica la preeminencia de unos y el sometimiento de las otras ha dado lugar al conflicto que se ha desatado en el Movimiento Feminista, y que está abarcando a toda la sociedad, sobre lo que se denomina transgénero, a partir de la teorización de las autoras citadas.

De aquellos polvos estos lodos. Ya no es condición sine qua non para clasificarnos como mujer la construcción anatómica del cuerpo con los órganos precisos para poder realizar el complicado proceso del embarazo, el parto y la lactancia, mientras el cuerpo masculino posee los genitales preparados para la inseminación. La base material de la división sexual de trabajo entre hombres y mujeres para la reproducción queda oculta por un discurso simbólico. Del materialismo al idealismo. Nadie cita a Friederich Engels en su obra precursora El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado donde esboza la descripción del patriarcado, que después tanto hemos estudiado. Es el triunfo de la ideología patriarcal.

El camino que ha recorrido esta ideología idealista difundida por los expertos de la propaganda capitalista nos ha llevado al peligroso despropósito de aprobar leyes que eliminan la realidad material de la mujer y del hombre. Ya no sitúan a la mujer como la clase explotada, permiten que los menores de edad sean hormonados para cambiar de sexo y nos denominan “progenitores no gestantes” y “progenitores gestantes”, entre los que incluyen a los hombres trans. Hombres transgénero que usan los servicios higiénicos públicos de mujeres, que se cambian de ropa en los vestidores de señoras de los almacenes, que se han librado de procesos por violencia de “género” al afirmar que son mujeres y por tanto no constituye un delito específico la agresión a otra mujer. Violadores y maltratadores que han sido ingresados en cárceles femeninas donde han agredido a otras presas.

En el mundo del deporte se ha desencadenado ya el conflicto en las ligas femeninas cuando hombres, con su contextura e incluso visible apariencia masculina participan en tales competiciones y lograr situarse en los primeros puestos. Las cuotas femeninas en las universidades, las empresas, los institutos, los partidos políticos, los concursos, los premios, el canto, el teatro y el cine, están siendo ocupadas por hombres que se declaran transgénero.

Ciertamente la concesión de ese premio debería indignar al Movimiento Feminista de Cataluña que tendría que manifestarse claramente en contra sino quiere perder toda relevancia.

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