Hollande se pone el casco

Es como si hubiesen pasado siglos entre las espectaculares conferencias de prensa del general de Gaulle y las de François Hollande, un apparatchik del socialismo francés que no se priva de los privilegios de la gauche caviar.

Pero, ¿es propio de las estilizaciones de la gauche caviar irse por las noches del Palacio del Elíseo, con el casco puesto, y de paquete en la motocicleta de un guardaespaldas?

Aunque fuera para ir a jugar al billar, ya sería de bajo estilo, y menos lo es si se trata de ir a un encuentro amoroso con una actriz, que eso se sepa y que se convierta en el tema eludido en una rueda de prensa en la que inicialmente se esperaba de Hollande explicaciones sobre una política económica que ya de por si es inexplicable.

Pero Hollande se negó a responder a las preguntas sobre sus trayectos nocturnos, pero tampoco se querellará con la publicación que dio esa primicia.

Es cierto que más del 70% de los franceses cree que la vida privada de los presidentes debe ser respetada. De hecho, en tiempos de la belle époque el presidente Félix Faure murió en el acto de complacer a una dama y no se dijo.

Y ¿para qué invocar la doble vida de Mitterrand, el divorcio-sorpresa de Sarkozy o las premuras sexuales de Strauss-Kahn? El caso es que Strauss-Kahn no está hoy en el Elíseo a causa de aquel escándalo y que la compañera de Hollande en el Elíseo fue ingresada a causa de la angustia que le produjo la infidelidad presidencial. El parecer de los franceses tal vez no sea el mismo después del ingreso clínico de su actual primera dama.

De nuevo la reflexión es sobre hasta qué punto la vida privada de las personalidades públicas se puede hurtar al conocimiento general en casos tan extremos. Como supremo mando de la force de frappe nuclear de Francia, ¿le seguía a Hollande el oficial de guardia que lleva el maletín con las claves del arsenal nuclear? ¿Puedo estar al alcance de un ataque terrorista? Todos tenemos derecho a una vida privada, pero la vida pública implica altas responsabilidades porque el bien común las requiere.

 
¿Qué diferencia hay ahora entre Hollande y Sarkozy?

En un momento crucial de su debate televisivo, Hollande dijo solemnemente que el comportamiento privado de Sarkozy desmerecía su condición presidencial y que él haría las cosas de otra manera. A saber si se refería al casco.

¿Cuál es la confianza que merece ahora la figura presidencial de François Hollande? Pecó de irresponsabilidad frívola días antes de pedirle sangre, sudor y lágrimas a la economía francesa. Por ejemplo: ¿qué valor tiene su promesa de ayer de un “Consejo estratégico del gasto”? La rueda de prensa sonó a decorado de urgencia. La prensa amarilla es ciertamente una de las líneas de sombra de toda democracia pero en este caso, quizás sea Hollande quien ha confundido vida pública y privada.