Jordi Sánchez y la ANC, pidan perdón

Son tiempos de populismos. Poco se puede pedir, porque el discurso político lo dominan los políticos que ofrecen respuestas fáciles, y han quedado orillados los proyectos que no prometen la luna, los que proponen medidas a medio y largo plazo. Pero hay excesos. Ir a contracorriente es difícil, pero se puede y se debe reclamar que no se cometan provocaciones.

Y la ANC, la entidad soberanista que preside Jordi Sánchez, las cometió el pasado sábado, al cubrir la plaza mayor de Vic con cruces amarillas, como si fuera un gran cementerio –a modo de cementerio de Normandía— para denunciar que «ante un Estado que se muestra insensible con el sufrimiento de sus ciudadanos y que destroza su sistema sanitario, sólo nos queda poder construir entre todos un futuro mejor pasa nosostros, nuestros hijos y nuestros nietos».

El cementerio evocaba esa supuesta destrucción del sistema sanitario, una idea que recogió la ANC después de que se filtraran las conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el ex director de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso, quien se mostraba ufano ante el ministro porque había «destrozado el sistema sanitario catalán», a raíz de unas denuncias que Anfifraude había formulado sobre actuaciones supuestamente corruptas de los responsables del Consorcio Sanitario del Maresme y La Selva, de Ramón Bagó, presidente del Grupo Serhs y de otros casos.

Con esa acción en Vic, la ANC inicia una campaña, durante todo el verano, «para denunciar los agravios del Estado», y ‘calentar’ las semanas previas a la Diada Nacional del 11 de septiembre.
La paradoja es que la ANC apreta el acelerador cuando comprueba que sus seguidores se han distanciado. La pasada semana consultó a sus bases sobre la necesidad o no de presionar a la Generalitat para que se organizara un referéndum independentista, que ahora centra, de nuevo, la agenda política soberanista, entre Convergència, ERC y la CUP. Y aunque el voto favorable fue mayoritario, –el 94% a favor– la participación fue muy pobre: sólo el 30% de los afiliados se interesó en la propuesta. ¿Qué ha pasado?

Hasta ahora la ANC ha actuado de forma impecable, aunque ha mostrado que ha sido víctima de las pugnas partidistas, y que ha actuado, en los últimos tiempos, con el objetivo de defender las tesis de un partido concreto: Convergència Democràtica.

Jordi Sánchez es el presidente de la ANC. Él mismo y la entidad deberían pedir perdón por un exceso que, además, es de muy mal gusto. ¿Es esa la imagen que quiere ofrecer el movimiento independentista? Porque, ¿qué es lo quieren transmitir, que De Alfonso tiene razón y él solito se cargó el sistema sanitario catalán? El modelo de sanidad en Cataluña tiene problemas, y no depende, precisamente, de la política que realice el Gobierno central. Por eso es tan burdo lo que la ANC hizo en Vic, y tan peligroso, porque da a entender que el Gobierno español es el supuesto causante de que los propios catalanes no sepan afrontar sus casos de corrupción, que existen, en el sistema sanitario y en otros muchos ámbitos.

Realmente, estaría muy bien que Sánchez y la ANC pidieran perdón. De Alfonso ya ha pagado por sus salidas de tono: ya no es director de la Oficina Antifraude. ¿O es que se quiere transmitir que tenía razón?