Harakiri con tsunami

Arrimadas le ha hecho el harakiri a Ciudadanos, pero ha provocado un tsunami de consecuencias inciertas y que pueden ser peor que malas para España

Arrimadas le ha hecho el harakiri a su partido. Como las consecuencias de tan mal calculada decisión son equiparables a un tsunami, pocos se preguntan por qué la ha tomado. Pero por ahí es por donde habría que empezar.

La explicación menos ilógica se encuentra tal vez en la Comunidad de Madrid. Adentrados a la fuerza en el reino de las conjeturas, es probable que el vicepresidente Aguado comunicara a la líder de su partido que ya no podía más con Díaz Ayuso y se la iba a cargar.

Posiblemente venga de ahí que, para no perder comba y ahorrarse una desautorización, optara por dar una zancada definitiva en dirección contraria a la salvación propia y a la salud de la maltrecha derecha hispana. Eso es huir del PP para caer en el averno del PSOE.

No se han hecho públicas ni las razones de tal dislate ni las compensaciones personales que Arrimadas esperaba pero es más que dudoso que obtenga. Tal vez a la presión de Aguado se haya sumado el despecho por el ninguneo del PP.

En este sentido, se quedan cortos los líderes populares que, para que no se les vea del todo el plumero, atacan a Casado en la persona de García Egea. Que el PP emergiera a la superficie de una oposición sensata y creíble pasaba por estrechar los lazos con Cs. A ser posible al anuncio de una fusión.

Esta era la salida coherente y conveniente tanto para Casado como para Arrimadas. Pasar página de la corrupción, renovarse, poco menos que refundarse. Con la adecuada pirotecnia comunicativa, podía haber dado resultado. Ahora ya es tarde. Tarde para el PP, letal para Cs.

Inés Arrimadas / EFE

Y es que además de lanzarse al abismo, Cs lo ha hecho mal. ¿A qué pobre diablillo se le habría ocurrido, una vez tomada la decisión de lanzarse a las fauces del lobo feroz de Ferraz, empezar por Murcia en vez de poner la primera moción de censura y dar la campanada en Madrid?

En cualquier caso, habiendo dado a Ayuso la oportunidad de adelantarse, Cs se enfrenta a un final mucho más catastrófico de lo que se podía imaginar. Un reino de taifa en Madrid, otro de signo contrario en Andalucía. Y así de comunidad en comunidad.

Desmembrado, de rodillas ante un gobierno de coalición que incluye a su principal adversario, Pablo Iglesias, sacando pecho, y ya no sin norte sino sin brújula ideológica y por lo tanto sin raíces en la sociedad, la efímera aventura de Ciudadanos encarna la inestabilidad política de fondo en España.

Sánchez se fortalece; sus socios se debilitan

Vayamos a por las consecuencias. En primer lugar, fortalece al PSOE, incluso más de lo que parece a primera vista. Mediante la abducción de Cs, Pedro Sánchez debilita a sus socios. En la bolsa del Congreso, bajan todas las acciones menos las del PSOE, e indirectamente las de Vox. Podemos seguirá siendo imprescindible, pero está por ver hasta dónde aguanta el subidón socialista.

De todos modos, la batalla principal no está en la izquierda sino en la derecha, y se va a dirimir en Madrid. Muy pronto si en efecto los tribunales dan la razón a Ayuso o más tarde si en lugar de elecciones se produce, y triunfa, la moción de censura.

Sea como sea, el resultado de las próximas elecciones en Madrid va a ser muy distinto al de las últimas. Recordemos que las ganó el PSOE con 37 escaños, seguido del PP con 30 y a poca distancia Cs con 26.

Mediante el cambio de lado del PP, la correlación de fuerzas entre derecha e izquierda pasa a ser de 42 a un lado (PP más Vox) por la suma de todos los demás al otro, que arroja la cifra astronómica de 90. ¡Más del doble!

Sin duda, esto no refleja la voluntad del electorado, pero sí da una idea de la magnitud del reto del PP, que deberá ahora combatir en solitario y contra todos, con el líder cuestionado, el partido en horas baja, con la moral por los suelos y con el PSOE maniobrando a favor de Vox a fin de ahondar la división.

El reto al que se enfrentan Ayuso y Casado es colosal. Si no se zampan de un bocado todo el electorado de Ciudadanos, ambos se precipitan al mismo abismo.

El reto al que se enfrentan Ayuso y Casado es colosal. Si no se zampan de un bocado todo el electorado de Ciudadanos, ambos se precipitan al mismo abismo. Si lo consiguen, que Casado se ande con mucho cuidadito con las ambiciones de Ayuso.

Y más a favor de la presidenta madrileña si consigue revalidarse formando mayoría con un Vox reforzado. Eso sí que pondría brusco final la aventura centrista del PP, no a sus opciones de alzarse con el poder.

El harakiri se ha consumado. Y da lugar a un tsunami de gran empuje cuyo ritmo de avance y sus consecuencias son inciertos. El viento lo ha sembrado Pedro Sánchez, la tempestad tal vez no le afecte en lo inmediato pero es peor que mala para España en su difícil situación.