Humillación política
La celebración de nuevas elecciones harán que el PSOE mejore los resultados pero de forma tan exigua que volverá a necesitar a Unidas Podemos
Tiene interés preguntarse cuál es la estrategia de Pablo Iglesias cuando apela a la humillación de su partido para no aceptar un acuerdo con el PSOE y negarse a la investidura de Pedro Sánchez.
La respuesta debemos buscarla, no tanto en la extensa oferta de Sánchez donde no aparece la formación de un gobierno de coalición, sino en pretender justificar su negativa a la investidura de Sánchez argumentando que es un imperativo moral ineludible toda vez que se ha mofado, despreciado, menospreciado e ignorado a los 3,7 millones de votantes de Unidas Podemos.
La humillación política sólo se dará, en su grado mayor, en el caso de aceptar la oferta del PSOE y, en grado menor, por la forma en que han sido tratados en la negociación.
La obstinación de Iglesias por convertir una negociación política en una afrenta a su partido, se proponga lo que se proponga, va en una sola dirección: hacer pagar a Sánchez la ofensa recibida. La tesis se podría elaborar de la siguiente forma: la celebración de nuevas elecciones harán que el PSOE mejore los resultados pero de forma tan exigua que volverán a necesitar a Unidas Podemos para gobernar.
La idea se basa, no tanto en los benéficos que su partido pueda sacar de una nueva negociación, sino del disfrute de poder humillar a Sánchez haciéndole pagar la ofensa política recibida con la misma moneda.
Iglesias se siente engañado
La repetición constante del término «humillar» por parte de Iglesias en sus últimas intervenciones públicas debería ponernos sobre aviso de que se trata de una simple treta política basada en volver a poner en circulación la idea de que el mundo es una batalla entre los humillados y los humilladores, entre los fuertes que detentan el poder y los débiles a los que no se les quiere reconocer su verdadera fuerza y valía.
Iglesias se siente engañado y utilizado. Declara estar dispuesto a humillarse pero no a consentir la humillación de sus votantes. Lo que ahora cabría esperar es un referéndum de las bases del partido para apoyar el argumento de Iglesias y estar todos de acuerdo en que no es posible consentir más humillación.
Sería muy interesante saber qué opinan sus electores de la humillación de Sánchez, pues el referendum podría arrojar alguna sorpresa. Tal vez, un gran número de votantes de Unidas Podemos prefiera la humillación de Sánchez a la de Iglesias.
En el punto en el que nos encontramos, sería positivo que Unidas Podemos virara la orientación de su estrategia basada en culpar al PSOE y plantear una opción viable al margen de conformar un gobierno de coalición.