Hannibal ad portas

Año 211 a.C. Roma. El militar cartaginés Aníbal Barca, en el transcurso de la segunda de las tres guerras púnicas que enfrentaron a Cartago y Roma más de un siglo, después de 7 años de lucha, justo después de la segunda batalla de Capua, acampó con su ejército al noreste de Roma, en las orillas del río Anio, un afluente del Tíber, muy cerca de la ciudad, lo que provocó el pánico entre los romanos. La caballería cartaginesa se acercó hasta los muros de la ciudad pero al final nunca se produjo la lucha y el ejército de Aníbal se retiró. A este episodio se remite la conocida expresión hannibal ad portas, porque Aníbal, el temible enemigo de Roma, estaba a las puertas de la ciudad con su poderoso ejército. Este acontecimiento es fundamental no sólo para la Historia Antigua sino para la actual: si Aníbal hubiera atacado la ciudad y hubiera conquistado Roma la Historia sería diferente y, como mínimo, Europa, África y Asia no serían como las conocemos hoy.

Noviembre de 2016. Cataluña. El enemigo está a nuestras puertas. El nacionalismo catalán, como un vulgar bandolero, embozado con la bandera del separatismo, continúa oscuramente al acecho al lado del camino, tratando de robarnos a los catalanes nuestra patria común y con ella nuestro bienestar, destruyendo de golpe el pacto social, la economía, la pluralidad, el respeto, los derechos sociales, la prosperidad, el bilingüismo, la libertad, la convivencia, la paz y la sensatez. hannibal ad portas.

Año 2016. Estos últimos meses, el MH Puigdemont y su grupo, Junts Pel Sí, junto con la CUP, han aprobado leyes de desconexión en el Parlamento de Cataluña y amenazan con convocar en septiembre de 2017 un referéndum ilegal y unilateral -que saben a ciencia cierta que no podrán llevar a cabo- para votar la secesión y, con ella, la ruina de la región y de sus habitantes. hannibal ad portas.

13 de noviembre de 2016. El día a día de los catalanes bajo el yugo del nacionalismo no es nuevo, incluso es bastante antiguo. El poeta decimonónico Joan Maragall, abuelo de Pasqual Maragall, ya sabía que el catalanismo (el equivalente al nacionalismo de hoy en día) era un sentimiento de amor por Cataluña que a su vez conllevaba el desamor con el resto de España; y que aquel desamor era la levadura popular del catalanismo, movimiento creado, fomentado y dirigido por la clase culta -y por tanto dirigente-; y que lo que movía a la masa popular no era el amor a Cataluña sino el odio -creado artificiosamente- a España.

A continuación podemos ver un ejemplo actual del odio como motor del nacionalismo: el 13 de noviembre, Miquel Buch, alcalde de Premià de Mar, ha tuiteado que «España quiere retenernos, ahogarnos y devorarnos» como la serpiente quiere hacer con la iguana que se ve en el vídeo que acompaña al tuit. Como se percibe claramente, por el momento, nada ha cambiado. El «proceso», para quien lo dirige, no es un destino sino un medio… de vida. Porque de lo que viven sus dirigentes es de este desventurado viaje y no de llegar a puerto; saben perfectamente que al final del camino sólo habrá miseria y derrota completa para todos. Fuera de España, fuera de Europa y fuera del mundo, los únicos que van a vivir decentemente en el «nuevo país» serán estos dirigentes «procesistas» imponiéndonos un modelo social al estilo de la Rumania de Ceauşescu, la Corea del Norte de Kim Jong-un, la Venezuela chavista o la Cuba castrista. No son demócratas, no porque lo diga este humilde cronista, sino porque es de dominio público que no respetan ni las leyes que no les gustan ni las sentencias del poder judicial que no les dan la razón. Totalitarismo, demagogia y victimismo. hannibal ad portas.

13 de noviembre de 2016. En Barcelona la ANC, Òmnium Cultural y la AMI, tres asociaciones que nunca recibirán el Nobel de la Paz, han llamado a los catalanes separatistas a concentrarse en defensa de los cargos electos -prevaricadores- y de las instituciones catalanas -instrumentalizadas por los prevaricadores- ante lo que consideran «ataques sistemáticos» del Estado contra los impulsores y defensores del «proceso» separatista.

Jordi Turull, presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí en el Parlamento de Cataluña, se ha permitido, en el ejercicio de su libertad de expresión garantizada por la Constitución de 1978, escribir el siguiente tuit, acompañado de una fotografía de la concentración al estilo de masa norcoreana que tanto les gusta (a pesar de no llegar a los 20.000 participantes): «Hola TC, hola TSJC, hola TS, hola Audiencia. ¿Lo ‘habéis visto’? Si tocáis a uno, nos tocáis a todos. Somos ciudadanos, no súbditos #democracia».

