Inventario del experimento
Este domingo el separatismo ha convocado un inventario. Tras 35 años de adoctrinamiento y aplicar toneladas de Tippex a España, el separatismo llega al domingo queriendo hacer inventario para saber cuál es el resultado de su experimento de ingeniería social.
Si usted, amable y paciente lector, lo piensa fríamente, todo lo que no sea una victoria machacante de los independentistas pondrá de manifiesto una sorprendente capacidad de resistencia social. No será la primera vez que pase. En Europa del Este la religión floreció en tres días tras la caída del muro, a pesar de los esfuerzos de sovietización durante prácticamente el mismo tiempo que el nacionalismo lleva catasovietizándonos en Catalunya.
La campaña no ha sido un contraste de pareces al estilo del mítico programa de radio de José Luis Fernández Abajo, sino más bien, un empujón, que intenta ser definitivo, del separatismo para cruzar la meta y, por el otro lado, una parte de la sociedad que parece más dispuesta (aunque tampoco tanto) que en otras ocasiones a no mirar hacia otro lado.
A este último día de campaña llegamos con dos certezas: una es la de la división, y no superficial, de la sociedad. La otra es la de que el llamado Procés y la incertidumbre que provoca no es beneficiosa económicamente hablando.
Pero a este final llegamos también con dos dudas: la primera es la de cómo gestionará el Gobierno de la Nación el resultado, sea cual sea. No se puede acusar a Madrid de inmovilismo. El envío de alijos de billetes para evitar la falta de liquidez ante un posible ataque de pánico el domingo por la noche es un ejemplo más al que sumar los 50.000 millones que la Generalitat ha recibido del Gobierno central desde 2012. Pero sí ha mostrado falta de empatía y nula inteligencia emocional. El post 27 ha de ser el de cambiar la posición defensiva por la de tomar la iniciativa.
La otra duda es la de cómo será la Revolución en la Granja del bloque independentista. ¿Cuándo, dónde y quién será el Bruto que apuñale al César Mas? ¿Quiénes fraccionarán, con quién y qué fines creando minifundios políticos lo que hoy es Junts pel Sí, la CUP y Catalunya Sí que es Pot?
Que nadie se engañe, socialmente hemos ido a peor, la foto de Tarradellas en el 80 en la Plaça Sant Jaume y su «ja sóc aquí» es un momento de comunión colectiva y a este 27 de septiembre llegamos con la angustia de unos, los que piensan y sienten, por ejemplo, como yo, ¿qué será de nuestro futuro? y otros, los separatistas, que si no consiguieran su objetivo vivirán con una frustración rabiosa que difícilmente podrá gestionar nadie, incluso si gobiernan los suyos.
El resultado del domingo no es irremisible, en un sentido o el otro, pero el que gane, en votos o en votos y escaños, tendrá una ventaja evidente en el futuro tablero de la política catalana. El reparto de puntos, por empate, que sería la victoria de unos en votos y la otra en escaños, nos llevaría a otra insoportable nueva temporada de El Procés.