Infórmese de cómo se informa 

Hay gente en puestos de muchísima responsabilidad, o meramente en tribunas públicas, que miente con un desparpajo que a mí personalmente me apabulla. Me apabulla que cuele, sobre todo.

Nunca había habido tantas posibilidades de informarse, hasta de conocer; nunca había habido tantísimo dato a disposición, y nunca había sido tan fácil engañar a la gente. Incluso a mucha gente, mucho rato seguido, eso que se suponía que no podía ser. 

Hay gente en puestos de muchísima responsabilidad, o meramente en tribunas públicas, que miente con un desparpajo que a mí personalmente me apabulla. Me apabulla que cuele, sobre todo. Cuando yo empecé a ejercer el periodismo, recuerdo que, ante determinados escándalos, todos conteníamos la respiración. Parecía que se iba a parar el mundo. Ahora se puede negar lo evidente, y si no, pues a otra cosa, mariposa, y aparentemente eso tiene un coste cero. 

Ejemplos hay mil. Desde el gracejo con que la presidenta del Parlament, Laura Borràs, miente sobre qué se puede y qué no se puede decir y hacer en el pleno (por ejemplo, expulsar a un diputado que denuncia sus abusos), hasta las promesas del PSC de refundar TV3, cuando, a la que ha pillado cacho, tiempo le ha faltado para entrar a saco, moviendo peones y ajustando cuentas.

Hay gente en puestos de muchísima responsabilidad, o meramente en tribunas públicas, que miente con un desparpajo que a mí personalmente me apabulla

La sorprendente celeridad en descabezar la televisión y la radio públicas, antes incluso de tener directores de repuesto…¿tendrá que ver, como dicen, con la prisa por hacerse con el control del día a día de los informativos? ¿Será verdad que, sin ir más lejos, Salvador Illa se la tenía jurada al periodista al que hace responsable de que trascendiera su negativa a someterse a una PCR antes del debate electoral en TV3? 

Ciertamente una información así no se da porque sí. No en el mundo de hoy, en que las noticias parecen asesinatos de novela de Agatha Christie: importa no si es verdad o si es mentira, sino el móvil y la oportunidad. Véase el escándalo por el “espionaje” del CNI. Y me sigo preguntando yo desde el primer día, sea de quien sea el nombre que aparece en la lista de teléfonos potencialmente intervenidos: ¿y no será que la línea entre vigilar y espiar es muy fina? ¿Nos espía Hacienda, o controla que paguemos nuestros impuestos? Los controles de alcoholemia al volante, ¿son espionaje también? 

¿Nos espía Hacienda, o controla que paguemos nuestros impuestos? Los controles de alcoholemia al volante, ¿son espionaje también? 

Por no hablar de los sondeos de opinión y de las encuestas. Ciertamente predecir el resultado electoral aquí empieza a ser tan complicado como predecir el tiempo: demasiados actores electorales, demasiada volatilidad, demasiada fragmentación. ¿Alguien se cree, por ejemplo, que puede ir en serio una encuesta, o la interpretación de una encuesta, que augura que Isabel Díaz Ayuso va a revalidar tal cual la excepcionalísima mayoría que obtuvo en las elecciones a la Comunidad de Madrid del año pasado, con la que ha caído, con la que está cayendo y con la que va a caer? Por poner sólo un ejemplo que es de sentido común.

Es normal hacer campaña electoral a favor de tus deseos, incluso tirando para ello de la publicidad institucional que debería estar para otras cosas…Pero es que lo que se está haciendo es gastar verdaderas millonadas de dinero público en dar por ganadas elecciones que todavía se han de celebrar. En dar por vendido el pescado que aún no ha salido del mar. Y lo peor no es que se intente: es que mucha gente se lo traga.  

Lo que se está haciendo es gastar verdaderas millonadas de dinero público en dar por ganadas elecciones que todavía se han de celebrar

Hace tiempo que la cadena informativa se rompe por el eslabón más débil: la persona a la que habría que informar y a la que, en lugar de eso, salazmente y sin ninguna vergüenza se desinforma. No es posible mirar a la hemeroteca de anteayer sin sonrojo. Hay titulares que atentan directamente contra la coherencia y la decencia más elemental, contando con que un público sobresaturado de impactos informativos, más que cazadores de más información todavía (lo que en origen eran los periodistas), lo que necesita es cortafuegos. Gente que pare el golpe y filtre el chorro de datos, que separe el grano de la paja, que ayude a discernir lo cierto de lo incierto, lo importante de lo que no lo es. La verdad de la mentira. 

Será muy humana la tentación, que lo es, si te informas por internet, de informarte de sólo aquello que te gusta y te reafirma en tus opiniones previas, y apartar de la vista o incluso bloquear no ya las opiniones, sino los meros hechos discrepantes. El problema es que luego pasa lo que pasa: relatos falsos que no se sostienen, promesas incumplidas, decepciones a mansalva, populismos cada vez más agresivos, política de la cancelación del adversario, locura, crisis, decadencia… 

Hemos llegado a un punto en que leer periódicos, ver la tele y oír la radio puede dejarte más confundido y en la inopia que antes de empezar

Yo suelo decir a la gente que no está “preinformada” (por ser profesionales del tema), que tengan mucho cuidado a la hora de “informarse”. Hemos llegado a un punto en que leer periódicos, ver la tele y oír la radio puede dejarte más confundido y en la inopia que antes de empezar. Porque absolutamente todo, o casi, conspira contra la formación del criterio propio, la digestión sosegada, razonada y crítica de los contenidos. Todo conspira contra el leer entre líneas y el comprender. 

 Fíese más de quien le susurre al oído “recuerda que eres mortal” (primicia mundial: todos lo somos) que de quien le ría la gracia indiscriminada y le jalee y le anime a sacar la peor versión de sí mismo, la más simplista, la menos crítica y exigente. 

No está hoy la cosa como para prometer sangre, sudor y lágrimas. Pero acabaremos retornando fatalmente a ello (en parte de Europa ya es así…) si no prometemos, y además cumplimos, decir la verdad, proveer por todos los medios el pan y la paz de cada día, y explicar que eso sólo se consigue con esfuerzo. Cueste lo que cueste, y todo lo cuesta arriba que haga falta. No hay otra manera de salir del hoyo que todos juntos. Y todos mejores.