Iglesias, puede contra Errejón

Vistatriste I, Rostro tras la batalla

Con el circo en horas bajas, la política recoge el testigo para provocarnos perplejidad y asombro. Bajo la carpa y en sus múltiples pistas, el lenguaje se construye con piruetas, saltos imposibles y fantasiosas cabriolas. Todo un espectáculo seguido bajo la atenta mirada de un público que ha hecho suyo el lema «más difícil todavía». La victoria de Iglesias frente a Errejón, un David sin onda, supone la tozuda constatación de que siempre gana el más fuerte. Una circunstancia que también se da en aquellos partidos que huyen de la victoria, no por miedo a ganar, sino por temor a empezar a perder, como le ocurre a Podemos.

El más difícil todavía realizado por los pablistas, es el truco más antiguo del mundo: hacer pasar al carnero por lobo para así hacer épica su victoria contra la bestia. El rostro que nos deja Errejón tras la batalla recuerda al de un enamorado incapaz de entender que a veces, como bien recuerda Chesterton: «prometerse y dejar al mismo tiempo una escapatoria, una posibilidad de retirada, nos parece un engaño esterilizador». La rotunda victoria de Iglesias sobre Errejón debería significar su renuncia a la secretaria política y ser portavoz parlamentario, como le ocurriera a Pedro Sánchez en el PSOE. Y su futuro, como les suele ocurrir a los moderados, será dar testimonio de que el mundo ya no le pertenece.

¿Y ahora qué?

Por fin el PSOE tiene a Podemos donde quería, como izquierda radical. Por fin Podemos puede acabar, al igual que Izquierda Unida, como un partido que nos recuerda que el cambio sólo es posible si se vota a otro partido. Para la derecha española también es un triunfo, pues la fuerza de sus convicciones depende, en buena medida, de la radicalidad de Podemos. En definitiva, con Iglesias todos ganan menos Podemos.

Del derecho y del revés

Es cierto que en política todo el mundo sabe lo que pasará, cree que todo está escrito en el libro secreto de los profetas. Sin embargo, siempre ocurren cosas imprevistas o se suman una serie de circunstancias que todo lo cambia. No debería extrañarnos que un empeoramiento de la economía europea, la victoria del lepenismo en Francia y el triunfo de su espíritu excluyente, los juicios por corrupción o el desafío territorial catalán o vasco puedan dar sentido a una mayoría social favorable a la visión de movilización perpetua de Iglesias.

En política todo es posible incluso que Iglesias, con la victoria contra Errejón y sin pretenderlo, aleje a Podemos del poder y, consecuentemente, del Gobierno. Acierte o erre, su victoria contra Errejón lo deja en el camino de poder comprobarlo. ¿Ahora quien pactará con un PSOE redimido? ¿Ahora quén puede evitar la tentación de no engullir a la débil y crepuscular Izquierda Unida? ¿Ahora quién impedirá a Iglesias saltar a los cielos con la ayuda del incienso, de la palabrería postcongresual, con los que se debe adorar la nueva religión? Ahora todo son preguntas.

Elegía para Errejón escrita (ficticiamente) por Iglesias

Seco el lecho del Río, medio lleno de hojas.
Nosotros, que escuchábamos otro río en los árboles.

Seamus Heaney