Impuestos, sudor y lágrimas
Ni Sánchez es un genio, ni los españoles son tontos. Simplemente hay demasiada gente a la que todavía le cuesta asumir que aquella seguridad social y financiera de antes no volverá
En una sociedad sobreinformada (aunque muy mal) e hiperentretenida, el peligro es irse por las ramas, alejarse de lo que es importante y troncal. Ejemplo, el dichoso y lamentable cartel veraniego del ministerio de Igualdad. Por supuesto que es grave, qué digo grave, MUY grave, que la cutreactivista/agencia autora del cartel no se enterara de que las tipografías hay que pagarlas, la imagen de otra gente, también, y de lo de hacer propaganda de la “diversidad corporal” ahuyentando prótesis y mastectomías del dibujo, en fin, para qué hablar. Pero, siendo todo esto tremendo, lo más tremendo de todo es no habernos aclarado aún con el precio de la broma.
Se habló de una factura inicial cercana a los 100.000 euros a una agencia, esta sí, de campanillas -el dueño es alguien en el grupo Prisa…-, que habría subcontratado a la agencia cutre por un 5 por ciento del total, menos de 5.000. No está mal. En seguida matizaron que qué va, que los 100.000 eran para una campaña sobre el mismo tema, genérico y en multitud de soportes, campaña neonata aún, y que el cartelito de los 5.000 lo habrían apalabrado por su cuenta los cutres con el ministerio, por otro lado…
Tan por otro lado, que el único contrato que aparece en los portales de transparencia es el gordo, el de los 100.000. Ni rastro de este pequeñito por cerca de 5.000. Eso sin contar que ya es raro que, si acabas de pagar a un agención tanta pasta para que te haga campañas por tierra, mar y aire sobre tal tema, ¿para qué vas a gastarte 5.000 más por otro lado, para hablar de lo mismo?
El único contrato que aparece en los portales de transparencia es el gordo, el de los 100.000. Ni rastro de este pequeñito por cerca de 5.000
Para mí que se creen que somos todos tontos y que además tenemos todos una plantación de dinero en casa. Que atamos a los perros y a los gatos con longanizas y con billetes de 500 euros.
Es como lo de Pedro Sánchez y la corbata. Genios de la comunicación no faltan en Moncloa, eso está claro. Porque mientras corren chistes y memes sobre nuestro descorbatado presidente, nadie da demasiadas vueltas al colosal engaño que es su gestión y su discurso. Sobre todo un engaño económico, que en política son los que más duelen y los que más generaciones se tarda en superar.
Sánchez miente cuando finge tener controlada la inflación, la energía o la deuda. Miente cuando indexa las pensiones al IPC como si eso se pudiera pagar. Miente a los autónomos cuando, para pagar las pensiones impagables, les mete hachazo a ellos, prometiéndoles unas pensiones de futuro que nadie les va a pagar ni harto de vino. Miente cuando hace como que la Banca y las energéticas están muy enfadadas con él, porque si de verdad estuvieran enfadadas con él, él ya estaría muerto (políticamente, para empezar), y si no lo está, es porque lo estamos nosotros, que somos los que vamos a pagar la juerga, sea vía impuestos, vía tarifas, vía comisiones o vía de todo un poco.
Sánchez miente cuando finge tener controlada la inflación, la energía o la deuda
He llegado a la conclusión de que ni Sánchez es un genio, ni los españoles son tontos. Simplemente es que hay demasiada gente a la que todavía le cuesta asumir que aquella seguridad social y financiera de antes no volverá, no para todos. Para casi nadie, en realidad. Y mientras de ninguna de las dos moles bipartidistas surja un discurso económico duramente honrado y constructivo, que nos prometa impuestos, sudor y lágrimas, pero nos prometa eso a cambio de algo, de algún plan hacedero, común y de futuro, la gente, mucha gente, preferirá el opio del pueblo de ser muy de izquierdas, o muy de derechas (que de cara al tema que nos ocupa, viene a ser lo mismo), que ponerse las pilas del trabajo, la sensatez y la ilusión.
A la política española y al bolsillo de los españoles ya les han extirpado un riñón. No se dejen extirpar el otro, el único que queda. Es liberalismo con sensibilidad social o muerte. A no mucho tardar.