Internacionalización, expatriados y recursos humanos
La internacionalización ya no es sólo una oportunidad sino una necesidad que las empresas deben emprender. Es atreverse a conquistar lo desconocido pero teniendo lo necesario para lograr los objetivos.
Muchos son los desafíos, pero la clave es una apuesta decidida por conocer el mercado y planificar la estrategia. Por ello hay que reformular la cultura empresarial y adaptarse al entorno internacional. No es cosa de una noche o de un día. Lleva su tiempo. Jack Welch tardó años en cambiar la cultura de General Electric.
Las empresas deben tener en cuenta factores como el crecimiento de los mercados, la competencia, la complejidad operativa, sin olvidar la política y adoptar enfoques audaces para la gestión del talento. Así como crear puentes de conexión con los poderes. Pero sobre todo hallar los buenos ejecutivos o líderes, cada vez más difíciles de encontrar.
Uno de los grandes retos para una empresa es dónde comenzar su aventura internacional. En este viaje hay que tener en cuenta muchos requisitos para evitar piedras en el camino. Lo principal es el conocimiento de los mercados y su atractivo, porque tiene que asegurar una disponibilidad de soporte que permita englobar este proceso de internacionalización. Además de tener en cuenta las diferentes posibilidades de acompañamiento, especialmente de financiación, y sobre todo los recursos humanos, pieza fundamental para alcanzar sus objetivos. Este factor se perfila con mayor importancia y suele ser causa de fracasos o éxitos.
Según la consultora Talengo, las empresas españolas han perdido 2.460 millones de euros en los últimos tres años por haber elegido mal a los directivos que capitaneaban sus planes de expansión en el extranjero. El informe cifra el coste del fracaso por cada ex patriado en 300.000 euros.
Trabajar y hacer negocios en otro país implica tener que tratar con un entorno en ocasiones muy distinto al propio. Muchos no están formados para gestionar las diferencias. Eso provoca malentendidos, irritaciones, conflictos, pérdidas de productividad y daños y perjuicios para la empresa y su marca.
Los obstáculos más difíciles no son los códigos de vestimenta o los hábitos alimenticios, sino los que se ocultan debajo de la superficie: los instintos, el subconsciente, el comportamiento natural de la rutina. Las cosas que pertenecen a la esencia de la identidad como ciertas actitudes respecto a tales cosas como la vida, la muerte, la familia, el dinero, el tiempo, el destino, la voluntad, las leyes, moral, la amistad, la honestidad.
En el mundo emergen grandes oportunidades, pero también nos enfrentamos a múltiples desafíos. Esto exige a las empresas tener líderes globales capaces de interpretar y decodificar a diferentes situaciones, incluso la competencia o el interés por los puntos de vista. Del mismo modo que las ganas por aprender de otras culturas y la preocupación por entender las perspectivas de otras personas. Así como estar bien informados sobre temas económicos y políticos para comprender la complejidad inherente a los asuntos internacionales desde múltiples perspectivas nacionales. Además de analizar las dimensiones que permiten comprender las diferencias entre países y áreas geográficas: reparto del poder, control de lo incierto.
Por último, deben fomentar las relaciones con asociados y amigos de todo el mundo y tener la capacidad de trascender las barreras culturales y cultivar la confianza. Los verdaderos líderes tienen que crear puentes, gestionar recursos y talento a través de fronteras culturales y políticas buscando nuevas formas para crear valores.
No sólo las multinacionales, cada vez más pymes tienen cadenas de suministro mundiales, accionistas extranjeros, asociaciones empresariales o cámaras de comercio integradas por empresas de continentes lejanos. Algunos equipos directivos y juntas son multinacionales.
Las empresas deben contar con los mejores ejecutivos o empleados considerando la expatriación como elemento central en su proceso de internacionalización. También podrían alentar un liderazgo multicultural, un estilo incluyente y adaptable que cultiva la capacidad para sacar lo mejor de una fuerza laboral diversa.
Un buen ejecutivo internacional tiene que ser capaz de interactuar con otras culturas, escuchar y observar, respetar, aprender de ellos y ver cómo se pueden crear sinergias. En resumen, disponer de perspectiva global, espíritu empresarial internacional y la ciudadanía global.