¿Hacia dónde va el soberanismo?

La nueva campaña electoral española ya está en marcha y en Cataluña ha coincidido con otra crisis política provocada por la CUP, grupo que, por cierto, no se presenta a esas elecciones. Lo que pasa en Cataluña es surrealista y está minando la confianza de quienes salieron ilusionados a tomar las calles año tras año ondeando la bandera estelada, el símbolo del proceso independentista. Si volvemos a las andadas y vamos pidiendo certificados de pureza para despellejar a los moderados, los independentistas volverán a ser los que eran en los años 80: menos del 15%.

ERC y CDC —que no es lo mismo que JxSí— reclaman el voto del electorado independentista bastante debilitados, y no porque les hayan dañado las puyas de la oposición, prácticamente inexistente en el Parlamento catalán, sino por los continuos desplantes de la CUP y la mutua desconfianza.

Según el CIS, las cuentas no salen y el independentismo no ganará estas próximas elecciones, al contrario de lo que pasó en Escocia justo después de que los soberanistas perdiesen el referéndum. Da que pensar que, a tenor de los datos aportados por la encuestas, 30 de los 47 diputados en disputa en Cataluña van a ser unionistas en alguna de sus versiones, federalista o centralista. Los exaltados que reclaman el Referéndum Unilateral de Independencia (RUI) y sandeces por el estilo desde el sofá de sus confortables casas, mejor que se muerdan las lengua y piensen un poco en estos datos.

Los spin doctor republicanos siempre han defendido que la unión del soberanismo en una sola candidatura era perjudicial para el interés general independentista y que, por lo tanto, era mejor que ERC y CDC se presentasen por separado a las elecciones. El ajustado resultado de JxSí el 27-S, que no dio les la mayoría absoluta que pedían, lo que al mismo tiempo provocó que la CUP, con sus 10 diputados, afirmase que el referéndum no si había ganado con soltura, dio argumentos a quienes, desde las filas de ERC, defendieron no repetir una candidatura unitaria soberanista para el 20-D.

También es verdad que los de CDC tampoco demostraron estar demasiado interesados en repetir la coalición. Resultado: la presencia en Madrid de ERC y CDC durante la interinidad de Rajoy y el fallido intento de investidura de Sánchez, fue testimonial. Todo el protagonismo se lo llevó En Comú Podem y su líder parlamentario, que se erigió en defensor del referéndum para que Catalunya se quedase en España. Aunque haya quien aún no lo entienda, ser partidario del referéndum no equivale a ser independentista.

La encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dada a conocer este jueves, prevé que En Comú Podem volvería a obtener una clara victoria, pasando de los 12 escaños del 20-D a 14 o 15, al tiempo que CDC perdería hasta dos diputados, cayendo de los 8 obtenidos el año pasado a 6 o 7. ERC también saldría perjudicada, aunque en menor medida: podría pasar de 9 a 8 representantes en el Congreso. Echen cuentas y verán que, como mucho, el soberanismo empata con los comunes, pero es que incluso el PSC podría empatar con ERC con 8 diputados y C’s, con cinco, se aproximaría peligrosamente a CDC.

¿Cómo explicar esa victoria de En Comú Podem cuando la mayoría soberanista en el Parlamento catalán es contundente? Pues supongo que la explicación es que algunos votantes de la CUP y de ERC se inclinan por la opción que les parece más de izquierdas en las elecciones españolas. Si eso fuese así, estaría claro que algunos votantes de la izquierda independentista sólo son soberanistas ocasionales. Por oportunidad.

Quedaría demostrado, además, lo contrario a la teoría general que sale de las mentes pensantes republicanas: que el independentismo debe ampliarse por la izquierda. PSC y En Comú Podem eran —y sigue siendo— federalistas. La diferencia entre ellos está en el método: los primeros defienden la reforma de la Constitución y los segundos que se llegue a los mismo pero por la vía del referéndum. Por tanto, ninguno de los dos partidos es soberanista catalán.

Llevamos cuatro años de movilización soberanista muy intensa y durante ese lapso de tiempo hemos podido constatar la forma de actuar de cada partido. Lo que ya sabemos es que los que más alto gritan, son los primeros en abandonar el barco y se tiran por la borda proclamando, como los extremistas de todo el mundo, alguna consigna del tipo «Por Alá». En nuestro caso gritan a coro: «RUI, RUI, RUI». No les hagan ni caso. Ellos nunca arriesgan nada