Independencia catalana y Andy Warhol: ¿se acaban los 15 minutos de gloria?
Juan Rosell, los directivos alemanes de algunas grandes multinacionales y hasta Josep Antoni Duran Lleida andaban ayer un poco inquietos con respecto a la política en Catalunya. El primero y los segundos, avisando de las consecuencias nefastas de una eventual independencia, mientras que el socio de Artur Mas en CiU abogaba por unas elecciones anticipadas a la vista del atolladero político al que su coalición ha conducido el debate soberanista.
Da el pálpito de que aquello que parecía un tsunami imparable de separatismo se afloja algo en la última demoscopia conocida. Tiene lógica. Una cosa es que hagamos trending del debate y otra diferente es que cuando se ven de lejos las puntas de las orejas del lobo todos continúen en silencio cómplice por no enfrentarse a la política promovida por el actual gobierno autonómico y así no incomodarle.
Seguro que a los ejecutivos alemanes no les complace salir a la palestra y alertar de que los riesgos de la separación son altos. Ni les seduce a ellos personalmente, ni a sus empresas, que poco o mucho mantienen relaciones con la administración autonómica. Sería curioso conocer qué debe pensar el ex presidente Jordi Pujol, un germanófilo militante de lo que dicen estos altos directivos.
Mas y sus chicos han insistido en que a las multinacionales presentes en el territorio les resulta indistinto qué pueda suceder en Catalunya en lo político. Desconozco si el pronunciamiento de los alemanes le permite hoy mantener esa afirmación.
Hay algo, no obstante, que avanza lento pero inexorable. Fruto del callejón sin salida por el que transitamos [que fomenta las posiciones de blanco o negro y donde ya parecen sobrar los matices y las gamas de grises], la población catalana está tomando posiciones sobre el particular.
Si los partidarios inequívocos de la independencia han salido al menos dos veces a la calle para mostrar (su sentimiento) y mostrarse (como partidarios), el silencio de otras posiciones era manifiesto en esos mismos dos años. Que desde dentro de Catalunya se escuchen voces críticas con la tendencia hacia la modernidad dibujada por CiU y ERC es bueno porque facilita el debate. Una discusión que se nos ha hurtado con argumentos políticos del todo peregrinos. El mayor de ellos, la cólera político/gerencial de Mas: ‘España, quiero mejor financiación; no se me da, luego me voy y conmigo me llevo mi nación’.
Seguro que las objeciones que emergen de quienes guardaban silencio tienen bastante que ver con esa última demoscopia que enfría algo el independentismo. Como bien saben los usuarios de la red social Twitter, a veces un trending topic es muy, muy fugaz, por más relevancia que consiga en los minutos de gloria de Andy Warhol.