Pues una verdadera democracia no puede permitir ni tolerar esto. Suscribo completamente la respuesta de Jordi Cañas al Oberführer Turull: en cualquier democracia europea sería intolerable que un político coaccione y amenace a la Justicia, a los jueces y al Estado de Derecho. Incluso Màrius Carol, dos días después, el 15 de noviembre, en La Vanguardia nos ha advertido del peligroso tipo de régimen político que impera en Cataluña: «Una de las cuestiones más preocupantes del momento que vive Cataluña es que nuestros dirigentes hablan de la desobediencia como si fuera un acto de libertad, cuando seguramente se trata de una cuestión de despotismo». Realmente lo es: de despotismo estelado. Por cierto, los tenientes de alcalde Gerardo Pisarello y Jaume Asens, de Barcelona en Común, también asistieron a la concentración. hannibal ad portas.

13 de noviembre de 2016. El mismo día, Miguel García, representante electo de Ciudadanos en L’Hospitalet, ha sido agredido físicamente en un mercadillo ambulante mientras repartía propaganda política de su partido; y ha sido agredido simple y llanamente por defender unas ideas diferentes a las del pensamiento único que nos quieren imponer los separatistas al resto de los catalanes. Lo peor de todo es el marco mental de estos «procesistas» ya que el solitario agresor huyó de la escena al grito de «¡os vamos a matar!» lo que denota diáfanamente el profundo sentimiento de pertenencia a una idea y a un grupo; en definitiva, una muestra más del fruto putrefacto nacido de la ominosa ingeniería social separatista que impulsó Pujol el Andorrano. También hay que recordar que, a fecha de hoy, continúan los ataques contra las sedes del PP y de Ciudadanos en Cataluña. En definitiva, toda esta violencia es una muestra más de la Cataluña de los bandos que ha generado la «revolución de las sonrisas», la Cataluña maniquea divida entre los «buenos» catalanes como el agresor -que usan la violencia para imponer sus ideas- y los «malos» catalanes como el resto -aquellos que democrática y pacíficamente nos oponemos a la independencia y al marco ideológico totalitario que la sustenta-. hannibal ad portas.

31 de marzo de 2016. El grupo Koiné –la enésima emanación ectoplásmica de la ANC- presenta el manifiesto «Por un verdadero proceso de normalización lingüística en la Cataluña independiente», firmado por casi trescientas «personalidades» del «mundo» de la lengua catalana que piden la erradicación de una de las dos lenguas de todos los catalanes: el castellano, esa lengua invasora y monstruosa -para los nacionalistas- cuyo crimen no es otro que ligar emocionalmente a los catalanes con el resto de españoles. Esta actitud intolerante y virulenta mana, evidentemente, del ADN del nacionalismo catalán ya que es un nacionalismo lingüístico, un totalitarismo que se basa en la lengua como justificación ulterior del hecho diferencial. Aducen estos catalibanes que la mera existencia del castellano en Cataluña pone en riesgo la lengua catalana. Pero la realidad es que hoy en día el catalán no se encuentra en peligro, como se puede comprobar en el Atlas lingüístico de la UNESCO (tan sólo se encuentra en situación de riesgo la variante dialectal de L’Alguer), por lo que ya no son necesarias las políticas lingüísticas diseñadas en los 80 para proteger el catalán pero sí que son indispensables para los «procesistas» a fin de continuar con la construcción nacional catalana. Hoy la lengua catalana es una de las 100 lenguas con mayor número de hablantes en el mundo y, además, los propios informes de Política Lingüística del Gobierno catalán afirman que su situación es mejor que nunca. Afirmar que el catalán se encuentra en situación de riesgo y que el castellano es una lengua invasora no es más que vulgar agitprop y victimismo del movimiento nacionalseparatista.

Este proceso del nacionalismo como un tipo de política identitaria y motor de la construcción nacional, basada en la lengua y la educación, nos lo explica claramente Francis Fukuyama en Orden y decadencia de la política (2014): «La construcción nacional es la creación de un sentimiento de identidad nacional al que los individuos serán fieles, una identidad que sustituirá la lealtad a las tribus, pueblos, regiones o grupos étnicos […] La construcción nacional requiere de la creación de cosas intangibles, como tradiciones nacionales, símbolos, recuerdos históricos compartidos y puntos de referencia culturales comunes. Las identidades nacionales pueden ser creadas por los Estados mediante su política aplicada a la lengua, la religión y la educación».

