Inteligencia colectiva

Más tarde o más temprano, ganará la libertad representada por la oposición al ya claramente déspota Maduro

La situación de Venezuela comienza a mostrar tintes de enorme peligro, más allá de la mera preocupación por el desarrollo de los acontecimientos. Aunque muchos son los análisis, pocas voces se atreven a aventurar cuál pueda ser su resolución. A pesar de lo complicado que resulta oficiar debidamente de agorero, aventuramos una posible salida a la luz de la biología aplicada al comportamiento humano social. De modo resumido, más tarde o más temprano, ganará la libertad representada por la oposición al ya claramente déspota Maduro, volviéndose inevitable instaurar una real y legítima democracia en ese querido país caribeño.

Ya en el año 1905 el ornitólogo Edmund Selous (1857- 1934), un decidido partidario de la darwiniana explicación sobre la diferencia entre las especies, cayó en la cuenta de que existía alguna suerte de conexión entre los individuos que componen las agrupaciones compactas de animales tales como las bandadas organizadas de pájaros o los cardúmenes de peces, una cierta mente colectiva que aglutinaba a los grupos como si de un único individuo se tratase. Observando así las bandadas de estorninos trató de comprender la sincronía entre los miembros de las colonias al objeto de localizar la raíz de su aparente coherencia y sintonía.

En cada colectivo, cada miembro necesita equilibrar dos instintos, el propio de la permanencia en el grupo y el de moverse en la dirección que desee

En los últimos años, diversos estudiosos del comportamiento animal han encontrado las razones por las cuales determinados grupos amplios de animales, tales como los insectos sociales o las manadas y los cardúmenes, actúan como si poseyeran un cerebro común, una inteligencia grupal producto de un alto nivel evolutivo en la convivencia que les procurasen un comportamiento coordinadamente complejo.

Iain D. Couzin, profesor de la Universidad de Princeton en Estados Unidos (icozuin@princeton.edu) publicó hace ya una década un artículo en la revista Nature con un título absolutamente revelador, “Colective Minds” (Nature, febrero 2007, 445; 715). Estudiando durante años a las hormigas devastadoras de Panamá concluyó que estos colectivos responden a leyes subyacentes que permiten a los componentes de las agrupaciones animales trabajar de manera muy eficiente en conjunto. Llegan incluso a formar un cierto “cerebro colectivo”, capaz de tomar decisiones y moverse como si de un único organismo se tratase. Couzin y sus colaboradores han llegado incluso a su formulación informática, pudiendo así recrear el flujo de información que se produce en el interior de los enjambres.

En cada colectivo, cada miembro necesita equilibrar dos instintos, el propio de la permanencia en el grupo y el de moverse en la dirección que desee. Y la coordinación en el grupo se logra cuando unos pocos líderes consiguen guiar de manera efectiva a la bandada. Para ello no necesitan enviar señal alguna especial a sus congéneres; basta con crear una tendencia en el movimiento y el grupo se dirigirá hacia una dirección particular. Incluso si se producen órdenes contrarias por parte de líderes con opiniones contrapuestas, será el grupo, espontáneamente, quien alcance un consenso y se moverá eligiendo la dirección más conveniente para la mayoría. De este modo, la inteligencia de grupo proporciona ventajas evolutivas para los colectivos autoorganizados. Frente a los liderazgos férreos y monolíticos, los de rango distribuido son los que garantizan una mayor asunción de la orientación grupal auto regulada.

Frente al uso soez y directo de la violencia por parte del presidente Maduro, la oposición está actuando de manera colectivamente inteligente

En un artículo de la revista Animal Behavior (“Consensus decisión making in human crowds”, octubre 2007), el profesor Couzin y otros autores aplicaron estos descubrimientos a los colectivos humanos, concluyendo que pequeñas minorías informadas o participantes especialmente influyentes son capaces de guiar a otros individuos hacia un objetivo sin necesidad de comunicación verbal directa o señales específicas. Eso sí, siempre y cuando el objetivo sea legítimo así como bien considerado y asumido por el colectivo.

Frente al uso soez y directo de la violencia por parte del presidente Maduro, la oposición está actuando de manera colectivamente inteligente, incluso siendo apoyada, de modo clamorosamente unánime, desde el exterior. Su movimiento es imparable y sería también inteligente por parte del actual gobierno abrir una línea de negociación que garantizase una inevitable transición en las mejores condiciones posibles así como con el menor derramamiento de sangre. En estos decisivos momentos, en Venezuela, fuera de condicionantes de tipo ideológico, se debaten dos fuerzas enfrentadas. Por experiencia sabemos que cuando se confrontan la inteligencia y la violencia, tarde o temprano, vence la primera sobre la segunda; son dictados de la evolución.

 

Manuel Carneiro Caneda es director general de IFFE Business School