La velocidad de deconstrucción del Estado descentralizado sólo se supera por la velocidad en la que España se lanza al abismo. Hay tantas noticias y tan rápidas que un comentario semanal las hace ingestionables. Cada vez más, se constata que existía un plan estratégico perfectamente pensado desde hacía tiempo –probablemente, en los núcleos que se mueven entre la FAES y el palco del Santiago Bernabeu– de voladura controlada del Estado autonómico. Al mismo tiempo, es la voladura de aspectos esenciales del Estado del Bienestar. Lo que no obedece a ninguna lógica económica es este mismo plan. El barco español se hunde y el capitán sólo se preocupa de asegurar que él manda. Tres botones de muestra.
Se anuncia en un informe presentado en Bruselas de la voluntad de liquidar las representaciones comerciales de las autonomías y recentralitzar las tareas a las embajadas. Un golpe más, pasaremos del café para todos al café para nadie. Con la excusa de la eficiencia, se liquidan los servicios de los territorios más exportadores, como Euskadi, Catalunya, Valencia o Andalucía. Es un paso suicida para el conjunto de España. Y más cuando se tiene constancia de que las faraónicas embajadas españolas viven, en términos generales, ancladas en una diplomacia del siglo XIX. Muy lejos de la única función que da sentido a estos tinglados en pleno siglo XXI: la actividad económica. Las pocas embajadas que cumplen este objetivo, lo hacen al servicio de grandes grupos empresariales; especialmente de los oligopolios de servicios que aspiran a concesiones. Nunca se preocupan por el tejido de las pymes, que da empleo al 80% de los trabajadores. Esta realidad se arrecia por la actuación diaria del Gobierno de España y de la monarquía, que básicamente se mueven para conseguir mercados a los grandes grupos. Veremos si las patronales de la pequeña y mediana empresa catalana reaccionan ante el riesgo de extinción de un servicio internacional como el de ACC1Ó –antes Copca–. Saben que ha sido clave para su apertura en el mundo.
Segundo botón. Cuando escribo el artículo se habla de una posible e inmediata privatización de los organismos del transporte AENA y AVE. El PP frenó un tímido intento de singularizar la privatización de cada infraestructura. Ahora, la privatización en un solo paquete de ambos ámbitos sólo significará perpetuar en manos privadas la condena de las infraestructuras catalanas rentables para compensar los aeropuertos y tramos de AVE ruinosos del resto del Estado. Provocando así que, con el control de un mercado cautivo de viajeros como el catalán, se propicie más la decadencia catalana, que al final será la española. Pero que importa: «Antes hundida, que desvertebrada«.
Tercer botón. Ahora que ya se ha culminado la fumigación del sistema de cajas periférico imponiendo el método de la fusión por el que dos ruinas juntas han constituido una ruina mayor. O una ruina gorda se ha comido edificios pequeños, pero solventes. Ahora que ya hay un mapa recentralizado bancario, ahora, se sacarán de la manga el banco malo para limpiar la mierda inmobiliaria que han adquirido los bancos beneficiarios de las fusiones. Y, ¡atención! Para salvar el poder político de la oligarquía madrileña-pepera, a Bankia. Para decirlo claro: salvar el culo y la vara de mando a Rodrigo Rato.
Con todo esto, todavía quieren que los mercados respondan positivamente a las políticas españolas.