Hay que decir bien alto que, con esta política de intento de imposición del catalán como lengua única y eje donde gravitar su discurso identitario y su construcción nacional, lo único que han conseguido es empobrecer y estropear en nuestra región tanto la lengua castellana como la catalana. En todas partes, y Cataluña no es la excepción, los movimientos totalitarios siempre han sido incultos y empobrecedores intelectual y culturalmente para aquellas sociedades que los han tenido que sufrir. hannibal ad portas.

12 de abril de 2016. Empar Moliner, obedeciendo la voz de su amo, haciendo cierta la categorización que hizo Passolini de este tipo de gente como «bufones de su señor», quemó nuestra Constitución, nuestra ley de leyes, nuestra ley suprema -aquella que Cicerón afirmaba que era el Bien del Pueblo-, esa misma ley que a ella le ha garantizado sus derechos y le ha otorgado la necesaria libertad de expresión que le ha posibilitado llevar a cabo esta estulticia de atolondrado perrito faldero. Lo peor de todo no es el hecho en sí -lamentable en una cadena pública- ni la escenificación de la Sra. Moliner, con su habitual nivel profesional más cercano cualitativamente al Coco de Barrio Sésamo explicando «ahora estoy lejos, ahora estoy cerca» que al de cualquier profesional de la BBC; no.

Lo peor de todo es que tanto la cadena como los miembros del Gobierno de la Generalitat describieron el triste episodio como algo menor y normal en el «país normal» que sería esa Cataluña independiente que tanto desean. Se empieza quemando la Constitución y, al igual que el nacionalsocialismo alemán, seguidamente se queman los libros que no forman parte del relato partidista que se quiere imponer al global de la sociedad. Esto es lo que sucedió en Alemania el 10 de mayo de 1933 cuando, como parte del programa «acción contra el espíritu antialemán», se quemaron los libros de los disidentes del régimen en la Plaza de la Ópera de Berlín y en 21 ciudades universitarias más bajo la «dirección» de la Federación Nacionalsocialista de Estudiantes (NSDStB).

Así que la Sra. Moliner no inventó nada nuevo (no es ni una trabajadora original). Este proceso totalitario, el de eliminar el principal depositario del conocimiento, el libro, también nos lo describió Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451 -la temperatura a la que arde el papel- y que fue llevada al cine por el magnífico director François Truffaut en 1966. En el futuro distópico que se nos muestra, el bombero Guy Montag, por orden del Gobierno, quema con ahínco los libros –completamente ilegalizados- que localiza en las casas. ¿Cuánto tardarían en la República Catalana en quemar El Quijote o La ciudad de los prodigios? ¿O en cerrar –seguro que sin orden judicial- los diarios digitales contrarios a la ideología de pensamiento único del «nuevo país»? Se admiten apuestas. La mía es al día siguiente. hannibal ad portas.

4 de noviembre de 2016. No contenta con su anterior necedad, la pirómana Moliner, la que cada vez que sale en antena se obstina en ridiculizar el serio y riguroso -y absolutamente indispensable en democracia- oficio de periodista, ha vuelto a llevar a los medios la propaganda separatista que sus dueños le han ordenado -y retribuido, claro- con el caso de la cupaire alcaldesa de Berga, Montserrat Venturós. El Grupo de Periodistas Pi i Margall, unos excelentes profesionales libres de nacionalismo con Sergio Fidalgo al frente, considera que durante la intervención de Moliner en el programa de Catalunya Ràdio ésta faltó a la verdad cuando aseguró que la alcaldesa de Berga había sido «detenida por razones políticas» y «por colgar una bandera legal» -¡menuda legalidad la de la estelada, caramba! – en la fachada del consistorio; la cupaire realmente fue detenida para ser llevada ante la justicia a declarar por un supuesto delito electoral ya que no había comparecido previamente las dos veces anteriores que había sido citada. Despreciando toda objetividad periodística, Moliner utilizó de nuevo los micrófonos y la plataforma que supone la radio pública autonómica para emitir un alegato político -separatista- apoyando a la cupaire y animando a que los ayuntamientos desobedezcan e incumplan las leyes. Todo un proceso el «proceso», sí señor: pacífico, democrático y plural. hannibal ad portas.

