Jordi Gual, un economista que sí cree en Europa

Sobrio. Pero eso no implica falta de sensibilidad, o frialdad respecto a los problemas sociales. Lo que le ocurre a Jordi Gual es que se cree lo que dice. Defiende algunas recetas que él entiende que entran dentro de lo que llamamos sentido común. Lo pueden tachar de liberal, en un país que nunca ha creído demasiado en los liberales. Pero no se deja influir por las etiquetas.

Ahora bien, eso no quita que Gual tenga muy claro que un problema serio de España es que tenga un mercado laboral dual, en el que existen los que tienen un trabajo con una gran protección, y los que están desprotegidos. Y que alguna medida se deberá tomar para paliar eso.

Gual ha sido elegido para ocupar la presidencia de Caixabank. Ha sido hasta ahora el responsable del servicio de estudios de la entidad. Profesor de economía del IESE, miembro activo de su claustro, con una densa obra académica, a la que se debe añadir sus numerosas colaboraciones en los medios de comunicación, Jordi Gual tiene una gran ventaja respecto a otros economistas. Cree en Europa, cree en un grupo de países que han querido construir su futuro de forma conjunta. Desdeña el catastrofismo y defiende su posición porque conoce el paño.

Entre 1994 y 1996 fue director general de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea en la Unión Europea. Y sigue todos los debates importantes, como miembro del International Advisory Board. En un momento en el que el Brexit puede desestabilizar todo el continente, en el que los populismos ofrecen respuestas fáciles a una complejidad enorme en la estructura social y económica de cada país, el nuevo presidente de Caixabank ha constatado su apuesta por una Europa mucho más cohesionada.

Lejos de las quejas de otros economistas liberales, que desdeñan el gobierno de Bruselas, Gual desea que España se integre en el modelo económico del corazón de Europa, un modelo que pasa por un sector exportador fuerte, por gestionar mejor cada euro que se dispone para el gasto, por un mercado laboral eficiente y justo, por una mayor competitividad, y si eso implica ceder soberanía no pasará nada, porque el objetivo es lograr una Europa que sepa navegar en un mundo formado por unos pocos bloques económicos.

Los liberales siempre miran a Estados Unidos. A Jordi Gual le gusta mirar a Europa. Y le gustaría que los gobiernos españoles siguieran una línea recta, en la que se vaya superando, actuando con mayor sabiduría, lo que ha realizado el anterior, sin procesos pendulares, que tanto han proliferado en el país.

Le agradaría a Gual que los gobiernos, y estamos a la espera de la constitución de uno nuevo tras las elecciones del pasado domingo, expliquen lo que hacen, no porque lo marca no se sabe qué institución, como Bruselas, sino porque creen en ello, porque saben en qué dirección quieren ir.

Tal vez sea un iluso, pero Gual es persistente. Sigue predicando lo mismo desde hace años, una y otra vez, en los campos en los que se ha especializado, como el mercado laboral y la creación de empleo, la integración europea, la economía industrial o la regulación de la competencia.

Gual comunica, pero no es dicharachero. Atento siempre, lo que este economista detesta es perder el tiempo. Y eso implica a todo un país. Considera que España ha perdido todo el 2015, un año en el que no se ha acometido el ajuste presupuestario que era necesario, y que hubiera sido posible, tras crecer por encima del 3%.

Pero eso no implica que sea pesimista. Y es raro entre el colectivo de economistas, dispuestos siempre a destacar el elemento más negativo. Considera que España presenta grandes fortalezas, como ese sector exterior que ha sabido muscular; el descenso de la deuda de las familias y las empresas; por supuesto la estructuración del sector bancario, tras años de grandes penalidades; buenas infraestructuras, y, principalmente, el enorme talento que existe en la sociedad española.  

Gual dirige sus ojos a Europa. Siempre. Lo que reclama es una mayor integración de sus mercados, el de tecnología, el de la banca, o el de la telefonía, que es la diferencia respecto a Estados Unidos. Y pide, sin complejos, un Tesoro único y que un mejor mecanismo de toma de decisiones.

Ahora podrá comprobar cómo actúa esa Europa que él tanto ama. Desde la presidencia, nada menos, que de la tercera entidad financiera de España: Caixabank.