Horizonte perdido con Artur Mas
La aplicación que hace Artur Mas de la fosilizada tesis de Lenin del un paso adelante, dos atrás parece otra improvisación, sin horizonte y sin concepto, aún siendo Barcelona –o habiendo sido- una ciudad culturalmente de izquierdas y teniendo Artur Mas a ilustres ex-maoístas en su microclima político.
A veces puede sospecharse que Artur Mas se dispone a invertir la estrategia leninista incrementando su aventurismo con dos pasos adelante, uno atrás. Por guías, más que como acompañantes, tendría a la ANC y, de modo quizás más fluctuante, a ERC.
Mientras el votante convergente de centro y el bloque central del empresariado espera un indefinido entendimiento entre Artur Mas y Rajoy, los elementos gestuales del secesionismo van más allá de toda posibilidad de consenso. Un paso adelante, dos atrás: es la táctica de Mas para forzar un concesión del Estado que le saque del callejón sin salida.
Escenificó unos de esos pasos adelante al salir de la capilla ardiente de Adolfo Suárez, en el Congreso de los Diputados. Al margen de la falta de formas y de sentido de la oportunidad, asombra la pretensión de asirse de la trayectoria de Suárez, cuando Suárez fue sobre todo un constructor de consensos.
Si Mas no percibe que la sociedad catalana no está cercana a un consenso que avale los pasos acelerados adelante hacia la independencia, es que tiene un problema optométrico.
En realidad, es como si diese por hecho que con la mitad más uno de los votos y con la abstención que sea en una consulta también improvisada, accedería a una secesión consentida por el Estado, avalada por la Unión Europea y acuñada en las Naciones Unidas.
Mas invocó a Suárez para interpelar lo que considera inmovilismo de Rajoy, pero a la vez se autorretrataba. Con sabia suavidad le ha recordado Miquel Roca que no era el momento.
Esa leve reprimenda de Roca no es casual en alguien que mide mucho sus palabras. De alguna manera, le trasladaba a Mas que el consenso indestructible pro-secesionista no existe ni en la propia Convergència.
Característicamente, a Artur Mas se le ve capaz de responder con un dos pasos adelante, uno atrás. Sería el peor horizonte para la sociedad catalana, llevada así a una polarización extrema porque todo empeño radicalizado genera un estado reactivo. Lo sabía Adolfo Suárez en los instantes más difíciles de la transición. Pero Mas es un político de post-transición y en tesis de ruptura.
La recusación por parte de la Mesa del «Parlament” del Presidente del Tribunal Constitucional, ¿ya son dos adelante y uno atrás? Se asemeja a otro intento de deslegitimar el Tribunal Constitucional –no siempre certero– para que el descrédito institucional genere una atmósfera más favorable a la secesión.
Siendo la hora de un consenso multidireccional, Artur Mas da su paso adelante y dos atrás. ¿Será la siguiente fase de dos pasos adelante y uno atrás? Tierra quemada para cualquier consenso.