16 de diciembre de 2015. El periodista Xavier Grasset entrevista a Carlos Sastre en la televisión pública catalana, el terrorista del Ejército Popular Catalán (ÈPOCA) que asesinó al industrial barcelonés José María Bultó. Sastre fue presentado como sindicalista y exdirigente de Terra Lliure. Sastre, nº15 de la lista de la CUP por Lérida en las autonómicas de 2012, fue entrevistado con la excusa de ser uno de los firmantes de un manifiesto a favor de un acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP. El terrorista fue preguntado sobre el «proceso» y recibió elogios de Grasset -los recoge Pablo Planas en un artículo de un digital- como «gran reserva del independentismo» por su «trayectoria» política y penitenciaria. De la CCMA, en la misma línea, también hay que recordar el trato apologético de la Terribas al dirigente terrorista Arnaldo Otegui cuando lo entrevistó el pasado mes de septiembre en la radio pública catalana. Quizás por esta falta absoluta de rigor y de imparcialidad en sus emisiones, por su condición de «goebbeliana» herramienta propagandística, o por la grosería «de actuaciones» -no se las puede llamar «comunicaciones»- como las de la Sra. Moliner, la CCMA ha perdido incluso la audiencia de aquellos catalanes que apoyaban la ideología separatista. hannibal ad portas.

Podría exponer cientos de ejemplos más pero no quiero aburrir a los lectores. Los catalanes tenemos el enemigo a las puertas. Y nadie podrá dudar de que el verdadero enemigo de Cataluña y los catalanes es -y lo ha sido en los últimos 40 años- el nacionalismo, que ahora se ha convertido en desaforado separatismo y radicalidad, y no el resto de la nación española. Ya he comentado muchas veces como esta ideología decimonónica basada en el odio -como dejó escrito Prat de la Riba- ha provocado una grave fractura social que no será posible de remendar sino es con la pedagogía del entendimiento y de la fraternidad, ya que el proceso de ingeniería social del Molt Andorrable -que quedó reflejado en su abyecto Programa 2000- ha ensanchado artificiosamente, y mediante el uso fraudulento del dinero público, la base social del separatismo. Sin embargo, el explotador de la bruja Adelina no tuvo en cuenta un grave problema que ahora se le ha planteado a sus herederos políticos: todos aquellos niños que quiso adoctrinar con la escuela catalana para convertirlos en nuevos votantes convergentes – o en su defecto en votantes nacionalistas de segunda opción, es decir, de ERC- se han sublevado y se han convertido en cupaires.

¡Los cupaires! Aquella extraña tribu que dice ser trabajadora pero unos cuantos son hijos de la burguesía; aquella extraña tribu que defiende la educación pública como único modelo posible -el único que casualmente posibilita el adoctrinamiento- y da la casualidad que han estudiado en escuelas concertadas o directamente privadas; aquella extraña gente que defiende el catalán como lengua tribal única y que, especialmente los del área metropolitana, bastantes son hijos de familias castellanohablantes e, incluso, algunos se han educado en escuelas trilingües o cuatrilingües (¿verdad, María?); aquella extraña tribu que incomprensiblemente son a la vez nacionalistas y -según ellos- de izquierdas ya que la ideología nacionalista atenta contra los principios de igualdad y de solidaridad que defiende la izquierda; aquella extraña tribu que anhela la Arcadia pero que el modelo social donde se refleja es el de la miseria compartida de Cuba y de Venezuela; aquella extraña tribu que inexplicablemente se define socialista pero es nacionalista, es decir, localista y reduccionista -quizás no han escuchado nunca ninguna de las versiones de la Internacional como parte de su rito tribal-; , los Países Catalaen definitiva, aquella extraña tribu que defiende el comunismo y practica a la vez el imperialismo, manifestando que su oscuro objeto del deseo es la anexión de otros territorios para crear lo que sólo existe en el mapa del tiempo de la TV3nes, sin pedirle, evidentemente, al señor de Colliure, de Mahón o de Elche que quieren anexionar si está de acuerdo con eso y si se siente sólo «catalán» como ellos. hannibal ad portas.

El verdadero enemigo de Cataluña y de los catalanes siempre ha sido el nacionalismo, tradicionalmente representado de forma mayoritaria por dos partidos, la extinta CiU del Gran Evasor y la carlista ERC de Junqueras y su Rufián, de oficio animador «político-social» de bajos vuelos.

