Iglesias, qué gran actor

Afirmación de un alto responsable público que conoce el paño: los partidos políticos no son Ong’s, «son empresas». También los partidos emergentes, que buscan, primero, los intereses de la organización. ¿Podría variar esa actitud? Tal vez, pero no parece que sea de inmediato.

Uno de los políticos que mejor ha sabido proyectar su imagen es Pablo Iglesias. La jugada de este miércoles es llamativa. Aseguró que se sacrificaría y renunciaría a formar parte de un gobierno presidido por Pedro Sánchez si el PSOE considerara que él es un problema para lograr un acuerdo con Podemos.

Pero con la renuncia a su presencia, Iglesias estuvo más presente que nunca. La presión sobre los socialistas es constante. Las formas, sin embargo, han cambiado. Los que conocen a Iglesias afirman que es una persona ciclotímica, con altos y bajos. Pero que responde con habilidad y celeridad cuando es necesario adoptar un perfil diferente. Es consciente de que ha sido altivo, de que ha mostrado arrogancia, pero también sabe cambiar el papel. Y ahora la máxima preocupación de Iglesias, y del conjunto de Podemos, es dejar claro que ellos no serán el obstáculo para formar un gobierno progresista de cambio frente al PP de Mariano Rajoy.

Lo hace bien. Responde a las características de un buen actor. Todo político necesita esas cualidades. Aunque una parte de la ciudadanía reclama, cada vez con más claridad, responsables políticos que sean coherentes, que expliquen los problemas y los retos, aunque sea con crudeza, y que ofrezcan –aunque no todas– algunas soluciones.

Iglesias es consciente de que Pedro Sánchez no puede asumir un gobierno de izquierdas, sin el concurso de Ciudadanos. Estaría en manos de los nacionalistas, y de las marcas de Podemos, que actúan en cada territorio con gran autonomía. Pero, al mismo tiempo, responsabiliza al PSOE por no querer un gobierno de cambio. En esa actitud se sigue viendo la huella del viejo PCE, de la Izquierda Unida de Julio Anguita, que –aunque no le faltó una parte de razón– no supo asumir que la imagen del cambio posible en España la proyectaron los socialistas.

La disyuntiva parece clara. Si Pablo Iglesias tiene la garantía de que la formación que ha surgido de IU, y que lidera Alberto Garzón, puede coaligarse con Podemos, la convocatoria de nuevas elecciones será inevitable. Iglesias sueña con ser la gran referencia de la izquierda. El viejo PCE lo quiso toda la vida. Todo lo demás, por ahora, responde a las buenas tablas del actor Iglesias