Posteriormente se añadió la CUP y su peligrosa radicalidad catabatasuna. Pero ahora hay un enemigo mucho peor, el estridente revoltijo populista de izquierda y que amenaza con fagocitar al resto de partidos nacionalistas y de izquierda tradicional. ¿Su nombre? Aún no está muy claro. De momento cambia con cada elección. Pero encontramos siempre al frente a los Comunes de Ada Colau ya sea con candidatos en las listas -o no- pero con su larga sombra proyectándose en ellas. La señora Colau es digna de un estudio sociológico ella sola. Y no sólo por no tener ningún tipo de ideología que no sea la autopromoción, o por ser a la vez alcaldesa y autora intelectual del sindicato de manteros de su ciudad, entre otras muchas «autorías», no; sino porque sin oficio ni beneficio real conocido -que no sea su fútil etapa en el Observatorio DESC- ha sido capaz de aprovecharse primero del drama de los desahuciados para hacer una carrera política que públicamente aseguró que jamás haría; después se aprovechó de las necesidades -y de la buena fe- de los trabajadores para mantenerla; y ahora quiere consolidarla aprovechándose de la ilusión vana de los nacionalistas y de su sórdido sueño de la independencia. Hay que tener presente que Colau anunció a diestro y siniestro -ella siempre en modo autopromoción- que votó sí/sí en el butifarrèndum del 9N y también hay que recordar que el día de la detención de la cupaire Venturós colgó en la fachada del Ayuntamiento, la casa de todos los barceloneses, una bandera estelada que sólo representa el odio de unos pocos. colau ad portas… o más bien en fachada.

De momento, los Comunes ya se han merendado completamente al PSC, que además acaba de pedir de manera pública la eutanasia a sus votantes mediante el XIII Congreso. ¡El PSC! Aquel extraño socio de Colau en el Ayuntamiento de Barcelona y que ha pasado, históricamente, de construir -con virtudes y defectos- una ciudad relativamente moderna y abierta -no sólo al mar sino al mundo- a destruirla con su doble sometimiento al nacionalismo y a la falta de proyecto de los Comun(ista)s colauenses y su continuo ataque a los motores económicos de la ciudad, como son el turismo, el comercio o la restauración.

Antonio Muñoz Molina, en 2013, ya predijo este proceso de sustitución de la derecha por la izquierda a la hora de capitanear el nacionalismo. En Todo lo que era sólido, Muñoz Molina explica muy acertadamente como en Cataluña primero se hizo compatible ser de izquierdas y ser nacionalista. Como después se hizo obligatorio. A continuación declararse no nacionalista se convirtió en la prueba de que uno era de derechas. Y en el gradual abaratamiento y envilecimiento de las palabras bastó sugerir educadamente alguna objeción al nacionalismo ya hegemónico para que a uno le llamaran facha o fascista. Y, por desgracia, eso es exactamente lo que ha sucedido: el enemigo tradicional de los catalanes, el nacionalcatolicismo convergente, ha sido fagocitado por un enemigo mucho peor, un magma populista de izquierdas -viejas y nuevas- que utilizará el nacionalismo y todo lo que sea necesario para llegar al poder y mantenerse, sin miramientos de ningún tipo. Un claro ejemplo de esto se puede observar en el punto 19 del programa electoral de las últimas elecciones autonómicas de la amalgama de izquierdas Catalunya Sí Que es Pot (CSQP): «Un proceso constituyente catalán para refundar el país. Por el derecho a decidirlo todo. Impulsaremos […] la celebración de un referéndum sobre el futuro político de Cataluña». Más claro imposible, ¿verdad? hannibal ad portas.

En las postrimerías de 2016, con todo lo que sucede en Cataluña, incomprensiblemente todavía hay gentes y partidos que niegan esta realidad extremista y radicalizada de los separatistas catalanes y que piensan que, con una postura «suave» e «indulgente», mediante una «solución política», se puede dar salida al «problema catalán». No se llamen a engaños. No es así. Y no lo será nunca. La única alternativa posible es vencerles en las urnas. Y cuanto antes mejor. Porque cuanto más tiempo pase más se ensanchará la fractura social entre los catalanes y más crecerá el número de votantes separatistas radicales, especialmente entre los más jóvenes, salidos de la «plural» e «inmersiva» escuela catalana, el verdadero huevo de la serpiente nacionalista.

Cuando Aníbal, al inicio de su campaña militar contra Roma, pensó en cruzar los Alpes con los elefantes de guerra que llevaba con él, sus generales le advirtieron que era algo imposible. Aníbal les respondió: «aut viam inveniam aut faciam», que traducido significa «o bien encontraré un camino o haré uno» (aunque Aníbal lo dijo, lógicamente, en púnico y no en latín). Los catalanes «de seny», al igual que Aníbal, encontraremos una vía o haremos una para libranos de esta sediciosa, abominable, egoísta y virulenta lacra que es el nacionalismo y que divide profundamente nuestra sociedad y nuestras familias. Que no lo duden los señores de la guerra nacionalistas que, tarde o temprano, encontraremos el camino para sacar a Cataluña del estadizo y putrefacto pantano de totalitarismo, adoctrinamiento, pensamiento único y miseria moral donde nos han querido hundir. aut viam inveniam aut faciam.

En versión catalana.